jueves, 31 de diciembre de 2015

Gracias por el 2015 y Sigamos en el 2016

Cada fin de año, al igual que cada día, siempre es distinto, porque siempre han pasado cosas, buenas y malas, alegres y tristes, para olvidar y recordar, pero todas y cada una han dejado una huella en nuestro corazón, pues nada pasa sin motivo, o, mejor dicho, que nada pase sin motivo para nuestras vidas para que todas nos dejen alguna enseñanza lo que nos da más sabiduría.
Por eso, a pesar de cómo puede haber sido el año, lo importante es saber aprender de él y terminarlo, por un lado, con mayor sabiduría de vida, por que cuanto más sabios seamos más podremos dar a los demás y más podremos sentirnos gozosos de lo que hemos vivido.
Eso de poner en una balanza lo positivo y lo negativo dejó de preocuparme hace mucho tiempo, los balances me han cansado porque son simples número que sólo sirven para dar cuenta a alguien o a algunos de lo que has hecho con tu vida, y mi vida no es un comercio o sociedad en la que tenga que saber si hubo pérdidas o ganancias, que, seguramente las hubo. Mi vida es un Don, un regalo, que me han hecho y como todo regalo es para disfrutarlo hasta el final.
Este regalo ha sido muy bueno para mí (para otros no lo ha sido porque soy un poco difícil, algunas veces) pero para mí es el mejor regalo que me han hecho, pero sobre todo el regalo de que sea una vida sacerdotal. Una vida en la que cada momento es un momento de aprender y de entregar, de aprender de lo que Dios quiere y de lo que los demás nos entregan con sus vidas, y de entregar a cada momento lo que Dios nos da y lo que los demás nos entregan, para que así, cada día, como decía Santa Teresita: "pueda presentarme ante Él con las manos vacías".
Aunque, en realidad, no se si las tendré demasiado vacías porque es mucho lo que cada día me regala el Padre y lo que ustedes y todos me regalan con sus vidas. Cuando hago un repaso por mi vida veo que cada día recibo regalos hermosos que superan las expectativas en todos los momentos.
¿Que hay mucho que transitar aún? Seguro. ¿Que han quedado situaciones por resolver? Muchas. ¿Que han quedado perdones guardados en el corazón porque no han venido a buscarlos? También. ¿Que ha quedado aún mucho por dar y hacer? Mucho aún.
Por eso, cada día y cada año, tiene su propio afán, cada día que comienza y cada año que empieza tienen nuevas expectativas pero un sólo horizonte: Dios y su llamado a la santidad, un Camino a recorrer, una Vida para ser Fiel, una Verdad para dar a conocer.
Y, cada día y cada año que comienza tiene un sólo pedido: Señor, hazme Fiel a la Vida que me has regalado, hazme Fiel a la Vida que me has pedido vivir, hazme Fiel a la Vida para que la Vida renazca siempre en mi corazón y pueda ofrecerla a quien la necesite.
Ha sido un hermoso 2015 porque cada día intenté ser Fiel a la Vida. Y espero que el 2016 sea un Año de Fidelidad a la Vida, para que juntos podamos recorrer el Camino que en la Verdad nos conduce a la Vida en plenitud.
¡Gracias por acompañarme a recorrer este 2015 y que podamos seguir recorriendo este Camino en el 2016!
¡FELIZ FIN DE AÑO Y FELICIDADES PARA COMENZAR EL NUEVO AÑO DEL SEÑOR 2016!

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Se hizo Hombre para que pudiéramos vivir como Él

En la liturgia de hoy hay un párrafo de San Hipólito, de ese párrafo rescato éste otro:
"Al fin de los tiempos el Padre envió al Verbo -pues ya no quería hablar por medio de los profetas ni ser anunciado en figuras-, ordenándole que se manifestara en forma visible, para que el mundo al verlo pudiera ser salvado.
    Sabemos que este Verbo tomó un cuerpo de la Virgen y que hizo del hombre viejo una nueva creación. Sabemos que fue plasmado de nuestra misma substancia; porque si hubiera obrado de otro modo en vano nos mandaría que lo imitáramos como a un maestro.
    En efecto, si este hombre hubiera sido formado de una substancia distinta de la nuestra, ¿cómo podría mandarme tales cosas a mí, que nací débil? ¿Cómo podríamos, en tal caso, decir que él es bueno y justo?
    Para que no lo creyéramos diferente de nosotros, soportó fatigas, quiso tener hambre y no rehusó tener sed, tuvo necesidad de descanso, no rechazó los sufrimientos de la pasión, se sometió a la muerte y quiso manifestarnos su resurrección. En todo esto ofreció su humanidad como primicias, para que tú, en medio de los sufrimientos, no te desanimes, sino que, recordando su condición de hombre, esperes recibir, también tú, lo que Dios quiso darle a él".
San Juan al llegar al pleno conocimiento de Jesús y de su Anuncio, y habiendo recibido el Espíritu Santo, nos escribe:
"Os repito, jóvenes, que sois fuertes y que la palabra de Dios permanece en vosotros, y que ya habéis vencido al Maligno. No améis al mundo ni lo que hay en el mundo.
Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre. Porque lo que hay en el mundo - las pasiones de la carne, y la codicia de los ojos, y la arrogancia del dinero -, eso no procede del Padre, sino que procede del mundo.
Y el mundo pasa, con sus pasiones.
Pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre".
Por que lo que nos anunció el Señor con su vida, pasión, muerte y resurrección es una Vida Nueva, sobre este cuerpo mortal que tenemos, una Vida Nueva que nace del Amor de Dios, para que ese Amor sea manifestado al mundo tiene que estar encarnado en sus hijos, así como lo estuvo en el Hijo. Por eso, cuando nosotros, los hijos, no descubrimos la plenitud del Amor de Dios que se hizo Hombre para que los hombres pudiéramos hacernos hijos, no llegamos a mostrar el Camino que nos conduce a la Vida.
Claro que el Camino tiene indicaciones y límites, que también los vivió el Hijo, pero sabemos que gracias a esas indicaciones y límites, alcanzaremos al Vida Nueva, una Vida Nueva que se hace extraordinaria en las cosas ordinarias (las de todos los días) porque al hacer diario le imprimo una cuota de Amor Extraordinario y la alegría y el gozo del Evangelio se plasman en lo que habitualmente vivo. No esperemos hacer los milagros de Jesús, sino esperemos Amor como Jesús porque ese el milagro de todos los días que todos esperan de nosotros.

