Me sorprenden, muchas veces, las lecturas del día, porque llegan cargadas de enseñanzas y no sabes con cuál quedarte. Me ocurre así con los Hechos de los apóstoles de hoy: la conversión de san Pablo. Pero no sólo está la conversión de san Pablo, sino que podemos decir que, también, Ananías se convierte.
Leed bien el pasaje y veréis que Ananías, cuando el Señor le pide que vaya a buscar a Saulo le dice:
"Señor, he oído a muchos hablar de ese individuo y del daño que ha hecho a tus santos en Jerusalén, y que aquí tiene autorización de los sumos sacerdotes para llevarse presos a todos los que invocan tu nombre»
No era lógico que Saulo pudiese ser llamado por el Señor, o, simplemente que el Señor le hiciera un milagro a Saulo, pues él estaba persiguiendo a todos los integrantes del Camino que había nacido en Jerusalén y predicaban el nombre del Señor.
Y ¿cuál es la conversión? Tener que cambiar de parecer, darse cuenta que sus pensamientos no son los pensamientos de Dios, y, así aceptar que la Voluntad de Dios tiene argumentos que nuestro corazón no comprende y que nuestra mente no podría entender. Y ahí está la conversión: aceptar la Voluntad de Dios que, más de una vez, es contraria a la lógica y la inteligencia humana.
Por eso Jesús le dijo:
«Anda, ve; que ese hombre es un instrumento elegido por mí para llevar mi nombre a pueblos y reyes, y a los hijos de Israel. Yo le mostraré lo que tiene que sufrir por mi nombre».
¿Cómo Señor vas a elegir a Saulo? Pero igual, Ananías fue obediente y aceptó el mandato del Señor, y el Señor actuó de manera evidente y clara en el corazón de Saulo, haciéndolo un instrumento maravilloso en sus Manos, siendo así Pablo de Tarso el gran Apóstol.
Este diálogo de Ananías con Jesús nos permite entender que no son los grandes pecadores los que tienen que convertirse, o, mejor dicho, no son sólo los grandes pecadores, sino también los que nos consideramos buenos los que también tenemos que convertirnos. Porque pensamos que actuamos bien, pero no siempre lo hacemos como Dios quiere, porque si bien actuamos haciendo cosas buenas, no siempre hacemos lo que Dios nos pide porque pensamos que no es lógico que nos pida eso, o que tal o cual cosa no es posible hacerla.
Sin embargo en este pasaje vemos cómo lo ilógico humanamente se transformó en algo maravilloso gracias a la aceptación de hacer algo que estaba fuera de toda lógica.
Claro que podemos dudar de lo que Dios nos pide, pero cuando Él nos da razones para ser Fieles y Obedientes dejémonos caer en Sus Manos y que Él nos conduzca por el Camino de Su Voluntad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.