domingo, 13 de diciembre de 2015

¿Entones, qué hacemos?

"En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: - «¿Entonces, qué hacemos?»
Juan Bautista había anunciado la llegada del Mesías y predicaba un bautismo de penitencia y conversión para "allanar los caminos". Al escucharlo muchos iban a su encuentro para ser bautizados con agua, pero no se quedaban sólo en ese hecho sino que les surgía la pregunta: "entonces ¿qué hacemos?"
Sí, hemos recibido tu bautismo de penitencia y conversión, pero ¿cómo sigue ahora la vida? Un inquietud muy positiva frente a un hecho maravilloso en la vida: la conversión, la búsqueda de nuevos caminos y nueva forma de vivir.
Juan Bautista no era el Mesías, por eso no podía darle a la gente un detallado programa de una vida nueva, eso era la predicación que traería el Mesías, pero no podía dejar ir a la gente sin darle algo para vivir, por eso respondió:
- a la gente sencilla: «El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.» El compartir, abrir el corazón y los ojos para ver la necesidad de nuestros hermanos y compartir con ellos los dones que Dios nos da, ya sean materiales o espirituales. La compasión nos lleva a comenzar a vivir a un amor fraterno que no se quede sólo en palabras sino que se concrete en hechos.
- a los publicanos (recaudadores de impuestos): «No exijáis más de lo establecido.» Vivir la justicia, no exigir a los demás más de lo que pueden dar, pero no sólo en el orden material sino también en el orden de la fe, del amor, de la entrega: "no atéis pesadas cargas a los hombres de los demás", nos va  aclarar Jesús.
- a los militares: "No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.» Una advertencia sobre el apetito de poder, cuando tenemos poder (o creemos tenerlo) nos surge la tentación de oprimir al otro, de hacerle sentir el poder que tenemos, ya sea en la pareja, la familia, el trabajo o cualquier otra situación. El apetito de poder nos hace creer superiores a los demás y por eso creemos que podemos aprovecharnos de las situaciones que nos han dado para que sirvamos a la comunidad, y no para que la comunidad nos sirva a nosotros.
Claro que si bien son tres grupos diferentes de gente, las tres advertencias nos vienen bien a todos, porque son principios básicos que nos ayudan a poder, luego, saltar a las virtudes sobrenaturales que nos predicará Jesús con su Vida.

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