martes, 29 de diciembre de 2015

Coherencia en la decisión

Dice San Juan en su carta:
"Queridos hermanos:
En esto sabemos que conocemos a Jesús: en que guardamos sus mandamientos.
Quien dice: «Yo le conozco», y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él. Pero quien guarda su palabra, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud.
En esto conocemos que estamos en él. Quien dice que permanece en él debe vivir como vivió él".
¿A quién le escribe San Juan? Le escribe a una comunidad de cristianos, por supuesto, a un grupo de gente que habiendo escuchado el Mensaje de la Buena Noticia aceptó la llamado del Señor y, por medio del bautismo, comenzó a vivir un nuevo estilo de vida.
Por eso, podemos decir, que esta carta de San Juan es también para nosotros, porque habiendo escuchado el llamado del Señor decidimos comenzar a recorrer el Camino de la Fe, el Camino que es Jesús mismo, por que Él dijo: "Yo soy el Camino".
Y ¿por qué escribe así? Por que muchas veces creemos que ser cristiano es sólo decir que somos cristianos y seguir viviendo como cualquier otra persona que no conoce a Cristo, que no sabe de los mandamientos, que no tiene idea de cómo vivir.
En aquellas épocas, en las que escribía San Juan, podríamos decir que la gente estaba disculpada porque no había tanto para leer, tanto para escuchar, no había catequesis en las Iglesias, ni clases de religión en las escuelas.
Pero, a estas alturas de los tiempos, en donde tenemos una larga tradición oral, pues la fe nos ha llegado por nuestros padres, donde hemos escuchado mucho de Cristo, donde hemos aprendido en religión o catequesis, y, seguramente, si hacemos un esfuerzo podemos encontrar libros de espiritualidad para seguir madurando nuestra fe, no tenemos excusas para decir: "no sabía que para ser cristiano tenía que vivir así..."
"Que tú Sí sea Sí y que tu No sea No", dice el Señor. Por eso San Juan es tan explícito a la hora de escribir a las comunidades, porque no quiere que se pierda la Verdad sobre el cristianismo, no quiere que aquello que a él le dio Vida Nueva y por lo que entregó su vida se transforme, solamente, en una moda, en algo superficial que pierda el sentido profundo de lo que verdaderamente es: un Camino de Vida.
Por que, en definitiva, nadie nos obliga a ser cristianos, pero si he decidido serlo tengo que ser coherente con la decisión que he tomado. Y no te preocupes si podrás o no, lo que importa es que estés decidido a que tu Sí sea Sí y que tu No sea No, de lo demás se encargará nuestro Padre del Cielo con toda Su Gracia.

