domingo, 20 de diciembre de 2015

Portadores de la Vida, del Espíritu

Hermosa imagen el encuentro de María con Isabel, hermoso por la Gracia derramada en ese momento y por el mensaje que nos dejan las dos a cada uno.
María, la primera misionera porque lleva al Hijo de Dios a la casa de su parienta, lleva al Salvador a la casa de los que habían de salvarse. Pero lo que más me gusta es la imagen que nos presenta, al saludar María a Isabel, Isabel se llenó del Espíritu Santo. Una imagen que es la que debemos tener nosotros presente, porque también nosotros, al llevar a Jesús en nuestro corazón, al creer, como María, podemos llevar el Espíritu Santo a nuestros hermanos y hacer que ellos, como Isabel se llenen de Su Gracia. Eso es ser misioneros, portadores de la Gracia de Dios para que otros puedan recibirla y alegrarse, junto con nosotros, por los Dones recibidos.
Y así Isabel le dijo a María: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!" un saludo que cada día recordamos en el Ave María, y cada día la recibimos a María en nuestra casa y Ella nos lleva a Jesús, nos trae a Jesús, y quiere que, como a Isabel, el Espíritu Santo llene nuestros corazones, para que también nosotros seamos portadores de sus Dones.
Y para eso sólo basta creer. Creer con sencillez de corazón que las Promesas, que las Palabras del Señor se cumplirán porque fueron pronunciadas por Amor, y con Amor el Padre nos hizo la Promesa del Salvador, de una Vida Nueva.
Una Vida Nueva que nace en cada Navidad, una Vida Nueva que nace cuando el corazón está libre de toda atadura, está libre de nuestro de Yo para dejarse colmar por Su Gracia y así, como María, ser Fieles y Disponibles para hacer Su Voluntad.
Porque hoy Isabel alaba a María por su Disponibilidad a creer, por su Fidelidad a la Palabra:
"¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
Que en estos días que faltan para el Nacimiento de Jesús, podamos preparar nuestro corazón para que, como libre posada, pueda Él nacer y llenarnos con su Luz y su Espíritu, así poder, con alegría y gozo, llevarlo siempre a todos nuestros hermanos.

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