En el libro de Esdras leemos hoy:
"Yo, Esdras, al llegar la hora de la oblación de la tarde, acabé mi penitencia y, con el vestido y el manto rasgados, me arrodillé y alcé as manos al Señor, mi Dios, diciendo:
-«Dios mío, de pura vergüenza no me atrevo a levantar el rostro hacia ti, porque nuestros delitos sobrepasan nuestra cabeza, y nuestra culpa llega al cielo".
Esdras se pone frene al Señor a pedir perdón porque le fue anunciado su pecado y, también, le fue anunciada la misericordia del perdón de Dios, y un tiempo de espera de parte del Señor para su arrepentimiento. Los profetas del Antiguo Testamento tenían, también, esa función de anunciar al pueblo en general, o a alguna persona en particular, sean reyes, gobernadores, o cualquier otra persona aquello que Dios les decía.
Jesús cuando decide fundar un Pueblo Nuevo, que es la Iglesia, elige a los Apóstoles a quienes les da el poder de ser los intermediarios entre Él y el pueblo, por eso en un primer momento, en una primera misión los envía sin nada a los pueblos vecinos para llevar la Buena Noticia y ver la eficacia de sus poderes. Pero no es lo esencial o fundamental de la misión de ellos expulsar demonios y curar enfermedad, sino anunciar el Evangelio.
Claro que al anunciar el Evangelio, la Buena Noticia de la Salvación, también lleva implícito el anuncio de la conversión y el seguir a Cristo, como Cabeza de este Pueblo Nuevo.
La primera exigencia que Jesús les pide a los apóstoles es el desprendimiento de todo lo que les podía dar seguridad terrena, para que tengan sólo confianza en el poder que Él les había otorgado: «No llevéis nada para el camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero; tampoco llevéis túnica de repuesto", por que todo eso da confianza y seguridad terrena, y si estamos atados o con peso adicional no caminamos ligeros y tememos por lo que podemos perder.
Por eso, el desprendimiento de las cosas materiales, la pobreza espiritual, es el primer consejo evangélico que nos da Jesús, es la primera exigencia para comenzar un Camino Nuevo. Un desprendimiento que es, sobre todo, espiritual porque podemos llegar a no tener nada material pero no hemos dejado de ser soberbios, vanidosos, orgullosos y poco confiados en la providencia de Dios, y seguimos haciendo nuestros propios cálculos y nunca estamos dispuesto a hacer la Voluntad de Dios. Y, también, puede pasar al contrario, se puede tener muchos bienes pero se ha conquistado la pobreza espiritual que nos permite estar disponibles para Dios, y vivir, día a día, haciendo Su Voluntad.
Así hoy podemos unir las dos lecturas y descubrir que el anuncio evangélico en nuestras vidas nos lleva a una actitud de conversión, de pedir perdón por no estar siempre disponibles para Dios, y, así libres de toda atadura poder vivir en disponibilidad para hacer la Voluntad de Dios.
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