"En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo:
– «¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña.” El le contestó: “No quiero.” Pero después se arrepintió y fue".
El arrepentimiento es algo muy importante y duro en nuestras vida. No sé por qué nos cuesta tanto arrepentirnos de lo que hemos hecho mal, de lo que hemos dicho mal, de nuestras malas conductas. Es como si al arrepentirnos pensáramos que perdemos dignidad o autoestima o poder o... ¡vaya a saber qué! Y sin embargo es una gran cualidad de la persona el saber arrepentirse y pedir perdón. Fijaos que Jesús alaba la actitud de este hombre que arrepentido fue después a hacer la voluntad de su padre.
Cuando descubrimos en nuestra vida una mala actitud, una mala acción con los demás o con nosotros mismos, arrepentirnos de tal hecho o situación es algo maravilloso pues habla de nuestra madurez ante la vida, de nuestra sabiduría para saber corregirnos y, si se da el caso, de saber pedir ayuda para encontrar el método para corregir. Y, por supuesto, tener una actitud de reconciliación si hemos hecho daño con nuestra actitud.
Claro que estamos hablando de arrepentirnos del mal, porque hay quienes se arrepienten del bien y no es este el caso.
Jesús nos plantea el hecho de estar en una constante de la Voluntad de Dios, de estar disponibles a la escucha de la Palabra del Padre y poder responder. De acuerdo a cómo respondamos el Padre podrá darnos la Gracia necesaria para hacer su Voluntad o no. Dios no nos da Gracia para hacer otra cosa, sólo lo que nos hará bien a nosotros. Y, por sobre todo, Él nos dará la Gracia en el momento oportuno, es decir cuando Él nos muestra su Voluntad en ese momento nos da su Gracia. Si decidimos hacer otra cosa no la tendremos. O si decidimos hacerla en el momento en que a mí se me ocurre quizás tampoco tengamos la Gracia de Dios y tengamos que hacer lo mismo pero a costa de nuestra propia fuerza.
La disponibilidad a la Voluntad de Dios ayuda mucho a nuestra vida, porque el hijo tiene que estar dispuesto no sólo a escuchar la Voluntad de Dios, sino, también, a cumplirla en el momento en que Él nos lo muestra. Y en este tenemos como modelo a María que no dudó un instante en entregarle toda su vida al Padre para que se haga Su Voluntad: "He aquí la esclava del Señor, que se cumple lo que has dicho".
Claro está que si primero le hemos dicho que No a Dios y le hemos cerrado el corazón a su Voluntad y, luego, como el muchacho del ejemplo de Jesús, hemos salido pronto a hacerla, el sólo hecho del arrepentimiento hace que Dios nos vuelva a acompañar con su Gracia, pues "un corazón contrito y arrepentido Tú, oh Dios, no lo desprecias".
No lo dudemos el arrepentimiento y el pedido de perdón siempre renuevan la vida y el amor. En este tiempo de Adviento y Navidad es el mejor regalo que nos podemos hacer y que podemos hacer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.