sábado, 26 de septiembre de 2015

Los frutos de la Eucaristía

En el oficio de lecturas San Hilario nos habla de nuestra realidad de hijos de Dios y, al final, nos dice sobre la Eucaristía:
"Para quienes hemos renacido por medio del santo bautismo este alimento (la Eucaristía) constituye nuestro mayor gozo, pues él nos aporta ya los primeros dones del Espíritu Santo, haciéndonos penetrar en la inteligencia de los misterios divinos y en el conocimiento de las profecías; este alimento nos hace hablar con sabiduría, nos da la firmeza de la esperanza y nos confiere el don de curaciones. Estos dones nos van penetrando, y son como las gotas de una lluvia que va cayendo poco a poco para que luego demos fruto abundante".
No siempre tomamos conciencia de lo que significa para nosotros la Eucaristía, por que si en realidad lo viviéramos así no dejaríamos un día de llegar hasta el Altar a recibir el Pan de la Vida, pues mi vida no puede estar sin ese alimento, no puedo dejar de recibir no sólo su Vida sino también todo aquello que nos da Él con Su Vida.
La vida cristiana, o mejor dicho la vida del cristiano no es una vida más, sino que es la Vida misma de Cristo en el hombre que se deja conducir por Él, y para poder dejarme conducir por Cristo, o para poder vivir como Cristo, he de estar lleno de Dios, lleno de los Dones del Espíritu Santo que habita mí.
Sí, seguro que pensaremos que si el Espíritu Santo vive en mí, para qué quiero yo recibir el Cuerpo de Cristo para recibir los Dones del Espíritu Santo. Por que tomando conciencia que para ser Cristo debo morir al hombre viejo, necesito la fuerza de Jesús para poder obedecer hasta la muerte y muerte de Cruz. No es fácil al hombre renunciar a sí mismo, pero es posible si vive en mí  Aquél que me llamó a seguirlo, pues Él "por el sufrimiento aprendió a obedecer", y si Él pudo hacerlo, alimentándome de Él me dará la fuerza y la Gracia necesaria para despojarme de mi YO y dejar que el Espíritu obre en mí.
Cuando descubrimos los frutos de la Eucaristía en nosotros, o cuando tomamos conciencia de los frutos de la Eucaristía en la vida del hombre, realmente el recibirla se transforma en nuestro mayor gozo, un gozo del que no podemos alejarnos, y si nos alejamos sentimos el vacío que se produce por no estar Él en nosotros y nosotros en Él.
Son muchos los que aún no lo han conocido realmente, pues si lo hubiesen gustado no podrían dejarlo, pues cuando te dejas cautivar por Él no puedes renunciar al Encuentro, no puedes renunciar a recibirlo porque ya no es una obligación, es una necesidad de amor alcanzar el Amor que la Eucaristía nos brinda, porque es Dios mismo quién una vez más se entrega por Amor a nosotros, y al recibirlo nos llena con Su Amor para que podamos amar como Él nos amó.

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