Hay dos cosas que me llaman la atención en las lecturas de hoy para meditar. La primera es lo que dice Gamaliel a los Sumos Sacerdotes sobre los apóstoles a quienes habían arrestado:
"En el caso presente, os digo: no os metáis con esos hombres; soltadlos. Si su idea y su actividad son cosa de hombres, se disolverá; pero, si es cosa de Dios, no lograréis destruirlos, y os expondríais a luchar contra Dios".
No siempre nos ponemos a pensar si lo que hacemos es cosa de Dios o no, si lo que queremos es de Dios o no, o si contra lo que vamos es de Dios o no. Así le pasó a los Sumos Sacerdotes sólo pensaban que hacían lo correcto porque defendían su Ley y su religión (o quizás sus intereses, pero eso es otro tema...) y por eso, ante quien nos ataca (aunque nos diga la verdad) hay que hacerlo desaparecer de nuestro camino.
Pero, en este caso, hubo quien les hizo pensar: y... si la cosa es de Dios, nos estamos enfrentando a Dios. Eso ya es otro tema. Y, se ve, muchas veces, que están toda su vida luchando contra Dios, porque sabe cuál es la Voluntad de Dios, sabe qué es lo que Dios quiere y cómo nos está pidiendo vivir, pero ¡no! eso va contra mis deseos y entonces... Y nos entretenemos día y noche en una lucha sin cuartel que no nos conduce a nada.
Es ahí cuando se incorpora la otra frase que me llamó la atención, y es de la multiplicación de los panes:
"Jesús... dice a Felipe: -«¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?». Lo decía para probarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer".
Sí, hay veces que Dios nos pone delante ciertos problemas o ciertas cosas para ver cómo actuamos, aunque Él sabe cómo vamos a actuar, pero confía en que podemos, también, hacer el esfuerzo de mirar un poco más arriba de nuestra narices y pensar en Quién es el que me está diciendo algo. Felipe respondió del modo más lógico que hay, pero no salió de sí mismo para encontrar una respuesta a lo que le planteaba Jesús. Y lo que pretendía Jesús era no que respondiera desde su propia condición humana, sino que respondiera desde Dios pues era Dios quién le ponía en una situación difícil.
Es cierto que Dios nos tienta, muchas veces, pero nos tienta no para que caigamos en el error, sino para que, usando nuestra libertad, podamos elevar nuestra mirada hacia Él porque en Él está la respuesta, está la fortaleza, la Luz y toda la Gracia necesaria para poder multiplicar lo poco que somos y hacer lo Su Voluntad que es lo que le da Vida a nuestra vida.
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