Hoy tendría que volver a copiar el evangelio de hoy, y lo voy a copiar, por las dudas:
"En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: – «Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo os amaría como cosa suya, pero como no sois del mundo, sino que yo os he escogido sacándoos del mundo, por eso el mundo os odia. Recordad lo que os dije: “No es el siervo más que su amo”. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la vuestra. Y todo eso lo harán con vosotros a causa de mi nombre, porque no conocen al que me envió»
¿Por qué lo copio? Para recordar que no nos tenemos que escandalizar por las persecuciones contra la Iglesia, porque ya nos lo había anunciado Jesús. Claro está que por que Él lo anunció no se tienen que hacer eco los demás para tener permiso para hacerlo. Pero no tenemos por qué preocuparnos de tantas persecuciones, sino de nuestra fidelidad.
Cuando somos fieles a la Palabra de Dios, siempre habrá alguien a quien le moleste, por eso siempre habrá persecución de uno o de otro tipo. Las habrá de gente externa y no creyente, y las peores son de la gente creyente que se cree con derechos a colgarte una cruz en tus hombros, simplemente porque quieren.
Por eso, Jesús, más de una y dos veces nos advirtió de lo que íbamos a tener que padecer a causa de su Nombre y por eso nos dijo:
"Bienaventurados los que sean perseguidos a causa de mi nombre".
Por eso, lo importante, para nosotros, no es que nos persigan, sino ser Fieles al Evangelio: vivir en plenitud el mensaje Evangélico, pues una cosa es sufrir porque somos cristianos y otra cosa es sufrir porque somos malos. En el primer caso alcanzaremos la Vida Eterna que el Señor nos prometió, en el segundo simplemente sembrar maldad y en toda caso, si nuestra maldad es demasiada la cárcel o el fuego eterno.
Y, por otro lado, lo fundamental en estos tiempos (que siempre fueron estos tiempos en la vida de la Iglesia) es pedir la Gracia de la fortaleza y la perseverancia, para que como dice San Pablo, podamos "combatir el buen combate de la fe" y "alcanzar la meta sin perder la fe". Porque necesitamos fortaleza y perseverancia para seguir madurando en nuestra fe y amor, para poder amar y rezar por los que nos persiguen y no comprenden lo que queremos vivir, o lo que estamos llamados a vivir, y tener la perseverancia y fortaleza para vivir radicalmente la Palabra de Dios y no dejarnos seducir por la palabra de los hombres.