jueves, 21 de abril de 2016

Conformes a su corazón

Un sábado, San Pablo, hablando a en la sinagoga decía que Dios, al pueblo de Israel, "les suscitó como rey a David, en favor del cual dio testimonio diciendo: “Encontré a David, hijo de Jesé, “hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos”. Según lo prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús".
"Hombre conforme a mi corazón", una definición de parte de Dios para David, como no la ha hecho con nadie. Un título que todos deberíamos guardar y meditar, para que, también, nosotros podamos alcanzar ese ideal: ser conformes al corazón de Dios.
Claro que es una Gracia que ya hemos recibido, pues el Padre nos ha dado la Gracia de ser hijos por el Hijo, y el día de nuestro bautismo, por el Espíritu Santo que se nos ha dado, hemos sido configurados a imagen de Jesús. Ahí comenzó nuestro camino de ser "conformes al corazón de Dios".
Una semejanza que día a día hemos de ir trabajando y no porque día a día nos aprendamos de memoria las Palabra de Dios, o nos sepamos los mandamientos, sino porque día a día vivimos según el corazón de Dios, y el corazón de Dios es Amor. Un Amor que se hizo presencia viva y real en Jesús que nos "amó hasta el extremo" y nos exhortó a "amarnos como Él nos ha amado", pues para eso nos eligió de entre todos los hombres y nos llamó para vivir ese Amor que Él mismo vivió por todos los hombres.
Nuestra vida como elegidos de Dios es así una vida de hijos, y como el Hijo, una vida de instrumentos en Manos del Padre, una vida de discípulos que por Amor obedecen al Padre, para llevar a los hombres palabras de Vida, y de Vida eterna.
Por eso Jesús, el Señor, el Maestro no dudó en servir a los apóstoles, en lavarles los pies antes del sublime acto de Amor, para que ellos y nosotros tuviéramos la certeza que ser instrumentos en Manos del Padre, no nos quita la dignidad, por eso:
"Cuando Jesús acabó de lavar los pies a sus discípulos, les dijo: – «En verdad, en verdad os digo: el criado no es más que su amo, ni el enviado es más que el que lo envía. Puesto que sabéis esto, dichosos vosotros si lo ponéis en práctica".
No queramos ser más que el Padre y el Hijo, sino que nos dejemos conducir por el Espíritu para ser instrumentos en Sus Manos y vivir conforme a sus preceptos y alcanzar no sólo nuestra Bienaventuranza, sino la salvación de los hombres que buscan a Dios.

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