martes, 20 de octubre de 2020

Adorar en Espíritu y Verdad

 "Hermanos:

Entonces vivíais sin Cristo: extranjeros a la ciudadanía de Israel, ajenos a las alianzas y sus promesas, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Ahora, gracias a Cristo Jesús, los que un tiempo estabais lejos estáis cerca por la sangre de Cristo.
Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos ha hecho uno, derribando en su cuerpo de carne el muro que los separaba: la enemistad".
Desde ayer que todos estamos apenados y horrorizados, creo, por tantas barbaries que se están presentando, no sólo en Chile con la quema de las iglesias, sino en muchas partes del mundo. Las protestas frente a la diferencia de opinión derivan siempre, y creo no equivocarme, en la quema de iglesias, de casas, la rotura de cristales en tiendas, en bancos, etc. etc. No son sólo las iglesias las que están quemando, sino que es la dignidad del ser humano lo que están profanando, al presentarse ante la sociedad como meros animales enfurecidos por que hay otros que piensan diferente y, también como ellos, quieren defender su verdad.
¿Cuál es el problema de que haya otras personas que piensen diferente? ¿Acaso no buscamos y pretendemos una libertad de expresión? ¿No podemos defender cada uno nuestra verdad sin tanta violencia? ¿No será acaso que el defender tanto los derechos individuales nos hemos olvidados que somos una sociedad civilizada? ¿Que todos tenemos los mismos derechos y, también, por si se nos olvida: las mismas obligaciones? ¿El respeto a mis ideas no se basa, también, en el respeto de las ideas de los demás? Y ¿si yo puedo defender mis ideas, porqué tú no puedes defender las tuyas? ¿Tenemos por eso que sacarnos los ojos?
Realmente no entiendo a esta generación, como diría Jesús: "malvada y perversa", porque lamentablemente ese es el calificativo que podemos darle. Pero, así y todo, como nos invita san Pablo tenemos que buscar la Paz. No podemos defendernos con la misma violencia porque nos haríamos iguales en la falta de dignidad y respeto.
Y, permitidme, parafrasear una frase de Pablo Neruda: "podrán quitarnos todas las flores, pero no podrán quitarnos la primavera", podrán quemarnos todas las iglesias pero no podrán quemar la fe del corazón de los cristianos. Y, como ya lo quieren hacer desde hace más de 2000 años, no es el fuego del odio lo que ganará esta batalla, sino el fuego del Espíritu que seguirá encendido en los corazones de los que con fe defendemos y defendermos las verdades que Jesús ha sembrado en nuestros corazones.
"Así pues, ya no sois extranjeros ni forasteros, sino conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios. Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular. Por él todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor. Por él también vosotros entráis con ellos en la construcción, para ser morada de Dios, por el Espíritu".
Mantengamos firme y fortalecido nuestro espíritu, pues en nosotros seguirá morando la Vida de Dios, y seguiremos, aunque no tengamos templo, adorando a Dios "en espíritu y verdad".

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