miércoles, 25 de febrero de 2015

La voz de Jonás

¡Qué difícil es escuchar el mensaje de Jonás!
Jonás fue enviado a Nínive a proclamar que sería destruida si no se convertían. Para Jonás fue difícil aceptar la misión que Dios le encomendaba porque no quería ir a anunciar la destrucción del pueblo, hasta que finalmente lo hizo. Y comenzando por el rey todos se vistieron e hicieron penitencia para lograr el perdón de Dios.
Y ¿por qué es difícil escuchar el mensaje de Jonás? Por que a todos, a unos más a otros menos, no nos gusta escuchar que nos hemos equivocado, no nos gusta escuchar que hemos pecado y menos que nos digan que tenemos que cambiar o que pedir perdón. Claro que sí nos gusta criticar y señalar a los que se equivocan, y erigirnos en jueces, a unos más que a otros, para ejecutar sentencias. Pero cuando la vara llega a mi puerta... eso sí que no me gusta. Porque que sea yo quien juzgue ¡vaya y pase! porque yo tengo razón, pero ¡qué vienes tú a decirme qué!
¿Por qué yo no puede decirte que estás obrando mal? ¿Por qué tú sí que puedes señalarme a mí y yo no a tí? ¿Cuál es la diferencia?
La diferencia radica en el por qué hago lo que hago, en si critico por criticar a todos los vientos o me acerco a mi hermano para la corrección fraterna, en si mi soberbia me lleva a ser sólo acusador pero nunca penitente. Porque hay quienes somos muy "justos" para los demás, pero para nosotros o los "nuestros" no lo somos tanto.
¡Cuántas cosas hay en nuestra vida de las que hemos de arrepentirnos y pedir perdón!
Dios nos acusa, es cierto; nos hace ver nuestro pecado y nuestras faltas, y no hay un día que no deje de mostrarnos que nos equivocamos. Pero ¿por qué lo hace? Por que no quiere perdernos, no quiere que nos equivoquemos de camino y no lleguemos a Nuestra Casa Paterna. Él que nos creó por Amor quiere que volvamos a la Casa, que gocemos de su Presencia, de Su Amor, de Paz, por eso una y otra vez nos señala el Camino, hasta se hizo Él Camino para que nos sea más fácil identificarnos y caminar sobre sus huellas.
Pero nos falta, un poco, la actitud de reconocer que nos equivocamos. La capacidad de discernir dónde he dejado de seguir sus Huellas, y dónde he seguido otras huellas más "acomodadas" a mi vida, pero que me dejan vacío interior, que no llenan mi alma ni me dan el calor del Espíritu que me enciende no sólo por un ideal, sino por el más alto Ideal.
No nos cerremos a la voz de Jonás que nos anuncia de parte de Dios la destrucción de nuestra vida, sino que aceptemos que por medio de Jonás Dios nos está hablando y aceptando nuestro error y pecado, recurramos a Él pidiéndole perdón y la fortaleza para convertir nuestro corazón. Por que lo mejor de nuestra conversión es el abrazo de Amor que el Padre nos da el día de nuestro reencuentro con la Gracia del Perdón.

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