lunes, 28 de diciembre de 2015

Los santos Inocentes: no es broma

Los Santos Inocentes, un día que, para mí, trae muchas contradicciones porque no me gustan las inocentadas que se hacen en este día. Los chistes y las bromas que surgen por que es el día de los Inocentes me parecen demasiado fuertes (no por su contenido) sino porque van en contra de lo que queremos recordar, los cristianos, de este día: la matanza de los inocentes.
¿Se puede recordar semejante matanza haciendo bromas? No me parece lo más adecuado, en realidad no me gusta y menos que lo hagamos quienes sabemos lo que significa este día.
Muchas podrán decir: ¡no exageres! ¡no es para tanto!, pero me parece que sí porque nadie quiere recordar la muerte de seres queridos de este modo ¿o sí? Es para pensarlo.
Volviendo a lo que celebramos recién leía en la liturgia de las horas un texto de San Quodvuldeo, que dice:
"Aquel que es la fuente de la gracia, que es pequeño y grande a la vez, que está acostado en un pesebre, te hace temer por tu trono; por medio de ti, y sin que tú lo sepas, realiza sus designios y libra a las almas de la cautividad del demonio. A los que habían nacido en pecado los recibe en el número de sus hijos adoptivos".
Desde aquél primer momento Jesús es fuente de escándalo y de temor para los que quieren vivir en las tinieblas, para los que son esclavos de su propio egoísmo y soberbia, para aquellos que no soportan la Luz de la Verdad, y temen perder el poder sobre sí mismos y sobre otros. Por eso, las tinieblas no sólo no recibieron a la Luz, sino que intentaron apagarla de cualquier modo.
Hoy, a más de dos mil años de aquél hecho nos encontramos en situación similar: se quiere ocultar y apagar la Luz de Cristo que brilla en el mundo, por eso se llevan a cabo tantas matanzas de inocentes, por eso se combate contra nuestra Fe, contra nuestras tradiciones, se acepta el pecado como algo virtuoso, y los gobernantes quieren hacer desaparecer todo aquello que le recuerde la Luz de Dios.
Pero sabemos que las tinieblas no podrán contra la Luz, siempre la Luz renacerá de entre las tinieblas  porque no se puede matar a la Vida misma, no se puede matar lo que no se cree. ¿Cómo? Sí, muchos quieren hacer desaparecer a Dios y dice que no creen en Él ¿cómo, entonces, hago desaparecer algo que no existe? Muchos quieren destruir el cristianismo por que es algo que no sirve y engaña a la gente. Deja que si es una mentira solo va a desaparecer, Y si es una mentira ¡no tengas miedo! las mentiras, dice el refrán, "tienen patas cortas" y no pueden llegar muy lejos.
¿Por qué te quieren volver a matar Jesús? ¿Por qué quieren quitarte del medio de la vida como lo hizo Herodes y como lo quisieron hacer tantos otros? ¿Será acaso por que tu Luz molesta a la tinieblas? ¿Será acaso porque tu Verdad saca a la Luz las mentiras del mundo? ¿Será acaso porque tu Vida ilumina las muertes que provocamos día a día? ¿Será porque realmente existes y eres Verdad, Camino y Vida?
Hoy no es un día para bromas. Los que han dado la vida por Cristo no lo hicieron por broma, sino porque se tomaron muy en serio el llamado de Jesús, porque aceptaron el desafío de "ser Fieles hasta la muerte" al Amor que les había dado la Vida.
Por esto y por mucho más los invito a que no hagamos bromas sobre este día, porque los Inocentes de ayer se van repitiendo todos los días, y nosotros tenemos que tomar el testimonio de sus entregas y unirnos a ellos en Fidelidad a la Vida que hemos recibidos y que queremos vivir.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Sagrada Familia: modelo de vida

La Sagrada Familia, José, María y Jesús, a quienes particularmente recordamos hoy en la liturgia no hacen elevar nuestros ojos y nuestro corazón a un modelo práctico y muy alto de vida cristiana. Por que la Familia de Nazareth es el modelo más auténtico que Dios Padre quiso para darse a conocer a los Hombres, para nacer, para vivir y, por eso, para construir un Camino de Vida en comunidad, en obediencia y en pobreza para que por donde caminar nosotros, sus nuevos hijos.
Si bien cada uno de ellos nos parecen inalcanzables por su santidad y sus entregas, no debemos asustarnos, porque Ellos como nosotros, han tenido la Gracia Suficiente para poder vivir lo que Dios les pedía.
Pero, fundamentalmente tuvieron la certeza de su pequeñez y desde su realidad de hijos, cada uno, puso su confianza en la Voluntad de Dios. Y ese fue es el punto esencial en el que Dios ha de querer que nos centremos: la confianza en Su Voluntad, y  no porque seamos nosotros los fuertes y los capaces de hacer todo lo que Él nos pida, sino porque somos capaces de creer que con Su Gracia podremos hacer lo que Él nos pida.
José, María y Jesús fueron capaces de vivir aquello que tantas veces dijo Jesús: "no hago otra cosa que hacer lo que he visto hacer a Mi Padre", "mi alimento es hacer la Voluntad del que me envió"; y, seguramente, ha sido algo que aprendió de María (y de José) aunque María lo dijo expresamente: "he aquí la Esclava del Señor, hágase según tu Palabra". Y José, en la oscuridad de aquél día confió en las palabras del Ángel y tomó a María por esposa, y partió con María hacia Egipto, y, llegado el momento, volvió con María a Nazareth, desde el silencio y la confianza en las palabras que Dios les transmitía por boca del Ángel.
José y María fueron claros ejemplos de vida para Jesús, no por que siempre tuvieran las cosas claras, sino porque la claridad se la daba el Espíritu Santo que dejaban actuar en sus vidas, porque su entrega a la Voluntad de Dios no fue hoy sí y mañana no, sino que en todo momento fue ¡SÍ! Y se dejaron guiar y conducir por Su Palabra, y confiando en Su Palabra supieron educar en gracia y santidad al Hijo de Dios.
Hoy en día son muchos padres los que no toman consciencia de la responsabilidad que tienen en la educación de sus hijos y les dejan el libre albedrío para que puedan hacer lo que quieran en todos los sentidos, sin saber que el libre albedrío lo vamos formando desde el momento de nuestro nacimiento. Los padres han sido puesto como instrumentos de Dios para el crecimiento, la educación y la formación de los hijos, por eso deben ser Fieles a la Vocación recibida: ser padres, y como tales afrontar no sólo la educación, sino la formación de la persona, y como cristianos, la formación religiosa: en Gracia y Santidad, de sus hijos. Una formación que hoy vemos que va fracasando en muchas familias cristianas.
Y los hijos tenemos, aunque nuestra edad sea adulta, que aprender a escuchar a nuestros padres, porque aprendiendo a escucharlos aprendemos a escuchar al Padre de los Cielos, porque parafraseando a San Juan: "quien dice que escucha a Dios a quien no ve, y no escucha a sus padres de la tierra a quienes ve, es un mentiroso". Por que en nuestro padres está la sabiduría de tantos años vividos, de tantas entregas realizadas, de tantos errores cometidos y de tantos aciertos concretados, y esa experiencia es la que les da la sabiduría de los años, una sabiduría que no nos da internet ni ninguna formación intelectual.
Hoy los hijos creemos que sabemos mucho más que los padres, simplemente porque estamos más "informados" que ellos, y vemos así como algunos hijos menosprecian a sus padres por esa falta de "información", dejando ver así, esos hijos, su falta de formación, su falta de respeto y amor hacia aquellos que han dejado todo por darles lo que tienen.
Si miramos hoy el Evangelio veremos cómo Jesús responde de un modo que María y José no comprenden, pero que, a pesar de saber que Él es el Hijo de Dios, y por eso tiene que "estar en la Casa de su Padre", obedece a María y José y vuelve con ellos a Nazareth, donde en Familia crece "en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres".

