En la segunda carta de san Pablo a los Corintios (es la lectura breve de Laudes), expresa esto:
"Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordia y Dios de todo consuelo; él nos consuela en todas nuestras luchas, para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por Dios. Porque si es cierto que los sufrimientos de Cristo rebosan sobre nosotros, también por Cristo rebosa nuestro consuelo".
Lo copio porque habla de nuestr tribulaciones y sufrimientos, y el consuelo que nos da el Señor para poder vivirlos y aceptarlos como la Cruz de cada día que Él nos pide llevar en favor de la salvación personal y de todos los hombres. Pero, además de eso, también nos hace ver el sentido que tiene esa Cruz, una vez que es aceptada y superada: "para poder nosotros consolar a los que están en toda tribulación".
No siempre nos damos cuenta que todo lo que el Padre permite o quiere que vivamos, no sólo es para la salvación de los hombres, sino que es una experiencia que adquirimos para poder consolar a otros, es decir, para ser también cirineos de nuestros hermanos que no saben llevar o aceptar las cruces que el Señor nos pide cargar.
Por eso es que, muchas veces, el Señor nos pone cerca a algún algun hermano para que sea yo quien lo consuele, porque Él ya me había consolado a mí. Y escribiendo esto, me acordé de una oración de la Madre Teresa de Calculta, así que finalizo con esa oración que la tituló "Oración para aprender a amar":
Señor, cuando tenga hambre, dame alguien que necesite comida;
Cuando tenga sed, dame alguien que precise agua;
Cuando sienta frío, dame alguien que necesite calor.
Cuando sufra, dame alguien que necesita consuelo;
Cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro;
Cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado.
Cuando no tenga tiempo, dame alguien que precise de mis minutos;
Cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien;
Cuando esté desanimado, dame alguien para darle nuevos ánimos.
Cuando quiera que los otros me comprendan, dame alguien que necesite de mi comprensión;
Cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame alguien a quien pueda atender;
Cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona.
Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos;
Dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.