Las dos lecturas de hoy son realmente muy hermosas para meditarlas, por la manera en que se describe la fe de aquellos que necesitan a Jesús, en el caso del evangelio; y, en la carta a los Hebreos, cómo nos habla a aquellos que nos hemos encontrado con Jesús y elegimos el Camino que Él nos ha propuesto.
De la carta a los Hebreos me quedo con esta frase:
"corramos en la carrera que nos toca, sin retirarnos, fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe: Jesús". Ya San Pablo usaba la metáfora de una carrera para hablar del Camino de Santidad: He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la fe (en la carta a Timoteo)
Es así como vivimos: intentando alcanzar la meta que hemos elegido, pues cada uno de nosotros ha tenido que elegir una meta, o, mejor, tendríamos que elegir una meta en nuestra vida, saber hacia dónde vamos, por que sino corremos o andamos según sopla el viento. Y si sólo nos dejamos llevar por los vientos de los tiempos hoy iremos para el norte, mañana para el oeste y así, depende el viento es cómo nos movemos.
Y Dios nos invita a tener una meta concreta, porque en esa meta está el sentido de nuestra vida. Si tenemos una meta concreta podremos poner todos nuestros esfuerzos para intentar conseguirla. Como todo deportista que para alcanzar la corona de la victoria hace los mil esfuerzos y gasta su vida en ese intento.
La meta que Dios Padre ha puesto ante nuestros ojos es la santidad, pues nos dijo Su Hijo y Nuestro Hermano: "sed santos porque vuestro Padre Celestial es Santo", y Él nos mostró cuál es el Camino para llegar a esa vida de santidad. Un Camino que es el mismo para todos, pero que cada uno lo vive en su propio estilo de vida: consagrados y laicos, casados o solteros, con hijos o sin ellos, con profesión o sin ella, con trabajo, en paro o jubilados.
Pero todos poniendo nuestros ojos fijos en el Señor, pues si bien la elección es nuestra la fortaleza y la Gracia son del Señor. Como aquél día que Pedro intentó caminar sobre las aguas, cuando bajó la mirada del Señor y sólo miró las aguas tempestuosas comenzó a hundirse, pero cuando levantó la mirada y se tomó de la mano de Jesús salió a flote y comenzó a caminar sobre las aguas caudalosas.
Siempre habrá tempestades en nuestras vidas. Siempre habrá escollos, piedras, tropiezos y caídas, pero ante cada una siempre estará el Señor para tendernos la Mano y ayudarnos a levantar, pues cada tropiezo y caída nos hace más fuerte si nos tomamos de Su Mano y seguimos el Camino.
Por eso el mismo escritor de Hebreos nos sigue diciendo:
"Recordad al que soportó la oposición de los pecadores, y no os canséis ni perdáis el ánimo.
Todavía no habéis llegado a la sangre en vuestra pelea contra el pecado".
Aún hemos de seguir combatiendo el buen combate, estamos en marcha, y debemos buscar cada día la fuente del Agua Viva para refrescar nuestra Fe, nuestra Esperanza y nuestro Amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.