"Por medio de Jesús, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de unos labios que profesan su nombre.
No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente; ésos son los sacrificios que agradan a Dios".
La palabra sacrificio se puede entender, por lo menos, de dos maneras:
- renuncio a algo para hacer otra cosa, es decir sacrifico algo que me gusta o no, hago un mayor esfuerzo para algo
- y, por otro lado, hago que lo ordinario de todos los días tenga una valor sobrenatural, lo hago sagrado porque lo ofrezco al Señor.
En este párrafo de la carta a los Hebreos, el escritor nos habla de sacrificios y nos habla de cuáles con los que "agradan a Dios", y son claro está los que exigen de parte nuestra un serio esfuerzo, y que, como fruto hacen que no sólo yo mismo crezca, sino que crezca mi hermano y mi comunidad.
Claro que hay sacrificios que son muy duros, pero muchas veces los sacrificios son externos a nosotros y por eso no dan frutos de conversión. Es decir, hemos visto muchas veces a gente que ofrece una larga procesión, ofrece cortarse el cabello o dejarselo largo, ofrece una donación o tal cosa. Pero lo que más agrada a Dios son los sacrificios que implican una donación de uno mismo, un sacrificar mi yo para conseguir un bien mayor, que "aproveche" a mi conversión.
"Ofrezcamos el fruto de unos labios que profesan su nombre", nuestros labios hablan de la abundancia de nuestro corazón, dice el Señor, pues si nuestro corazón está lleno de Dios, y, por eso lleno de los frutos de su Espíritu, entonces nuestros labios serán constructores de relaciones de amor, de paz, de alegría, de fraternidad, buscando siempre la Voluntad de Dios.
"No os olvidéis de hacer el bien", ¿qué bien? ¿cuál bien? ¿el que a mí me parece? ¿el que a mí me gusta? No, el Bien que procede de Dios, el Bien que Dios quiere para tí, el Bien que Dios quiere para tu hermano, para tu familia. Si buscamos el Bien absoluto, buscaremos a Dios, buscaremos Su Voluntad para poder llevarla a cabo. Buscaremos no sólo sentirnos bien, sino hacer que la Bondad sea un valor en nuestra vida, y que nuestra vida sea un camino de bien para mis hermanos, pues siempre seré instrumento del Bien en todo lugar que esté.
"Y de ayudaros mutuamente", claro que al vivir en una sociedad individualista y egoísta, salvo en situación de catástrofes, cada uno busca su propio estar bien. Aunque tenemos una conciencia de ayudarnos, no es lo que prima a la hora de pensar en el día a día, pues primero estoy yo y después si me queda tiempo haré algo por alguien. En cambio, cuando el corazón está lleno de Dios, y conoce el valor del agradecimiento, no da de lo que le sobra sino que busca entregar de lo que tiene para ayudar a quien lo necesita. Y no sólo hablo de bienes materiales, que, generalmente, abundan más de lo que pensamos, sino de nuestros bienes espirituales que son los que más, hoy en día, se necesitan.
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