"Pero Matatias respondió en voz alta:
-«Aunque todos los súbditos en los dominios del rey le obedezcan, apostatando de la religión de sus padres, y aunque prefieran cumplir sus órdenes, yo, mis hijos y mis parientes viviremos según la alianza de nuestros padres. El cielo nos libre de abandonar la ley y nuestras costumbres. No obedeceremos las órdenes del rey, desviándonos de nuestra religión a derecha ni a izquierda.»
En todos estos días hemos visto el ejemplo de muchas familias y personajes ilustres del Antiguo Testamento cómo defendían la vivencia de su fe, aquí vemos cómo Matatías y su familia también buscan la vivencia plena de la Ley de Dios. Un ejemplo que en tiempos de persecuciones los obligó, como sigue diciendo el texto, a dejar todos sus bienes y sus casas para escapar al monte y comenzar una nueva vida sólo con Dios.
Frente a este hermoso testimonio de fe nos encontramos con un texto evangélico que, por lo menos a mí, me hace vibrar el corazón: el llanto de Jesús por Jerusalén. Un texto que es para leer e intentar ponerse en situación, en el lugar de Jesús. No puede no conmoverse el corazón de alguien al ver esta imagen del Señor, sentado en el monte mirando hacia Jerusalén y derramando lágrimas por lo que le espera, sabiendo que su suerte podría haber sido mejor.
¡Cuántas veces nos ha pasado de avisar a alguien de un error, de cómo se estaba desviando del camino y de sabernos no escuchados! Lo mismo le pasaba a Jesús. Lo mismo le pasa a Jesús. Si pudiéramos verlo ahora debe estar en la misma situación del evangelio: mirándonos cómo no escuchamos su Palabra, cómo escuchando su Palabra no le creemos, o cómo creyendo no vivimos lo que creemos. Y vuelve a llorar por nuestro futuro, por que pudiendo alcanzar la vida hemos optado por el mundo.
Claro que no optamos por la muerte, pero teniendo frente a nosotros el Camino que nos lleva a la Vida Verdadera, optamos por otro camino que nos parece que nos hace sentir vivos, pero que no nos da la Vida Verdadera.
Mirando el ejemplo de Matatías nos hemos dejado llevar por los mandatos del emperador (que hoy es el mundo que nos rodea) y dejando de lado la Ley de Dios y las Palabras de Cristo nos hemos desviado a derecha e izquierda de nuestra religión. Y, así, lejos de Dios no tenemos Quién nos defienda, no tenemos la fortaleza de Dios para hacer frente a los ataques del enemigo que quiere destruirnos y no dejar "piedra sobre piedra" del Templo Vivo de Dios que somos cada uno de los que hemos recibido el Espíritu Santo.
Si miramos la Palabra de Dios de estos días atrás podremos volver a escuchar que el Señor nos dice: mirad los signos de los tiempos, si sabéis discernir cuando llega la primavera o el verano, aprended a discernir los signos de los tiempos que es por dónde el Señor nos está enviando Su Mensaje.
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