sábado, 26 de diciembre de 2015

Escalera de la Vida en el Amor, la santidad

Ayer celebrábamos con gozo y júbilo la Fiesta del Nacimiento del Mesías, Salvador. Hoy la Iglesia nos propone celebrar el Martirio de San Esteban, el primer diácono. Y las dos cosas, o los dos peldaños forman parte de la misma escalera de la vida cristiana: el nacimiento a la vida divina y la entrega de la vida para alcanzar la eternidad. Claro que no toda vida cristiana finaliza con el martirio como el de Esteban, pero sí toda vida cristiana ha de estar preparada para entregar, en todo momento, su vida para salvar su fe.
Usé el término de escalera porque siempre me gustó pensar nuestra vida como una gran escalera, donde los peldaños son cada día o cada etapa de nuestra vida espiritual, en donde también encontramos algunos descansos que nos alientan, pero que siempre estamos en un proceso de seguir creciendo, de seguir subiendo hacia el "Monte" de las Bienaventuranzas.
Pero hoy, sobre todo, lo leí en la liturgia de las horas en el Sermón de San Fulgencio de Ruspe, donde hablaba del martirio de San Estaban y finalizaba con esta frase:
"La caridad, por tanto, es la fuente y el origen de todo bien, la mejor defensa, el camino que lleva al cielo. El que camina en la caridad no puede errar ni temer, porque ella es guía, protección, camino seguro.
Por esto, hermanos, ya que Cristo ha colocado la escalera de la caridad, por la que todo cristiano puede subir al cielo, aferraos a esta pura caridad, practicadla unos con otros y subid por ella cada vez más arriba".
Es la misma escalera pues la caridad es lo esencial de nuestra vida en santidad, no puede haber santidad sin caridad y la caridad nos lleva a la santidad. Y es la caridad, el amor, el que mueve los corazones de todos a la entrega total de la vida por un Ideal. Y para mí no hay mejor explicación que la que escribió Santa Teresita de Lisieux sobre lo que ella descubrió en el Caminito de su vida:
"La caridad me dio la clave de mi vocación. Comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo, compuesto de diferentes miembros, no podía faltarle el más necesario, el más noble de todos ellos. Comprendí que la Iglesia tenía un corazón, y que ese corazón estaba ardiendo de amor.
Comprendí que sólo el amor podía hacer actuar a los miembros de la Iglesia; que si el amor llegaba a apagarse, los apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar su sangre...
Comprendí que el amor encerraba en sí todas las vocaciones, que el amor lo era todo, que el amor abarcaba todos los tiempos y lugares... En una palabra, ¡que el amor es eterno...!
Entonces, al borde de mi alegría delirante, exclamé: ¡Jesús, amor mío..., al fin he encontrado mi vocación! ¡Mi vocación es el amor...!"
El celebrar la Navidad del Señor nos abre al misterio del Amor de Dios por los hombre, pues por Amor a nosotros se hizo Hombre para que nosotros pudiésemos ser hijos de Dios. Y al aceptar, nosotros, ser hijos de Dios comenzamos a recorrer este mismo Camino de Amor, un Amor que, día a día, nos lleva a morir a nosotros mismos para entregarnos por Amor a vivir la Voluntad de Dios, y alcanzar así el gran gozo de que el Amor invada nuestra vida y, por nosotros, llegue a los corazones de aquellos que lo buscan sin encontrarlo.

