"Jesús le contestó:
"Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»
«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»
Dos respuestas de Jesús que ponen Luz sobre quién es Él, para qué ha venido, y nos dan la pauta de quiénes somos nosotros y para qué nos ha elegido.
Ya en la última, cuando oraba al Padre, Jesús decía: "estáis en el mundo pero no sois del mundo" y, también, "Padre, no te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del maligno". Cuando respondemos al llamado de Jesús y comenzamos a seguirle, a ser cristianos, recibimos la Gracia de la filiación divina por medio del bautismo. A partir de ese momento ya no somos del mundo, sino que somos parte del Reino de Dios, somos hijos por el Hijo, y consagrados por el Espíritu Santo y ungidos como sacerdotes, profetas y reyes, a imagen de Jesucristo.
Así, al elegir ser Cristianos se nos confieren unos regalos que llevan implícitas muchas responsabilidades, porque nuestro ser reyes implicaba vivir como el Rey; sabiendo que nuestro Reino no es de este mundo y por eso no hemos de vivir para el mundo, sino que estando en el mundo vivir para Dios, por Dios y en Dios.
Saber que el Rey, Jesús, ha sido enviado como testigo de la Verdad, pero de la Verdad de Dios, y, por lo tanto, de la única Verdad que nos conduce a la Vida. La Verdad de que tenemos un Padre que es creador de cielos y tierra, y que "nos ha elegido desde antes de la creación del mundo para ser santos e irreprochables en su presencia por el amor".
Nuestra vida, como la de Jesús, no es sólo para nosotros, sino que hemos sido elegidos para ser enviados, enviados a transmitir una Buena Noticia, pero no cualquier noticia, no una noticia que escribo a mi antojo, sino la Noticia de la Salvación, el mensaje que brota de los labios del Padre y que nos trae el Don de la Vida, una vida que, si estamos dispuestos, se hace realidad en nuestra vida para que la podamos llevar a todos los que no la conocen, para que la podamos sembrar en los corazones de quienes no la tienen, para que la podamos mostrar a quienes la están buscando.
Sí, Jesús es el Rey del Universo, pero nos ha dado con su muerte y resurrección, el Don de ser parte de su reino, un reino que anhelamos y pedimos, cada día, que se venga a nosotros: "venga a nosotros tu Reino" decimos en cada Padre Nuestro, peor el Reino no vendrá por sí solo, sino cuando nosotros, como lo hizo Jesús, vivamos "haciendo Su Voluntad en la tierra como en el Cielo".
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