"Felipe le dice: – «Señor, muéstranos al Padre y nos basta». Jesús le replica: – «Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí?"
Me asombra la seguridad que tiene Jesús para poder asegurar que ciertas cosas como esta igualdad de Él y el Padre. Claro que Él todo lo sabía, incluso de sí mismo, pero también es cierto que no era posible para los pobres apóstoles poder entender esa realidad de igualdad entre Él y el Padre. Pero cuando uno sabe lo que hace, y en lo que hace pone todo su ser y busca constantemente identificarse con alguien, tiene que estar seguro de conseguirlo.
En nuestra vida la identificación con Cristo no viene por la fuerza que le pongamos, sino por la perseverancia que recibamos del Espíritu Santo, y la constancia que pongamos en la oración para poder tener un corazón disponible a la voluntad de Dios.
Nosotros también tendríamos que poder decir: quien me ve a mí ve a Cristo. Pero seguramente nos falta un buen trecho para recorrer, pero, también es cierto, que ya hemos recorrido bastante y algunas cosas estarán ya marcadas en nuestras vidas. Si bien no tenemos que ver el vaso tan vacío pero tampoco tan lleno, pues el Camino de la santidad que iniciamos es un camino largo que finaliza en la Vida Eterna.
Por eso necesitamos diariamente el impulso del Espíritu Santo, pues es Él con sus Dones quien nos ayuda a despojarnos de nosotros mismos para que, colmados por la Voluntad de Dios, nos identifiquemos cada día más con Jesús para quien "solo hacía las cosas que veía hacer al Padre" y sólo se "alimentaba de la Voluntad de Dios".
Porque esto no es como los imitadores de la TV que hacen un personaje y luego vuelven a su vida real, sino que nuestra vida es la Vida de Dios, y nuestro querer es el Querer de Dios, por eso, nos vamos identificando con Cristo y no imitando a Cristo, para que, como el le decía a Felipe:
"Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mi, hace las obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mi. Si no, creed a las obras. En verdad, en verdad os digo: el que cree en mi, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores, porque yo me voy al Padre".
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