Esta semana nos espera una buena reflexión, no de mi parte claro, sino que Dios nos está haciendo mirar alto para reflexionar sobre nosotros mismos, sobre nuestra vida, porque hoy nos recuerda cuál es nuestra primera misión, nuestro Ideal de vida:
"El Señor habló a Moisés:
- «Habla a la asamblea de los hijos de Israel y diles:
"Seréis santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo".
Casi nada es lo que nos pide Dios. Pero en realidad no es una exigencia, sino que es una propuesta de vida, es el mejor de un Padre hacia sus hijos. Y, como todo padre desea lo mejor para sus hijos, desea el mejor camino para que alcancen la felicidad, para que pueden tener todo en la vida. Sí, para que podamos tener todo en la vida, Dios nos dice cómo: seréis santos.
La santidad es el camino que nos conduce a Dios, que nos permite vivir en Dios y que nos proporciona todas las Gracias necesarias para poder alcanzar los deseos de nuestro corazón.
Claro que no es fácil ser santos como nuestro Padre Celestial es santo, pero no es un camino que vamos a recorrer solos, porque Él no nos dejó solos, sino que nos envió a Su Hijo, y Su Hijo se nos da en Pan de Vida para que, cada día y todos los días, podamos renovar fuerzas con Su Vida.
Así nuestra vida será Vida cuando nos alimentemos con Su Cuerpo. Nuestra vida será Vida cuando dejemos que Su Palabra penetre en nuestro corazón. Nuestra vida será Vida cuando le permitamos al Espíritu animar nuestro día cotidiano y nos ayude a ser obedientes a la Voluntad del Padre.
Y nuestra vida se irá realizando, se irá transformando en vida santa cuando con la Gracia que Dios, día a día nos concede, podamos vivir ese Amor a Él en la relación continua y constante de amor a nuestros hermanos. Porque la santidad de vida se manifiesta en los actos cotidianos, en las relaciones diarias con nuestros hermanos y no sólo con aquellos a quienes queremos, porque eso también lo hacen los paganos y los gentiles, sino con aquellos a quienes no queremos y que tanto queremos alejarnos de ellos.
Por eso, llegado el momento en que pasemos por delante de Dios para querer entrar en el Cielo, El Señor nos hará la pregunta más exigente de nuestra vida: ¿qué hiciste con tu hermano? ¿has amado como Yo te amé?
"En el atardecer de nuestras vidas seremos juzgados en el Amor", decía San Juan de la Cruz, pues comencemos a practicarlo ahora que aún está amaneciendo y hay luz de día, no sea que nos llegue el atardecer y nos encuentre intentando amar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.