jueves, 24 de diciembre de 2015

Un hermoso sueño hecho realidad

Recién me desperté pensando en una canción que cantábamos en argentina y que comenzaba así:
María soñé que tu ñiño,
que Jesús de Nazareth,
había nacido en mi pago,
¡qué hermoso sueño soñé!
Y realmente es un hermoso sueño soñar que Jesús podría haber nacido en nuestra ciudad, aunque no es un sueño sino que tendría que ser una realidad. Sí, una realidad que Jesús pueda nacer aquí, donde cada uno de nosotros está, porque en realidad Él quiere nacer aquí y allá, en tu corazón y en el mío, y, cada día, viene para estar entre nosotros como el verdadero Emmanuel, el Dios-con-nosotros.
Y hay otra canción que dice:
Si cada día es Navidad.
Si cada nace Dios.
Nace la Paz al corazón
que sabe abrirse a los demás.
Por que cada día es Navidad si sabemos dejarle lugar en la Posada de nuestro corazón al Señor, dejar que entre Él con toda Su Luz, Su Paz, Su Verdad, Su Amor pero no como un simple cuadro romántico o nostálgico de una época pasada, sino como una realidad viva y vital, que quiere transformar la Noche de la Humanidad con la Luz de su Espíritu en un Hermoso día de Sol.
Sí realmente esta Noche es la Noche Buena es porque se diferencia de todas las demás, es porque queremos celebrar que algo ha pasado, que algo ha ocurrido y que ha asombrado al mundo. Pero si sólo nos quedamos con que es algo ya pasado, si sólo nos quedamos con una simple fiesta de cumpleaños y nada más, ha sido muy inútil esa Noche en que todo se iluminó, porque no habremos llegado a comprender el significado de la Luz de Belén,
Aquella Luz que iluminó la Noche de Belén, es la misma Luz que cada día nos alumbra desde la Palabra, desde la Eucaristía que quiere transformar nuestro corazón y ser capaz de iluminar las oscuridades de un mundo esclavo de sí mismo. Es la Luz que en cada altar buscar un lugar para volver a encender la Esperanza, el Amor, la Fe; busca cada día un corazón que esté dispuesto a dejarse colmar por el Espíritu y que esté disponible para dejarse llevar por la Voluntad de Dios y así llevar la Buena Noticia a todos los Hombres.
Sí, hoy es Noche Buena por que Dios se hizo Hombre para que el hombre pudiera ser hijo de Dios, y no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos en realidad, nos dice San Juan, por eso hoy no sólo celebramos el Nacimiento de Jesús sino que hoy celebramos que nosotros hemos re-nacido con Él y somos un Hombre Nuevo, convencido que, con Su Gracia, podremos llevar la Luz del Espíritu y hacer que cada día sea Navidad, porque somos Sembradores de esa Nueva Vida.
Hoy no pongamos excusas, hoy seamos Fieles a esa Vida y vayamos al Encuentro del Señor en la Eucaristía de esta NocheBuena y de esta Navidad, así será una Feliz NocheBuena y una Feliz Navidad.

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Fidelidad a Dios y no al mundo

Se podría decir que poca importancia tenía llamar al niño, hijo de Isabel y Zacarías, Juan o Zacarías. La tradición indicaba que debía llamarse como su padre, y por eso la gente insistía en ese nombre cuando fueron a circuncidarlo, pero Isabel decía que no, que tenía que llamarse Juan, hasta que Zacarías (que estaba mudo) escribió en una tablilla que así sería, se llamaría Juan.
Para unos seguir la tradición era importante, porque como muchas veces escuchamos por ahí: "¡siempre se hizo así! ¿por qué lo vas a cambiar?" Para muchos la tradición es lo que da seguridad, y si siempre o toda la vida se hizo...
Pero para Isabel y Zacarías lo más importante era la Voluntad de Dios, porque el Ángel le había dicho a Zacarías que debía llamar a su hijo Juan. Y por eso al momento de decir que Juan sería su nombre Zacarías comenzó a hablar, porque así como había quedado mudo por no creerle al Ángel en el momento del anuncio, ahora por su fidelidad a su palabra comenzó a hablar.
Hoy, en estos tiempos, somos muy desinteresados o muy interesados, todo depende como se vea, si la tradición nos viene bien aceptamos y nos jugamos todo por la tradición, y si la Voluntad de Dios nos viene bien hacemos lo mismo, pero si una de las dos van en contra de lo que queremos hacer dejamos todo de lado, porque lo que hoy importa es lo que tengo ganas de hacer, pues para eso soy libre.
Así es que han cambiado tanto las cosas que nos conformamos diciendo: "ahora las cosas son así", y con el así aceptamos que nada es blanco ni negro, sino que cada cosa es según los ojos que la miren, pues los parámetros morales, éticos, y todas las normas que antes hacían que pudiéramos ser verdaderamente libres y vernos, unos a otros, como personas dignas de ser respetadas, hoy no existen.
Lo más ilógico de todo esto es que los que nos llamamos cristianos, vamos a misa y todo eso, también nos creemos "modernos" viviendo este axioma: "ahora las cosas son así" y vivimos como si no tuviéramos que ser Fieles a la Voluntad de Dios. Y eso es lo que Jesús vino a mostrarnos con su vida: que la obediencia al Padre es lo que nos da la Vida, es lo que nos salva, es lo que nos hace verdaderamente libres, por eso María, en el momento de la anunciación dijo "he aquí la esclava del Señor, ¡hágase en mí según tu palabra!" Y en el Magnificat lo volvió a confirmar: «Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava".
Es esta hermosa esclavitud la que nos libera y nos abre las puertas a la salvación y a la Vida.

