En el Evangelio de hoy los saduceos le preguntan a Jesús sobre la realidad que viviremos después de la muerte, acerca de cómo seremos en el Cielo. Es una pregunta que está en la mente y en el corazón de (casi) todos, porque es difícil entender lo que rezamos en el credo: creo en la resurrección de los muertos. Es parte de nuestra fe, es parte de nuestra vida.
"Jesús les contestó:
-«En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.
Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor "Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob". No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»
Claro que las respuestas de Jesús, si bien satisfacen un deseo intelectual y confirman algo que necesitamos saber, pero no nos aclaran del todo lo que, realmente, queremos saber: ¿cómo serán nuestros cuerpos? ¿nos conoceremos en el cielo? y tantas otras preguntas que surgen cuando nos enfrentamos a la muerte, o, simplemente, cuando dejamos que nuestra imaginación comience a volar.
¿Cómo poder hablar del Cielo con palabras humanas? ¿Cómo poder hablar de lo sobrenatural con palabras naturales? No hay, creo, posibilidad de responder a todas nuestras preguntas sobre este tema, porque lo único y lo mejor que poseemos es el Don de la Fe, pues es la Luz de la Fe la que nos abre esa puerta a la eternidad, a la inmortalidad. Pero la Luz de la Fe no nos aclara intelectualmente nuestras dudas, sino que nos ayuda a aceptar algo que es, para nosotros, es real pero que aún no conocemos.
¿Cómo seremos cuando seamos grandes? era una pregunta que teníamos cuando éramos pequeños. Y... había que esperar a llegar a esa edad. Pero mientras nos correspondía vivir con un Ideal claro de cómo quería ser cuando fuera grande.
Y así nos ocurre con el Cielo ¿cómo será? Es el Reino de Dios, el Reino del Amor, y por eso nuestra esperar es vivir en el Amor para poder alcanzar en el momento oportuno la Gracia de llegar a contemplar, cara a cara, lo que ahora conocemos "como a través de un espejo", con imperfecciones y defectos, pero que ya lo gustaremos en toda su plenitud. Mientras tanto hemos de vivir el Cielo en la tierra, como lo pedimos todos los días: "venga a nosotros tu Reino, hágase Tu Voluntad en la tierra como en el Cielo".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.