"La viña del Señor del universo es la casa de Israel y los hombres de Judá su plantel preferido.Esperaba de ellos derecho, y ahí tenéis: sangre derramada; esperaba justicia, y ahí tenéis: lamentos"
El profeta Isaías, o mejor dicho, Dios a través del profeta, dice claramente a quién se está refiriendo con su parábola.
Y Jesús, al finalizar su parábola, también habla claramente a quién se refiere con ella:
"Por eso os digo que se os quitará a vosotros el reino de Dios y se dará a un pueblo que produzca sus frutos".
Es claro que luego de tantas parábolas acerca del Reino de los Cielos, de la misericordia del Padre, nos tenía que llamar la atención y hacer conocer, también, la justicia de Dios. Porque, muchas veces, creemos que tenemos derecho a todo y por eso pedimos y pedimos, pero nunca pensamos que también tenemos que dar frutos y frutos abundantes que son los que espera el Padre por la siembra que ha hecho en nosotros.
También puede ser cierto que pensemos que esas parábolas y advertencias eran sólo para el Pueblo de Israel, pero, también, podemos transportarlas a nuetros tiempos: a nuestra iglesia, a nuestra comunidad, a nuestra familia, e, incluso, a nuestro corazón.
¿Cuántos talentos me ha dado el Señor? ¿Cuánto ha hecho Dios por mí? ¿Cuánto fruto he dado? ¿He dado frutos del Espíritu o he dado malos frutos? Son preguntas que nos tenemos que hacer para saber si hemos actuado como Dios quería o cómo los que alquilaban las viñas de las que nos hablaba Isaías y Jesús?
No estamos libres de actuar como los que alquilaban las viñas de las parábolas, y por eso tenemos que saber que Dios no sólo podrá perdonar nuestros errores y pecados, sino que también actuará con justicia si nosotros no hemos sabido ser justos con lo que se nos ha otorgado. Porque, recordemos que no estamos libres de ser egoístas y egocénricos creyendo que todo es nuestro y que no le debemos nada a nadie...
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