martes, 22 de diciembre de 2015

Constructores de Nueva Humanidad

El encuentro entre María e Isabel nos ha dejado frases hermosas, pero, para mí, lo más lindo es el Magnificat que brota, no sólo de los labios de María, sino desde lo más profundo de su corazón, pues su corazón lleno del Espíritu Santo canta las maravillas que Dios obró en su corazón:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación".
Es un corazón desbordado de Amor, un corazón lleno de Gracias, un corazón que ha sido capaz de ser colmado sólo por Dios, un corazón Todo de Dios y un corazón sólo para Dios.
Y lo más hermoso de todo es que en ese Corazón estamos todos, porque ese Corazón es el Corazón de Nuestra Madre, de mi Madre, de tu Madre. Es el Corazón que, cada día, sigue palpitando por el Amor de Dios a nosotros, a tí y a mí.
Es ese Corazón de Madre que hoy y mañana, y todos los días, quiere estar junto a mí y a ti para hacernos llegar, como a Isabel, el Espíritu del Señor.
Es ese Corazón de Madre que hoy viene hasta tu casa para quererse alojar ahí, para poder en esta Nochebuena, y en cada día de nuestras vidas, Dar a Luz la Vida Plena de Dios, para que nuestras vidas gocen siempre de la Luz de la Navidad.
Es ese Corazón de Madre el que quiere darnos a conocer el Amor del Padre, un Amor que hizo posible que nuestra vida se transforme y alcance una hermosa dimensión: ser hijo de Dios. Pues el Amor se derramó en nuestros corazones gracias a este Corazón de Madre que concibió al Hijo de Dios, para que ese Hijo nos hiciera a nosotros hijos, para que, unidos a Él, podamos gozar del Amor del Padre y del Amor de la Madre.
Por eso, en esta Nochebuena y en esta Navidad, junto a María deberíamos cantar, con un corazón lleno del Espíritu Santo, el mismo cántico proclamando el gozo de nuestra alma de reconocer que Dios vino a nosotros y nosotros lo hemos recibido, que su Amor ha llegado a nosotros y se ha derramado en nuestros corazones, y que, a pesar de nuestra pequeñez y pobreza, sabemos que, con Su Espíritu, podremos hacer grandes cosas, porque nos dejamos conducir por Su Mano.
La pequeñez de María, y la grandeza de corazón para convertirse en Esclava del Señor, permitieron a Dios transformar la  historia de la humanidad, liberar al Hombre del pecado y llevarlo a la Luz de la Gracia. Nosotros, sus hijos, si nos dejamos transformar como María, podremos, como Ella llevar al mundo la Luz de la Palabra y, siendo fieles instrumentos de Dios, ser constructores de Nueva Humanidad.

lunes, 21 de diciembre de 2015

Al Amor se hace niño para amarnos

El cantar de los cantar nos brinda un hermoso pasaje con una más bella metáfora sobre el Señor que viene a nuestro encuentro, un Amante que no quiere obligar al amado a que lo ame, sino que hace todo lo posible para que se de cuenta de su amor, pero no obliga, sólo espera y busca al amado.
Así es nuestro Dios con nosotros, Él viene a nuestro encuentro pero se queda cerca para no obligarnos a hacerlo pasar, para no obligarnos a que lo amemos, porque el amor no obliga, el amor sólo ama.
"Estoy a tu puerta y llamo, si me abres entraré en tu casa y cenaremos juntos" nos dice en el Apocalipsis, una vez más.
Por eso no obligó a nadie a que le diera su posada y se conformó con nacer entre pajas y animales, le bastó el Amor desinteresado de María y José, y la presencia luego de los pastores y los Reyes.
Quien realmente quiera amarlo lo amará, quien no reconozca en Él al Amo no lo buscará ni lo dejará en su casa.
Para Dios es tan importante su Amor como nuestra libertad, porque Él en su Amor nos dio el don de la libertad, y por eso no puede, por amor quitarnos la libertad, sino que, al contrario, por Amor a nosotros quiere que seamos absolutamente libres, tan libres que hasta podamos llegar a negar no sólo su Amor, sino también su existencia.
Y aquí estamos, cerca ya de volver encontrarnos con Él, de celebrar un año más su llegada a nosotros, esa llegada silenciosa, casi oculta, una llegada que sólo aquellos que saben reconocer la grandeza de las pequeñas cosas pueden llegar a encontrarlo y reconocer que "el niño recostado en un pesebre" es Dios que se hizo hombre para que los hombres pudiésemos ser hijos de Dios.
Sólo los ojos necesitados de amor, sólo los ojos de un niño pueden descubrir en ese pequeño al Dios-hecho-Hombre, al Niño-Dios que viene a Amarnos y a salvarnos, al Amor que viene a amarnos, para que amándonos aprendamos a amarnos.

domingo, 20 de diciembre de 2015

Portadores de la Vida, del Espíritu

Hermosa imagen el encuentro de María con Isabel, hermoso por la Gracia derramada en ese momento y por el mensaje que nos dejan las dos a cada uno.
María, la primera misionera porque lleva al Hijo de Dios a la casa de su parienta, lleva al Salvador a la casa de los que habían de salvarse. Pero lo que más me gusta es la imagen que nos presenta, al saludar María a Isabel, Isabel se llenó del Espíritu Santo. Una imagen que es la que debemos tener nosotros presente, porque también nosotros, al llevar a Jesús en nuestro corazón, al creer, como María, podemos llevar el Espíritu Santo a nuestros hermanos y hacer que ellos, como Isabel se llenen de Su Gracia. Eso es ser misioneros, portadores de la Gracia de Dios para que otros puedan recibirla y alegrarse, junto con nosotros, por los Dones recibidos.
Y así Isabel le dijo a María: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!" un saludo que cada día recordamos en el Ave María, y cada día la recibimos a María en nuestra casa y Ella nos lleva a Jesús, nos trae a Jesús, y quiere que, como a Isabel, el Espíritu Santo llene nuestros corazones, para que también nosotros seamos portadores de sus Dones.
Y para eso sólo basta creer. Creer con sencillez de corazón que las Promesas, que las Palabras del Señor se cumplirán porque fueron pronunciadas por Amor, y con Amor el Padre nos hizo la Promesa del Salvador, de una Vida Nueva.
Una Vida Nueva que nace en cada Navidad, una Vida Nueva que nace cuando el corazón está libre de toda atadura, está libre de nuestro de Yo para dejarse colmar por Su Gracia y así, como María, ser Fieles y Disponibles para hacer Su Voluntad.
Porque hoy Isabel alaba a María por su Disponibilidad a creer, por su Fidelidad a la Palabra:
"¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá."
Que en estos días que faltan para el Nacimiento de Jesús, podamos preparar nuestro corazón para que, como libre posada, pueda Él nacer y llenarnos con su Luz y su Espíritu, así poder, con alegría y gozo, llevarlo siempre a todos nuestros hermanos.

sábado, 19 de diciembre de 2015

Ya está cerca, limpiemos la Posada

Del Himno de Laudes:
"Que viene Cristo repiten
con su clamor los profetas
previniendo que la gracia
de la redención se acerca.

