Domingo de la Divina Misericordia.
¿Cuándo Dios nos muestra su misericordia? En el sacramento de la reconciliación, cuando cada vez que lo necesitamos recurrimos a Dios para pedir perdón por nuestros pecados, y Él, por intermedio de los apóstoles, nos regala su Perdón.
Es en éste evangelio de hoy donde vemos cómo Jesús sigue, después de resucitado, pensando en nuestra debilidad y pequeñez. No le basto entregarse en la Cruz para matar con su cuerpo el pecado de todos los hombres, sino que, sabiendo que en nuestra debilidad, seguiríamos siendo libres para pecar, nos dejó en los apóstoles el poder de perdonar los pecados en Su Nombre.
"...sopló sobre ellos y les dijo: – «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos»
Claro que todo parte de una cuestión de fe, de saber que es Dios quién nos absuelve y no un simple hombre sin más ni más, sino que es Cristo en la persona del sacerdote quién nos perdona y nos concede la Gracia de volver a comenzar o de seguir andando el Camino de la santidad.
Siempre nos encontramos con la dificultad de ver en el confesor, primero al hombre, y por eso nos resulta difícil dar el paso hacia la confesión. Santa Teresita de Lisieux cuenta que como para ella era difícil, también, ir al confesionario hacia el esfuerzo de hablar no con el sacerdote sino con Jesús, pues era Jesús quién la escuchaba y perdonaba.
Una vez que hemos dado el paso de saltar este obstáculo y podemos llegar con corazón arrepentido a la confesión, y dejamos en manos de Jesús todo aquello que nos turba y nos duele, experimentamos el gozo de su Gran Misericordia, pues la Gracia del Perdón hace brota como un río de agua viva la Paz en el alma, una Paz que se irradia por nuestra vida dando signos de Luz a los demás, pues ya no hay nada que estorbe en mi corazón para seguir amando como Jesús nos amó.
También es cierto que Jesús nos ha pedido: "sed misericordiosos como vuestro Padre Celestial es misericordioso", y ahí está el otro punto que nos mueve a la confesión y la meta al salir de la confesión: vivir la misericordia que recibimos en el sacramento con nuestros hermanos, pues "aquél que dice que ama a Dios a quien no ve, y no ama a su hermano a quien ve, es un mentiroso", nos dice San Juan en su carta.
Por lo tanto el buscar la Misericordia de Dios en los Sacramentos, es para poder ser misericordioso con nuestros hermanos, es para poder llevar a cabo el proyecto de Dios en nuestras vidas, y, por nosotros, dar Vida al mundo entero en donde no sólo tenemos que anunciar Su Misericordia, sino que tenemos que Vivir Su Misericordia.
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