Aquí estamos Señor, junto a Ti, esperando que llegue la hora de que vuelvas al Padre, de que cumplas en plenitud Su Voluntad, de que nos muestres cuan grande es tu Amor por el Padre y por cada uno de nosotros.
¡Oh cruz fiel, árbol único en nobleza!
Jamás el bosque dio mejor tributo
en hoja, en flor y en fruto.
¡Dulces clavos! ¡Dulce árbol donde la Vida empieza
con un peso tan dulce en su corteza!
Así comienza el himno de hoy de Laudes, es un doloroso comienzo, pero es un comienzo de Amor, por Amor, con Amor. No tendría ningún sentido haber asumido la Cruz por pura obligación, la obligación no salva, nos salva tu Amor, tu entrega obediente por Amor.
Hoy, Señor, al mirarte en Cruz no pueden nuestros corazones no unirse al dolor de la Madre, porque junto a la Cruz vemos a María, Ella que de pie contemplaba ese gran misterio de Amor, Ella de pie compartía contigo cada momento de dolor, cada momento de agonía, pero sobre todas las cosas se unía a Tí en la entrega por Amor, a Dios y a nosotros.
Tú, clavado en la Cruz le pides al Padre que al Padre que nos perdones. Ella, de pie frente a la Cruz, nos cobija en su Corazón de Madre y. Os hace gustar el fuerte abrazo del perdón y la misericordia.
Tú, desde la Cruz entregas tu Espíritu al Padre para que el Padre sea glorificado en tu entrega, para que Tú seas glorificado por el Amor del Padre. Ella vuelve, como aquella mañana, a hacerse la Esclava del Señor, para entregar, como Tú le has pedido su Amor no a un Hijo de Dios, sino a los hijos nuevos de Dios.
Y nosotros, al pie de la Cruz, junto a Maria contemplamos el mas grande de los gestos de Amor que nadie ha realizado por nosotros. Por eso tu Amor nos duele en el alma porque refleja. U estar pequeñez, nuestras infidelidades, nuestros pescados, nuestras ingratitudes, nuestros egoísmos, nuestra lejanía de Tí, pero, más que nada nos duele nuestra ingratitud de no haber sabido responder con amor a Amor tan grande como el Tuyo.
Hoy, Señor, sabemos que nos ha perdonado, sabemos que nos seguirás perdonando. Pero necesitas nuestro corazón abierto y disponible para vivir, para vivir una obediencia por amor, un amor obediente que, como Tu, se entregue sin medida a la Voluntad de Dios para la salvación de todos los hombres.
Y así dijo el Señor: "¡Vuelva la Vida,
y que el Amor redima la condena!"
La gracia está en el fondo de la pena,
y la salud naciendo de la herida.
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