jueves, 26 de noviembre de 2015

Ante la maldad, la confianza en Dios

Tanto la lectura de Daniel, del Antiguo Testamento, como el Evangelio, nos muestran la maldad del hombre y la grandeza del que confía en su Dios.
La maldad de aquellos que te siguen, se acercan a ti, se hacen tus amigos, pero en el fondo quieren destruirte, quieren que dejes de ser quién eres. Es lo que le pasaba a Daniel continuamente y en ésta lectura se nos muestra que hicieron lo posible para que Daniel muera, pero quien confiaba en Daniel no desconfió en el Dios de Daniel, sino que, aunque no creyera en ese Dios igualmente oró para que lo salvara, porque creía en la honestidad de Daniel. Y así fue, Dios salvó a Daniel de las garras de los leones, pero sobre todo de las garras de los envidiosos y egoístas que sólo buscan hacer daño y destrozar aquello en lo que no creen, simplemente porque es una manera diferente de vivir.
Fijaos que, finalmente, el Rey decretó la libertad religiosa para los devotos del Dios de Daniel, diciendo:
Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos, naciones y lenguas de la tierra:
-« ¡ Paz y bienestar! Ordeno y mando que en mi imperio todos respeten y teman al Dios de Daniel. Él es el Dios vivo que permanece siempre. Su reino no será destruido, su imperio dura hasta el fin. Él salva y libra, hace signos y prodigios en el cielo y en la tierra. Él salvó a Daniel de los leones.»
La grandeza del que viendo cree, y creyendo comienza respetar o vivir.
Y Jesús en el Evangelio nos muestra cómo la maldad del hombre llega a los límites más insospechados, destruyendo todo lo que va encontrando a su paso. Nos muestra los signos del final de los tiempos, para darnos a conocer, no el día y la hora, sino la finitud de la creación. Nos habla de destrucción, de dolor. Pero sabiendo que eso no es lo importante, que lo importante es la confianza que ponemos en el Señor ante la tribulación y el dolor, ante la oscuridad y la maldad, porque nada ni nadie nos puede dañar si ponemos nuestra Confianza en el Señor.
Sí, seguro podrán quitarnos la vida, pero nunca nos quitarán el gozo de permanecer en Dios y vivir la eternidad con Él. Por eso, al finalizar la profecía Jesús, nos dice:
"Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.»
Pero para alcanzar este grado de confianza en los momentos más duros y difíciles, tenemos que comenzar hoy, cada día, confiando, creyendo, viviendo. Por que la confianza heroica de la que nos habla el Señor no viene en un paquete sellado que te trae en mensajero por la mañana, después de haberlo pedido por teléfono. Es una actitud diaria que nos ayuda a vivir despojados de nosotros  mismos y libres para hacer la Voluntad de Dios, para vivir el desprendimiento de las cosas del mundo y sólo confiar en lo que el Señor quiere o permite para nuestra vida.

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