Hoy, en el día de San Marcos, evangelista, la liturgia nos presenta una carta de San Pedro, en la cual nos habla de nuestra forma de ser y de actuar, dándonos pautas de cómo debemos ser y cómo comportarnos en un momento de tribulación.
Hoy, particularmente me llamó la atención la segunda parte de este párrafo, pues parece (quizás como siempre la Palabra de Dios) escrita para los tiempos que corren.
"Sed sobrios, estad alerta, que vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente, ronda buscando a quién devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos en el mundo entero pasan por los mismos sufrimientos. Tras un breve padecer, el mismo Dios de toda gracia, que os ha llamado en Cristo a su eterna gloria, os restablecerá, os afianzará, os robustecerá".
Sabemos que "el diablo" siempre usa diferentes disfraces para poder entrar en nuestras vidas, se viste con cualquier clase de vestidos y no duda en utilizar todas sus artimañas y engaños (sutiles y bien preparados) para poder atacar la Obra de Dios. Bien poco le interesa el bien de los hombres, sino que su primer motivo de acercarse a nuestras vidas es para destruir lo que Dios quiere: la plenitud de la creación, la salvación de los hombres.
Por eso, ya San Pedro nos advertía de esa realidad y nos pedía sobriedad en el actuar. Sobriedad en la forma de vivir y de creer, que, también podría igualarse a tener en cuenta que el camino hacia la vanidad y la soberbia está a un paso en nuestra vida. Y, hoy, vemos que a muchos se les ha subido a la cabeza la soberbia y la vanidad y van por el mundo creyendo que son los dioses de la tierra y las naciones. Y si eso lo llevamos a nuestra vida corriente, lo vemos en las calles de nuestros pueblos, y en las habitaciones de nuestras casas.
Por eso la humildad que nos pide al principio de la carta es la virtud que nos lleva a la fortaleza interior para que no nos dejemos llevar por los grandes sueños de gloria que el diablo nos prepara, sabiendo que nuestro bien está en las Manos del Señor. Claro que para vencer las tentaciones que se nos presentan día a día tendremos que pasar por tribulaciones internas, la guerra interior que se desata en nuestras vidas para resistir a los deseos del mundo es tan dura que necesitamos, cada día más de la ayuda del Señor.
Así, San Pedro, nos invita a la confianza, confianza en saber que:
"Tras un breve padecer, el mismo Dios de toda gracia, que os ha llamado en Cristo a su eterna gloria, os restablecerá, os afianzará, os robustecerá".
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