viernes, 27 de noviembre de 2015

Una luz en la oscuridad

«Fijaos en la higuera o en cualquier árbol: cuando echan brotes, os basta verlos para saber que el verano está cerca. Pues, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. Os aseguro que antes que pase esta generación todo eso se cumplirá. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán.»
Quizás las profecías apocalípticas puedan producir temor o preocupación en algunos, no es esa la intención del profeta o, en este caso, de Jesús. La intención primera es dar a conocer la caducidad del tiempo en la tierra, el saber que las cosas van a pasar y que no nos agarren desprevenidos. Pero, sobre todas las cosas, tener confianza en el Señor pues Él sabe llevar el rumbo de la historia, pues es Él quien conduce el carro de la historia.
Nos preguntamos, sí, más de una vez, ¿por qué Dios deja que sucedan estas cosas? o ¿si es Él quien hace que sucedan estas cosas tan graves, tan dolorosas?
¿Puede un padre obligar a su hijo hacer lo que él quiera cuando está lejos de su mano? Por más que un padre eduque muy bien a su niño, por más que a su hijo le de todas las indicaciones habidas y por haber, cuando sale de su casa o de su campo de visión sólo puede confiar que el hijo obre bien, pues ese hijo tiene libertad para obrar, y más si está lejos de la mirada y de la mano de sus padres.
Dios nos creó con libertad de acción, también nos educó para poder usar esa libertad, pero cada uno la usa como quiere. Y por eso Él más de una vez nos va diciendo que no nos alejemos de Él, que vivamos en Él, que busquemos Su Voluntad ¿quién conoce el rumbo del mundo mejor que Dios? ¿Quién sabe cómo usar mejor la libertad para el bien mejor que el Padre? Y aún conociendo el corazón del hombre, puso en sus manos la mejor de sus obras: el mismo hombre.
Las profecías apocalípticas que nos presenta Jesús nos hablan de hasta dónde va a llegar el hombre cuando deje de lado a Dios, cuando él mismo se crea Dios. Y por eso nos pide que aprendamos a leer los signos de los tiempos, por que en la historia, en lo que el hombre va haciendo se van viendo signos que nos hablan de cómo tenemos que actuar los hijos de Dios. Y, en estos tiempos tan difíciles y tan oscuros, es cuando más tenemos que acercarnos a la Luz, cuando más tenemos que ser, nosotros, Luz para el mundo, pues Él así lo quiso: vosotros sois la luz del mundo... y una luz no se enciende para ponerla debajo de la mesa, sino encima para que ilumine a toda la casa.
Nuestra vida de fe, es, aunque nos parezca muy pobre y poca, una hermosa luz en medio de tanta tinieblas y oscuridad, que aquellos que la busquen la puedan encontrar para llegar hasta el Señor. Por eso al finalizar las profecías Jesús nos habla de confianza, confianza en el Padre que Él nos lleva en sus Manos a quienes nos dejamos conducir por Él.

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