Se anuncia nuestro mañana,
los corazones se alegran,
anunciadores de gloria
miles de voces resuenan".

La concepción de Juan Bautista anuncia un nuevo tiempo en el Pueblo de Israel: el oprobio de la estéril anuncia la liberación del Pueblo. Dice Zacarías: «Así me ha tratado el Señor cuando se ha dignado quitar mi afrenta ante los hombres.», porque era una desgracia para una mujer y su esposo no poder concebir un hijo pues era ya una familia marcada para que de ella no naciera el Mesías. Por eso, al ver el embarazo de Isabel y comprobar que la promesa del Ángel se había cumplido sintieron la liberación de esa carga que llevaban.
Así sería también la vida de Juan Bautista: anunciar al Pueblo de Israel que la Promesa de Dios se cumpliría, que el tiempo de la salvación estaba próximo y que había que preparar el corazón para Su Venida.
Y ahora nos toca a nosotros, también, preparar el corazón para celebrar la Llegada del Salvador, por eso el Himno nos invita a celebrar lo que anunciaron los Profetas, y a celebrar porque creemos que lo que anunciaron los Profetas se ha cumplido y que si creemos en lo que nos anunciaron podremos alcanzar la Vida que Él nos trajo, que el gozo de los Cielos y la Tierra se realicen en nuestro corazón, porque es ahí donde el Mesías quiere nacer: en nuestro corazón.
Es nuestro corazón, hoy, la posada a donde María y José van a llamar para que Su Hijo pueda nacer. Cada día Él llama a nuestra puerta para poder estar junto a nosotros, para que nosotros caminemos junto a Él, de Su Mano, con Él. No llenemos en estos días nuestros corazones de muchas cosas, por que así como estaban llenas todas las Posadas aquél día María y José encontrarán nuestros corazones llenos de cosas que les impidan venir a alojarse en nosotros. Y, quizás, esa noche, y cada día, si no hacemos lugar para Ellos, Ellos se alejarán de nosotros y el que quería nacer en nosotros no lo podrá hacer.
Zacarías por dudar del Anuncio del Ángel perdió la voz hasta el nacimiento de Juan Bautista, no dudemos, nosotros, del anuncio de Juan Bautista, sino que con un corazón contrito y humillado busquemos la misericordia de Dios en el Sacramento de la Reconciliación para poder deshacernos de todo aquello que no permite que el Salvador pueda nacer en nuestro corazón.

viernes, 18 de diciembre de 2015

La fe siempre está

Segundo día de la Novena de Navidad y para recordar lo que celebramos la liturgia nos lleva al mejor momento: la concepción del Hijo de Dios en el seno de María, y la aceptación de José. Dos momentos hermosos lleno de fe, de la fe más pura y simple, la de María y José.
La fe de María y José nos motiva para renacer, nosotros, juntos con Ellos para que nuestra vida y nuestra preparación a la Navidad sea a partir de nuestra fe. Por que la Navidad no se puede vivir sin Fe, aunque los que dicen que no creen igual celebren Navidad. Pero ¿cómo entender la Navidad si no es partiendo de la Fe que nos ha dado Nuestro Padre?
Muchas veces nos encontramos con la duda de si hemos perdido la fe, de si tenemos poca fe, de que necesitamos más fe. Y ese es un error en nuestra vida porque la Fe no se pierde, no pesa ni se mide, y no podemos salir a comprarla ni en la Farmacia ni en el Super. La Fe es un Don que nos da Nuestro Padre y por eso mismo, al ser un don espiritual, no tiene medida y el Padre no es tacaño a la hora de darnos los Dones que necesitamos. Y para aceptar la Vida que Él nos propone nos da todo lo necesario, ni poco ni mucho.
Claro que todo depende de nosotros, pues  a partir del momento en que recibimos el Don, el día de nuestro bautismo, comienza el tiempo de la madurez espiritual. Un tiempo para el que se comprometieron nuestros padres y padrinos a ayudar a realizarlo. Que después, en la edad madura, soy yo mismo quien sigue el proceso de madurar el Don de la Fe, la vida espiritual. Pero si no me tomo tiempo para la lectura espiritual, para la oración, para la reflexión de la Palabra, para vivir los Sacramentos... claro que mi vida espiritual se va empobreciendo, pero nunca se va de mí, porque el Espíritu Santo recibido el día de mi bautismo siempre permanece en mí.
Si podemos hacer una comparación rápida es como aquellas cosas que aprendimos en la escuela o en el instituto, por ejemplo, el análisis matemático, los logaritmos, o los análisis sintácticos de las oraciones; en alguna parte de nuestro cerebro estarán guardados pero no nos acordamos qué son ni para qué sirven, porque muchos (yo por ejemplo) jamás los he vuelto a usar. Para poder usarlos tendré que volver a los libros y con un poco de esfuerzo volveré a recordarlos.
Así nos pasa con la Fe, con la vida espiritual, si no la usamos porque estamos bien como estamos se me va olvidando, pero nunca desaparece. Pasa que hay momentos en que por X o por Z tengo un problema o algo que me agobia y ¿dónde está mi fe? ¡No tengo fe! Tendrás que volver a vivir aquellas cosas que un día te hablaron de Dios, que un día te llevaron a pensar que fuera de tí hay algo que es más grande que tú y que te sostiene, te fortalece, te da seguridad y, sobre todo, te da esperanzas porque sus Promesas, en el momento oportuno, se cumplen.
María y José supieron abrirse al Don de la Fe, aunque la duda surgió en esos momentos, pudieron Ver gracias al Don del Espíritu y, así, llegaron a poder dar a Luz a la Vida que hemos recibido. No dejemos que los quehaceres diarios nos impidan ser constantes en el crecimiento espiritual, sino que los quehaceres diarios nos lleven constantemente a crecer en la vida espiritual.

