Dichoso el que, con vida intachable,
camina en la voluntad del Señor;
dichoso el que, guardando sus preceptos,
lo busca de todo corazón.
Así dice el Salmo de hoy, porque el Señor le decía al Pueblo de Israel:
"Hoy te has comprometido a aceptar lo que el Señor te propone: Que él será tu Dios, que tú irás por sus caminos, guardarás sus mandatos, preceptos y decretos, y escucharás su voz".
Podríamos, quizás, preguntarnos: ¿cuándo me he comprometido con el Señor? La mayoría de nosotros, los bautizados, hemos hecho un compromiso inconsciente en el día de nuestro bautismo, porque el compromiso lo hicieron nuestros padres y padrinos. Pero, al hacernos mayores y conscientes, lo fuimos renovando, poco a poco. O, también, lo fuimos rompiendo, poco a poco, hasta dejar de lado la fe que recibimos y rechazar a Dios y sus leyes.
Y, una buena parte de bautizados, se ha quedado en el medio del camino: son los que están bautizados, dicen creer en Dios, pero no quieren vivir de acuerdo a sus leyes, leyes que creen que han sido puestas por los hombres, sin darse cuenta que (para los cristianos, y para los católicos) estas leyes las consideramos dictadas por el mismo Dios y confirmadas por Su Hijo Jesucristo.
Sí, ya lo sé, me van a decir que estoy un poco pesado con esto de la Ley de Dios, pero no puede dejar de pensar que vivimos en un mundo donde nos importa un comino la Ley, ya sea humana o divina, y por eso queremos constantemente hacer nuestras propias leyes y vivir según nuestro propio antojo. Y así no vamos por el buen camino. O, mejor dicho, si quiero vivir a mi propio antojo hago mi propio pueblo o formo mi propia iglesia, pero no quieras hacer lo que se te antoja en donde no está permitido.
Hace un tiempo que hay una realidad que me da vueltas constantemente en la cabeza: ¿por qué siempre queremos seguir los malos ejemplos de la gentes y no nos adherimos a los buenos ejemplos que tenemos? Siempre estamos buscando el salirnos del Camino para mostrar que somos originales, o que tenemos ideas brillantes, pero nunca tomamos los buenos ejemplos de aquellos que han dejado su vida en construir algo nuevo y bueno, de acuerdo a lo que creen y quieren vivir. No sólo los santos de los altares nos dan esos ejemplos, sino que en nuestra propia familia o pueblo hay gente que ha dejado su vida y es un ejemplo de vida. Pero siempre nos animan aquellos que se salen de lo que queremos vivir.
Si formas parte de la Iglesia, si has aceptado tu bautismo y renuevas tu fidelidad a Dios en este Camino de Fe, acepta la Palabra de Dios. Pero si no quieres aceptar la Palabra de Dios, no quieras estar dentro de este Camino de Fe.
Por eso Jesús no sólo nos pide "cumplir" con la letra de la Ley, sino que nos lleva a vivir el Espíritu de la Ley, y un pequeño ejemplo es lo que hoy n os dice en el Evangelio:
- «Habéis oído que se dijo: "Amarás a tu prójimo" y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos.
Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»
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