Para quien tiene sed una gota de agua es una maravilla, pero para quien no tiene sed una gota de agua sólo sirve para tirarla o dejarla correr.
Para quien está necesitado de milagros cualquier señal de milagro es milagro y hacia él va, pero para quien está satisfecho de todo un milagro es sólo algo para discutir o investigar.
Y así es nuestra fe, es la Fe. Quien necesita ser sostenido, protegido, amado, consolado, encontrar caminos de esperanzas, encontrar un sentido más alto, lo puede encontrar en la Palabra de Dios, en el Misterio de la Fe, en la invocación a los Santos, en la Gracia de los Sacramentos. Pero quien sólo se engríe de su propia inteligencia analiza cada palabra de la Biblia para encontrar el error, la explicación lógica; no puede asombrarse por el Misterio de la Fe celebrado cada día; no encuentra razonable hablar con "los muertos" porque no hay un cielo donde pasar la eternidad; y los sacramentos son inventos de hombres que quieren tener a la gente (como creen muchos) sometida por la fe.
Por eso Jesús con mucha alegría clamaba al Padre por "haber ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y haberlas revelado a los de corazón sencillo" y necesitado. Y así lo vemos hoy en el Evangelio rodeado de gente sencilla y necesitada, los sabios y prudentes se quedaban afuera del círculo de los necesitados porque no creían y no necesitaban del Salvador.
Y yo me pregunto: cuando los apóstoles repartieron los Panes y los Peces que Jesús multiplicó ¿no habrán comido ellos también de esos panes y peces? ¿no habrán tenido hambre como todos los demás y estiraron sus manos para tomar un trozo de pan y de pescado? Seguro que sí, porque como dice el refrán "cuando hay hambre no hay pan duro", y aunque no creyeran en el Mesías, seguramente se alimentaron de Él, pero escondiendo su rostro, sus manos y sus necesidades.
Son muchos los que leen la Palabra de Dios y comienzan a analizar palabra por palabra para ver qué es lo que quiso decir, que es lo que no quiso decir, qué es lo que en realidad pasó, desmenuzando un diálogo, un relato, un hecho. Para algunos la Palabra es un libro de cuento que alguien se puso a escribir. Pero para los que sabemos que es nuestro Padre quien nos ha querido dejar lo mejor de Sí para nuestra vida, sabemos que es nuestro mejor tesoro, porque una carta de amor no se puede nunca dejar de atesorar, y necesitamos tener siempre la esperanza viva para seguir creyendo y avanzando hacia ese futuro en el que el Amor se haga Vida, y la Vida se haga eternidad.
La Promesa de Dios se ha cumplido en Jesucristo que vino a nuestras vidas para darnos vida, aunque el llamado que él nos hizo a seguirlo nos parezca difícil, es el llamado a vivir la Promesa. La Promesa de un mundo nuevo que se hace nuevo con nuestra vida nueva, y nuestra vida se hace Vida cuando nos acercamos a la Mesa del Banquete Celestial en donde Jesús multiplica el Pan de la Vida para darnos de comer, para alimentar nuestra Fe, nuestra Esperanza y nuestro Amor, para que cada día nuestra vida sea un signo de esperanza para aquellos que siguen sin encontrar respuestas ni sentido.
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