lunes, 9 de febrero de 2015

Hoy puede ser un gran día

Hoy la liturgia nos lleva a los principios de la creación, a recordar el proceso de la creación, pero sobre todo a recordar las Manos del Creador. Es imposible, sobre todo en estos días, en estos hermosos lugares, no poder mirar sin pensar en el Creador, en su maravillosa mano que ha creado inmensidad de cosas, y dentro de todas esas maravillas nos puso a nosotros como protagonistas y sucesores de Su Obra.
Cada vez que salgo por estas sierras, o tengo la oportunidad de ir por cualquier otro lugar, no me canso de mirar y asombrarme por la creación ¡es una obra maravillosa! Y, si egoísmos y con mucho amor, el Padre la puso en nuestras manos, nos dejó a nosotros, sus hijos, encargados de conservarla y llevarla plenitud.
¿Tanto confía Dios en el hombre? ¿Tanto confía en mí?
Sí, cada día el Padre pone su confianza en el hombre creador por Él, por que nos creó a su imagen y semejanza, y por eso cree que nosotros podemos llevar a plenitud su Obra Creadora. Para eso nos ha dado todos los elementos necesarios para conocer Sus Planes y llevarlos a la práctica. Aunque algo que el Padre hizo sin egoísmos, nosotros no podemos, quizás, quitarnos el egoísmo de nuestro corazón y por eso, aún, como dice San Pablo: la creación entera gime como dolores de parto esperando...
Pero comencemos una semana con el Espíritu fuerte, elevado, buscando en la inmensidad del Amor de Dios que se manifiesta en la creación, cuál es Su Plan para nosotros, cuál es su Querer hoy para mí, qué es lo que Él quiere que haga, porque cada día, cuando los primeros rayos de sol tocan nuestras vidas, son los mismos rayos de Luz del Espíritu que viene a anunciarnos que el Padre vuelve a confiar, vuelve a darnos Su Luz para que iluminados por Él llevemos a cabo la Obra de Salvación.
Hoy, como dice la canción, ¡puede ser un gran día! depende de nuestra disposición al Espíritu cómo comenzarlo, cómo continuarlo y cómo finalizarlo. Seguramente algo no nos saldrá tan bien, o algo nos saldrá mal, pero pongamos todo en Sus Manos, no dejemos que nada se escape de la Luz de Su Gracia, para que todo nuestro sea consagrado a Él, para que todo nuestro día esté iluminado por esos rayos de Luz del Espíritu, para que todo lo que hagamos lo iluminemos con los Dones que el mismo Espíritu nos ha concedido, los dones de la alegría, de la verdad, del amor, de la paz, del consuelo, de la esperanza. Así la creación no perderá nunca su brillo original y nosotros seguiremos colmados con la Gracia del Padre que, día a día, tiene preparada para aquellos que son Fieles a la Vida que Él nos regaló.

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