martes, 26 de abril de 2016

Luz y Sal, eso somos

"¡Qué dulce al paladar tu promesa: más que miel en la boca!"
Me gustó está frase del salmo de hoy, porque todos esperamos en las promesas de Dios, y esperamos porque sus promesas son dulces a nuestro paladar, sus promesas resumen nuestros deseos y esperanzas. Pero ¿qué es lo que Dios espera de nosotros para hacer cumplir sus promesas? Lo mejor:
"Considero tus decretos, y odio el camino de la mentira".
Porque al considerar sus decretos y ser fiel a la Verdad, comienzo a vivir lo que Él espera de mí, o, mejor dicho, lo que la "creación entera espera de los hijos de Dios: su manifestación plena", que podamos ser verdaderamente "sal de la tierra y luz del mundo".
"Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa. Alumbre así vuestra luz a los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo".
Para mí es la mejor promesas de Dios a los hombres y es lo mejor que Dios nos ha pedido a nosotros, porque "ha mirado la bajeza de sus servidores" y si nos dejamos modelar por Él "hará grandes cosas" con nosotros "porque Él todopoderoso" ha puesto su mirada en nuestros corazones.
Pero no tenemos que preocuparnos de ser doctores o licenciados, sino que debemos ocuparnos de vivir en Dios, de aceptar su Palabra y dejarnos conducir "como el pincel en las manos del pintor" (decía Santa Teresita) y así lo comprendió San Pablo:
"cuando vine a vosotros a anunciaros el misterio de Dios; no lo hice con sublime elocuencia o sabiduría, pues nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado. Me presenté a vosotros débil y temblando de miedo; mi palabra y mi predicación no fue con persuasiva sabiduría humana, sino en la manifestación y el poder del Espíritu, para que vuestra fe no se apoye en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios".
¿Cuál es la fórmula para ser Sal y Luz? Vivir en Dios, aceptar Su Palabra y Su Voluntad, disponernos de corazón a ser Fieles a la Vida que Él nos ha pedido vivir y que nos ha dado, "negándonos a nosotros mismos, aceptando la cruz de cada día y siguiendo los pasos de Jesús".

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