Muy valiosos son los consejos de San Pablo a Timoteo:
"Querido hermano:
Esto es lo que tienes que enseñar y recomendar.
Si alguno enseña otra cosa distinta, sin atenerse a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo y a la doctrina que armoniza con la piedad, es un orgulloso y un ignorante, que padece la enfermedad de plantear cuestiones inútiles y discutir atendiendo sólo a las palabras. Esto provoca envidias, polémicas, difamaciones, sospechas maliciosas, controversias propias de personas tocadas de la cabeza, sin el sentido de la verdad, que se han creído que la piedad es un medio de lucro".
Es cierto que muchas veces hacemos elucubraciones y elaboramos nuestros propios argumentos con el fin de que todo vaya a nuestro favor, porque el lucro no sólo es monetario, sino que también es un lucro a nuestro favor para hacer lo que más nos gusta o conviene. Lo que ocurre en orden a la fe que profesamos es que hay un sólo Camino a recorrer y aunque encontremos argumentos para modificarlos y creamos que son los mejores argumentos, si nos hacen hacer lo contrario a lo que Jesús nos ha pedido vivir, no nos sirven para nuestra salvación, y en lugar de ayudar a alcanzar la Vida la perdemos.
"Si alguno enseña otra ocas distinta, sin atenerse a las sanas palabras de nuestro Señor Jesucristo... es un orgulloso y un ignorante..." ¿por qué? Por que los que profesamos la fe cristiana y católica, decimos que esta palabra, para nosotros, es Palabra de Dios, y creemos que la Palabra de Dios es eterna y es Verdad, por lo tanto buscar argumentos humanos que nos lleven a vivir otra cosa es no querer vivir en la Verdad que profesamos. Por eso Jesús se enfadaba tanto con los fariseos, doctores de la Ley y los escribas, porque habían escrito tantas prescripciones después de la Ley de Moisés que cumpliendo las prescripciones evitaban vivir los mandamientos de Dios.
Hoy, para muchos, los Mandamientos de Dios ya no son útiles pues van en contra de nuestra libertad y gustos, por eso se elaboran teorías a favor de poder ser cristiano sin vivir en fidelidad a Dios, pues se quiere lo que Jesús promete, pero no se quiere vivir lo que Él nos pide. Y así vamos dejando de lado la Voluntad de Dios para cumplir con prácticas religiosas vacías de vida que no producen frutos de salvación.
Así finaliza San Pablo este párrafo de la carta:
"Tú, en cambio, hombre de Dios, huye de todo esto; practica la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la delicadeza.
Combate el buen combate de la fe. Conquista la vida eterna a la que fuiste llamado, y de la que hiciste noble profesión ante muchos testigos".
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