domingo, 17 de abril de 2016

Pastor y Cordero, Dios e Hijo

En la misa de anoche pensaba y reflexionaba sobre esta "doble" (por decirlo de alguna manera) identidad de Jesús: Buen Pastor y Cordero.
Hoy Él se define como el Buen Pastor que da la vida por las ovejas. Pero, a la vez, es el Cordero que quita el pecado del mundo. Y me parece una hermosa "dualidad" para que también nosotros la tengamos presente en nuestra vida. Por que así como es Cordero y Pastor, también es Dios e Hijo, Dios y Hombre.
En ningún momento perdió ninguna de las dos condiciones o realidades de su vida, y sabiendo Quién era supo cómo debía vivir.
Y, de modo particular, lo que vivió en extremo fue su Ser Hijo, su Ser Cordero pues conocía muy bien al Padre y no podía no estar en una constante y perfecta relación con Él, pues aunque Jesús es Dios, pero es Dios-Hijo, por eso siempre repetía: "no hago otra cosa que lo que he visto hacer a mi Padre".
En nuestra vida pasa, casi, lo contrario. En la medida que vamos tomando consciencia de nuestra realidad, de quienes somos, es decir, en la medida en que nos vamos haciendo "mayores" (aunque no nos guste) y vamos madurando, nos vamos alejando de nuestra condición de hijos de Dios, vamos tomando las riendas de nuestras vidas y ya creemos que no necesitamos del Padre para vivir. Aunque sabemos que Él estará siempre con nosotros (y creo que eso, aunque muchos nieguen su existencia, lo tienen presente en sus vidas) no vivimos nuestra dependencia a su Voluntad.
Claro, nos gusta ser "grandes", darnos el lujo de creer que lo sabemos todo, que no necesitamos de nadie y menos de alguien a quién no vemos y que constantemente nos prohíbe hacer cosas que nos gustan. Nadie quiere depender de un padre despótico.
Y la realidad está ahí: para defender nuestra autonomía debemos creer que ya somos tan grandes y sabios que de nadie necesitamos, y vamos por la vida viviendo nuestra gran independencia hasta que se "nos queman los papeles" y tenemos que volver a buscar al Padre de los Cielos para que nos de una mano para solucionar lo que yo hice por creerme sabio.
En Jesús, el Buen Pastor, nuestro Dios y Señor, vamos con claridad que su dependencia a Dios, su Ser Hijo, fue lo que le permitió alcanzar la plenitud de su vida, dando razón de ser a toda nuestra vida de hijos. Su obediencia hasta la muerte, y muerte de Cruz nos otorgó la filiación divina que por la desobediencia habíamos perdido.
Ser hijos es el mejor regalo que nos han dado, no lo perdamos de vista, para no perder de vista el Amor del Padre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.