"En aquel tiempo, decía Jesús:
«¿A qué es semejante el reino de Dios o a qué lo compararé?"
¿Qué podemos decir nosotros acerca del Reino de Dios? ¿Cón qué lo podemos comparar? Si nos hicieran esa pregunta ¿qué responderíamos? Y si nos preguntaran cómo es un cristiano ¿podríamos decir como le dijo Jesús a los discípulos: vengan y vean? Mirad mi vida y veréis cómo es un discípulo de Cristo...
Uff!!! me falta mucho para poder decir eso. Aún no he dejado de lado mi yo para que pueda vivir Cristo en mí, como dice san Pablo. Pero tampoco es que no viva nada... pero, creo que nos costaría mucho pensar o tener que decir: miradme y veréis cómo es un discípulo de Cristo.
Creo que aún tenemos un cierto miedo de sentrinos modelos de vida para los demás, o, sobre todo, una cierta vergüenza porque no somos totalmente fieles al Evangelio. Y, creo, que tampoco nos hemos puesto a pensar cómo sería vivir intensamente el evangelio en nuestras vidas, o pensar cómo sería el Reino de los Cielos si viviéramos intensamente el evangelio. O cómo me gustaría que sea el Reino de los Cielos aquí en la tierra.
Sí, estoy un poco liado con esto. Pero son cosas que me han surgido, y ya sabeís que lo que va surgiendo lo voy poniendo por escrito. Y me resulta interesante que nos hagamos estas preguntas, porque nosotros, tú y yo, somos testigos de cristo, somos evangelizadores, somos discípulos a los que se les ha encomendado la tarea de llevar la Buena Noticia hasta el fin del mundo, y ¿cómo transmitimos esa Buena Noticia si nosotros no la vivimos? ¿Cómo invitamos a los demás a vivir algo que nosotros no vivimos? ¿Qué podemos decir para que los demás se den cuenta que este Camino es el que lleva a la plenitud del ser, el que da Vida a nuestra vida?
Sí, podemos hablar muchas cosas, si es que hemos aprendido algo. Podemos recitar muchos versículos de la Biblia y narrar la anunciación y el nacimiento, la Pasión y la Resurrección, pero... ¿servirá eso para que otros busquen el Camino de Cristo? ¿Servirá para que se encuentren con Cristo o quieran encontrarse con Él?
Yo creo que cuando Jesús le contaba a la gente acerca del Padre, del Reino y de la Vida eterna, lo hacía con fuerza en sus palabras, no porque Él tuviera autoridad sino porque Él conocía y sabía de lo que hablaba: Él tenía el Reino en su corazón, pues Él es el Reino de Dios. El hablaba con autoridad sobre el Padre porque lo conocía, porque hablaba con Él, porque lo escuchaba, porque lo amaba y le obedecía.
Él hablaba del Reino con convicción porque sabía de dónde venía y a dónde volvía, y quería que aquello que Él había vivido con el Padre y el Espíritu lo podamos vivir nosotros, entre nosotros, aquí en la tierra. Si no ¿por qué nos dijo que pidiéramos todos los días: venga a nosotros Tu Reino? No puede habernos dicho eso si no es algo bueno para nosotros, y por eso nos ha pedido que para poder ganar el Reino debemos renunciar a nosotros mismos, y dejarnos conducir por Su Palabra y la Voluntad del Padre.
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