martes, 15 de diciembre de 2015

¿Arrepentido de ser cristiano?

En el evangelio de hoy Jesús nos plantea, tantos a los ancianos y sumos sacerdotes como a nosotros, ¿quién hizo la Voluntad de Dios? Pero también vemos en esa parábola el sentido del arrepentirse de lo que uno ha dicho o ha hecho.
El arrepentirse se puede usar, como leemos, de dos maneras: para el bien o para el mal, porque me puedo arrepentir de algo que he hecho mal o de algo que he hecho bien.
Hoy la sociedad nos plantea, muchas veces, si el actuar bien y según nuestras costumbres cristianas es lo que debemos hacer, o simplemente dejarnos llevar por el actuar del mundo. A los adolescentes y jóvenes, y también a los adultos, se nos plantea el tema de si hemos sido (perdonen la expresión) "estúpidos" por haber vivido tanto tiempo cristianamente, porque parece que hoy la sociedad ve como algo maligno y estúpido el cristianismo. Por eso muchos no aceptan ser cristianos, o, en todo caso, dejan el cristianismo para cuando están con su reducido círculo parroquial o de su propio movimiento.
Pero también los hay aquellos que, descubriendo el valor del cristianismo, se arrepienten de su vida anterior y comienzan un camino en búsqueda de un horizonte de santidad.
Por eso, para nosotros, hoy, Jesús nos hace la misma pregunta ¿estás haciendo la Voluntad de Dios? ¿Te arrepientes de ser discípulo mío?
Y, ante la pregunta no podemos responder con que "me obligaron a arrepentirme de ser cristiano", no porque, cada uno tiene libertad, y nadie puede obligarme a dejar de vivir lo que quiero vivir y lo que sé que es lo mejor para mí. Si la opinión de los demás modifica o cambiar mi forma de vivir es porque he visto como bueno lo que me decían o a lo que me invitaban, pero no por que me han obligado a hacerlo.
Para ello tenemos el testimonio de tantos cristianos que se dejan matar antes de renunciar a su fe, a su Dios, a la Vida que Jesús les dio. Confían en aquellas palabras del mismo Jesús: no le temáis a aquellos que sólo pueden matar el cuerpo, temedle a aquél que puede mandar el alma a la gehena.
Pero no sólo por miedo a Dios defendemos nuestra fe, sino por Amor a Aquél que nos ha dado la Vida, por que es la Fidelidad a la Vida lo que nos da Vida y nos asegura la Vida eterna.

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