jueves, 12 de febrero de 2015

Lo que más importa: tú

Al terminar la creación del hombre, el texto bíblico dice:
-“No está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude.”
Dios que nos creó a imagen y semejanza suya, no podía dejar que estuviéramos solos, que el hombre fuera el único ser que no tuviera alguien semejante a su lado, por que Él, un Dios Comunidad, sabía la importancia del amor, de la compañía para vivir, para alcanzar la plenitud.
No hubiese alcanzado la plenitud el hombre solo, si tenía que ser imagen y semejanza de un Dios Trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, por eso lo miró y se dio cuenta que no podía ser que estuviera solo.
Dirá algún filósofo somos ser-con-los-demás, con los demás, con el otro, con un tú nos vamos realizando, necesitamos del otro para poder descubrirnos, para poder acompañarnos, para poder sostenernos. Por eso es tan importante que en este mundo de hoy volvamos a descubrir nuestro ser-en-comunidad.
Así como en el relato de la creación vemos cómo Satanás tienta al hombre para desobedecer a Dios y perder lo mejor que tenía, hoy nos vuelve a tentar para que perdamos lo mejor que tenemos: nos hace individualistas y egoístas para perder nuestro ser-en-relación, para perder lo mejor del yo que es el tú, el tú humano y el Tú Divino.
Cada día que pasa nos tornamos seres más solos, aunque estemos rodeados de personas, aunque estemos comunicados por montones de servicios y redes no compartimos nuestras vidas, aunque podamos acercarnos de una manera rápida y eficaz no vamos al encuentro del otro, aunque nos sea fácil encontrar el silencio para el Encuentro vivimos en el ruido para no encontrarnos.
Cada día que pasa vamos perdiendo a alguien importante, y no es porque Dios lo lleve a la Casa Eterna, sino porque nuestro silencio va deteriorando una amistad, una relación, un encuentro, porque siempre hay cosas más importantes que encontrarnos con quien necesito o con quien me puede necesitar. Porque no hace falta que el otro me grite ¡auxilio! para ir a su encuentro, no hace falta que el otro esté grave para visitarlo, con el otro soy cada día más yo, con el otro cada día crezco más, con el otro plenifico el amor.
No dejemos que hoy el tentador nos haga comer la manzana de la soledad, del egoísmo y del individualismo, busquemos el Pan de la Vida que nos lleva al Encuentro para poder encontrarnos, y así, juntos viviendo como hermanos podamos construir el Reino aquí en la tierra, y alcanzar, cada uno la plenitud de nuestro que se perfecciona, que alcanza su felicidad haciendo feliz al tú que Dios ha puesto a mi lado.

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