Hoy, después de comer, me fui a caminar al Nacimiento del Río Mundo, tenía ganas de salir de casa y de contemplar la hermosura de nuestra naturaleza. Fue un interesante paseo que me ayudó a despejar la cabeza y el corazón. Es que es muy bueno poder sentir el aire frío y puro de la montaña, el ruido de las aguas al caer desde tal altura.
A medida que caminaba iba analizando todo lo que fue ocurriendo a lo largo, no sólo de estos días últimos, sino desde hace un tiempo. Pero, afortunadamente sucedió lo que sucedió el viernes con el famoso video y todo se fue aclarando.
El viernes, como ponía en mi reflexión del Facebook, me levanté y me encontré con la noticia del video titulado “Procesión mutante de la Virgen de Riópar” (o algo así, y pido disculpas si he escrito mal el título) y eso me puso de “mal cuerpo” (como se dice por aquí), es decir me entristeció mucho.
Pero hoy, luego de leer tantas y tantos comentarios de los que están a favor del video he llegado a alegrarme. Sí, me he alegrado porque me he dado cuenta de algo que me había olvidado sobre mí: que no soy una persona inteligente.
No, no es broma. Es que es en serio. Tantos han dicho que los que pensamos diferente a quienes hicieron el video no entendemos sus razones, y, aunque nos den razones, tampoco sigo sin entender. Que me he acordado que por supuesto que no lo voy a entender porque no soy tan inteligente como me lo he creído hasta ahora. Y eso me alegró.
Porque en mi creerme inteligente pensaba que el derecho a la libre expresión era para todo ciudadano, pero me han hecho comprender que no todos podemos expresarnos libremente, que si ofenden mi fe no tengo que decir nada, porque eso es una libre expresión del arte de personas más inteligentes que yo.
También creía que respetar al otro formaba parte de la cultura de personas inteligentes, pero me han hecho tomar en cuenta que no. Que sólo hay que respetar al que no quiere respetarte, y que si no te respetan te tienes que callar, porque eso te hace parecer un persona retrógrada y sin cultura, porque hoy cualquiera puede decir lo que siente y hasta incluso debes rendirles pleitesía porque te han demostrado que eres una persona sin cultura. Porque eso del respetar al otro es del tiempo de nuestras abuelas, de aquellas que usaban mantilla y no andaban mostrando las tetas (aquí en España se puede decir) en público como muestra de la fe que tienen.
También, por suerte, me he dado cuenta que no soy un “yihadista”, porque si lo hubiera sido no habría quedado títere con cabeza, y sólo pude decir que me había dolido la situación. Pero si hubiera dicho algo más fuerte quizás todos se hubiesen escrito (esta vez en español) “yo soy mutante”. Pero no, sólo soy un simple cristiano que intenta volver a creer y defender lo que cree.
También me he dado cuenta que por suerte no hay en mi Factbook ninguna foto de cuando hice de ángel Gabriel en el pesebre de Arrecifes, ni de profeta Isaías, porque si por vestirme de mujer en obra de teatro di pie a que alguien se vistiera de Virgen de los Dolores e hiciera una procesión mutante, no sé hasta qué punto se habría llegado. Menos mal que después de esa obra de teatro me hicieron ver que no estaba bien y dejé de hacerlo, porque sino no se que tan mal ejemplo hubiera dado a la juventud.
Creo que no me alcanzarían las hojas para escribir lo bien que me siento de darme cuenta que no soy una persona tan inteligente, que sólo quiero vivir el Evangelio, aunque me apasionen las tradiciones de estos hermosos pueblos de España. Que me apasionaron los relatos de las grandes procesiones que se hacían en el pueblo, de cómo la gente valoraba la fe y el Amor hacia la Virgen y a Jesús. Que haya enamorado de que quisieran conservar los vestidos de manchegos o serranos y que por eso recuperaban sus canciones, sus bailes. Que le regalaran cada septiembre a la Virgen sus más bellas danzas, y que, desde mi dureza para el baile, intentaran hacer que aprendiera la Pita.
Realmente me he dado cuenta que me encanta haber descubierto que no soy inteligente, que me muevo por el amor a Dios y a la gente, que me gusta conservar las hermosas tradiciones de mis pueblos, que me encanta escuchar las historias de los abuelos y descubrir cómo en sus ojos brilla aún el amor por su fe, por su Virgen, por Su Señor.
Realmente me he dado cuenta que desde mi pobre intelectual sueño con la utopía de vivir en una patria de verdaderos hermanos, en la que todos podamos ser realmente libres, respetándonos en todo el sentido de la palabra, un respeto que nace del amor por el otro, y no del que como soy más inteligente que vos soy capaz de pisotear lo que crees, lo que has brindado, porque la historia la tejieron nuestros padres, nuestros abuelos, y nosotros somos hijos de esa historia que hoy queremos destruir, queremos destruir nuestros propios cimientos porque hemos encontrado la luz de la libertad, que no es sólo un simple hacer lo que quiero aunque a ti te moleste, porque soy sólo yo el que tiene derecho a la libre expresión, tú sólo mira y calla, porque tu inteligencia no es como la mía que la he formado con los libres pensadores de este “nuevo siglo de las luces”.
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