martes, 5 de abril de 2016

El Amor Primero

Un pasaje que siempre me marcó y que lo recuerdo a cada instante es el del Apocalipsis que leemos hoy en el Oficio de lecturas:
"Conozco tus obras, tus trabajos, tu constancia en esperarme; sé que no puedes tolerar a los malos; que pusiste a prueba y hallaste mentirosos a los que se dicen apóstoles y no lo son; que eres constante en esperar y que, por mi nombre, has padecido sin desfallecer. Pero tengo algo contra ti: Que has perdido tu amor primero".
"Has perdido tu amor primero"
Podemos hacer muchas cosas buenas, y todos los días volver a hacer las mismas cosas buenas y, quizás, cada día más buenas, pero si en el camino vamos perdiendo la fuerza del amor y caemos en la sola rutina de lo que hacemos por costumbre, llega, irremediablemente el cansancio y el agobio, la angustia y la desesperanza, y lo que hacemos, por más que sea lo más sublime no nos llena el alma.
Por eso el Señor nos pide volver al Primer Amor, al Amor que inundó nuestro corazón y lo encendió en la pasión de la entrega por Amor, que nos encendió en querer vivir algo que nunca antes habíamos vivido o que no nos habíamos dado cuenta del por qué lo queríamos vivir. ¡Es el Señor! gritó Juan a los apóstoles en la barca cuando reconoció su voz. Y es el Señor quien invadió nuestra vida con su Amor, y enamorándonos de Él pudimos descubrir que su entrega por nosotros era una entrega a ser imitada, era una entrega que hacía "que todas las demás cosas fueran un desperdicio con tal de ganar a Cristo" (San Pablo)
Pero nos pasa y nos seguirá pasando que, en el camino de la vida, vamos perdiendo el fuego, nos vamos a acercando a las cosas rutinarias, a las cosas del mundo y cuando quisimos acordar nos enfriamos en la entrega, en la oración, en la Gracia y el Fuego del Amor Primero se fue disipando.
Por eso, cada día, tenemos que volver a lo que Jesús le dice a Nicodemo:
"En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: -«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu»
Nacer de nuevo, volver el corazón al Espíritu Santo para que nos vaya encendiendo cada día en el Amor a Dios, en el Amor a los hermanos, en dejarnos modelar por las manos del alfarero para no dejar nunca de ser Niños Pequeños en Sus Manos, para que sea Él quien nos ayude a mantener viva la llama del Amor Primero, para no perder nunca de vista el por qué nos dejamos enamorar por el Amor, para no perder de vista el por qué entregamos nuestra vida y nos encendimos por los Ideales más altos que podemos llega a vivir: una vida en santidad en el amor.

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