Hoy la Palabra de Dios se une y unifica entre el evangelio y la carta a los colosenses, San Pablo comienza su carta diciendo:
"Hermanos:
Como elegidos de Dios, santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad, dulzura, comprensión.
Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo".
Hay una elección de Dios hacia nosotros, de Dios al hombre, para darle al hombre una dignidad que no tenía después del pecado original, habíamos perdido la filiación divina y Dios nos la concedió por medio de la muerte y resurrección de Su Hijo Único.
Pero así como Él nos elige a nosotros, somos también nosotros quienes lo elegimos (o no) a Él. Es una elección, no una obligación, por lo tanto tiene que ser algo consciente, voluntario y libre; aunque digamos por lo bajo que no elegimos, nosotros, ser bautizados, pero sí elegimos cuando teníamos uso de razón, continuar en este Camino. Es ahí cuando elegimos seguir el Camino de Cristo, es decir siendo cristianos, o no, rechazamos el cristianismo y elegimos otro camino.
Así Pablo nos recuerda que "elegidos de Dios" se nos ha dado una condición de vida: santos y amados. La santidad es la característica propia de aquellos que han sido ungidos por el Espíritu Santo el día del bautismo y han "confirmado" esa realidad el día en que han aceptado el Sacramento de la Confirmación, pues aquí se recibe una vez más la Unción con el Espíritu Santo que nos fortalece para el combate ante al mundo.
Por eso, santos y amados, comenzamos un Camino en la Gracia de la Vida Nueva recibida por Cristo, una Vida Nueva que nos ha sido dado y que, por haberla elegido, sabemos cómo debemos vivirla y qué pasos seguir para ser coherentes a nuestra elección: los pasos de Jesús, escuchar Su Palabra, aceptar sus Consejos Evangélicos, obedecer los Mandamientos del Padre y, sobre todo, vivir la Ley del Amor, pues será la única pregunta que nos haga el Señor el día que nos llame a Su Reino.
Por eso, tanto en la carta a los colosenses como en el Evangelio Dios nos hace ver la radicalidad de la vivencia de nuestra elección, que esta elección va más allá de lo que el mundo tiene por justicia, pues más allá de la justicia está el Amor que Él nos tuvo cuando viendo nuestra debilidad y pobreza envió a Su Hijo Único a salvarnos y a darnos Vida Nueva:
"Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo cuerpo.
Y sed agradecidos. La palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.
Y, todo lo que de palabra o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.