viernes, 10 de abril de 2015

Reconocer la Voz del Amado

"Y aquel discípulo que Jesús tanto quería le dice a Pedro:
- «Es el Señor.»
Siempre el Amor puede ver más allá. Siempre el Amor descubre al amado y sabe escuchar su voz, aunque la distancia y los ruidos ensordezcan los oídos, el corazón siempre escuchará la Voz del Amado.
Este pequeño pasaje del Evangelio nos lleva a pensar en el Amor a nuestro Dios y Señor, porque muchas veces, como Pedro y los otros estamos enfrascados en conseguir algo que va más allá de nuestras posibilidades, pero que será Dios quien nos lo otorgue si le somos obedientes. Podemos ser los más sublimes pescadores, pero si dejamos que Dios nos guíe seguramente, aunque no hayamos pescado en toda la noche, en ese momento se producirá la pesca milagrosa.
Pero, no lo reconocieron cuando les dio la orden de tirar las redes, sino que las tiraron porque ya estaban agotados, cansados, y no tenían nada que perder. Y fue en ese momento en que aquél a quien tanto quería el Señor se dio cuenta de que era Él, y lo anunció a los demás. Es hermoso reconocer entre muchas voces la Voz de aquél que tanto te ama, la Voz del que te quiere de verdad y siempre buscará lo mejor para tí. En cambio quien no te quiere, quien no te ama no buscará tu bien, buscará su propio bien. Y quien sabe del amor lo comunicará a otros: "le dice a Pedro: Es el Señor".
Por que el reconocer Su Voz no es algo que se pueda guardar, el reconocer al Amado no se puede guardar en silencio, porque no es propio del amor quedar oculto, sino que hay que compartirlo para que otros también puedan reconocerlo, puedan gustar de ese Amor que llega al corazón, que hace maravillas dentro de uno y que, a pesar, de donde se esté parado se va en busca de Él: "Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos cien metros, remolcando la red con los peces".
Cuando se lo está esperando, cuando se lo necesita, cuando se escucha Su Voz se deja todo de lado, no importa cómo, cuándo y con quién, lo que importa es ir tras Él, pues es Él quien nos llama, es Él quien nos Ama, es Él quien atrae, por que es Él quien da la Vida.
¿Hay otro Amor que nos de más Vida que aquél que dio Su Vida?
Es cierto, aún nos falta mucho para saber escuchar, para poder descubrir, como Juan, la Voz del Amado aún en la distancia. Pero debemos de intentarlo, debemos intentar continuar escuchándolo, abriendo el corazón a esa Voz Amada que llega, a veces, desde muy lejos, entre la bruma del mundo, entre los rumores de la gente, pero es la Voz que necesita mi corazón, porque Su Voz es la que nos invita a zambullirnos en el mar para llegar hasta la orilla donde está Él, esperándonos para alimentar nuestra vida, nuestros anhelos, para hacernos descubrir su Presencia Salvadora, Su Presencia Resucitada.
Como Juan podemos escucharlo y anunciarlo. Como Pedro podemos escuchar a nuestros hermanos y confiando en su voz ir tras el anuncio y llegar a la orilla donde está Jesús. Como los demás apóstoles podemos remar, siguiendo a Juan y a Pedro que lo reconocieron. Y, como todos juntos, podemos sentarnos junto a Jesús para escucharlo, para compartir como hermanos junto a Él Su Palabra y el alimento que nos reconforta y nutre el alma.

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