jueves, 17 de diciembre de 2015

Preparemos esta Navidad

Hoy comienza la Novena de Navidad, sólo nos quedan 9 días para el gran día del Nacimiento de Jesús ¿cómo llevamos la preparación del corazón? ¿Hemos podido hacer lugar para que nazca en nosotros? ¿Hemos podido disponer quitar todo aquello que nos estorba para poder renacer junto con el Señor, o para que la Fe, la Esperanza y el Amor renazcan esta Navidad?
Quizás nos hemos detenido un  momento, quizás no hemos tenido tanto tiempo, quizás ahora vienen las prisas pero no por preparar el corazón sino por preparar regalos, cenas, comidas, casas, y ¡tantas otras cosas más!
Pero ¿qué celebramos en Navidad? ¿A quién celebramos en Navidad? ¿Qué es para nosotros la Navidad? Si sólo fue un momento histórico en la vida de la humanidad será una fiesta cívica más, como el día de la Constitución, de la Independencia, y tantos otros. Pero si en realidad fue el día en que se cumplió la Promesa de Dios y nació una Nueva Esperanza para los Hombres, porque el Mesías Salvador llega a nosotros, eso es otra cosa para celebrar.
Pero ¿Salvador de qué? Si yo no tenga nada de qué ser salvado, no necesito en mi vida ningún Mesías que venga a no se qué. Si mi vida está bien como está, no necesito nada más.
Recién miraba en algún muro de Facebook y veía un cuadro en el que Papá Noél había tirado del Pesebre al Niño Jesús y se había acostado él. Y esa es la respuesta que algunos niños de catequesis nos dan cuando preguntamos qué es la Navidad o qué esperamos en el día de Navidad: a Papá Noel.
Y en nuestra vida ha pasado lo mismo quizás no hemos puesto a Papá Noel pero sí hemos cambiado el Nacimiento de Jesús por la Cena de Navidad, por los regalos de Papá Noel, y nos hemos olvidado de a Quién celebramos en esta Navidad.
¿Cuántos son los que se ha propuesto ir a Misa de Navidad o de Nochebuena este año? ¿Cuántos son los que están preparando el corazón con la confesión para que Jesús tenga un lugar cómodo para nacer en nosotros? Por supuesto que Jesús no necesita de nosotros para nacer, pero nosotros necesitamos de Él para volver a construir un Mundo Nuevo, necesitamos de Dios para volver a creer en que el Hombre puede encontrar un rumbo que nos lleve a la Paz, encontrar la fuerza para convertir nuestra vida en una vida digna, donde la libertad, la justicia, la verdad sean valores para todos y cada uno, volver a creer en que podemos vivir como hermanos, que el perdón es algo que debemos pedir y algo que debemos dar para vivir en Paz.
Es cierto, Jesús no necesita de nosotros para nacer, nosotros necesitamos dejarlo nacer para volver a vivir en Paz. Por eso prepararemos bien esta Navidad.

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Las dudas ayudan a crecer

¿Juan Bautista tiene dudas acerca de Jesús? ¿Por qué manda a sus discípulos a preguntarle si es Él el que debía venir? Las dudas en la vida de fe, no son falta de fe, sino sólo eso dudas, y son buenas en cuanto que nos ayudan a buscar más respuestas, a buscar más razones para seguir creciendo en la fe. Aunque la fe no siempre nos da certezas absolutas sino ya no sería fe, pues tenemos fe de algo que no vemos, de algo que no tocamos, sino de algo que sabemos que existe o que esperamos.
Por esa misma razón Jesús no les responde a los discípulos de Juan con claridad, sino con signos:
"Después contestó a los enviados:
- «ld a anunciar a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los inválidos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. Y dichoso el que no se escandalice de mí.»
Si queremos creer, vamos a poder ver en los signos razones para seguir creyendo, pero si no queremos creer "aunque resuciten los muertos no vamos a creer".
Entonces ¿cuando nos asaltan esas dudas que debemos hacer? Como Juan Bautista, preguntar a quién tiene las respuestas, pero sabiendo que nunca vamos a tener la respuesta que queremos, sino que Dios nos va a decir lo mismo: que miremos los signos, que miremos con corazón dispuesto a creer y, sobre todo a dejarse asombrar, porque en los signos que Dios ha hecho y en las cosas de cada día Él nos está hablando, nos está diciendo y respondiendo. Pero si no tenemos, como dijo Jesús, "corazón puro" no podremos "ver" a Dios con la luz de la fe.
"Bienaventurados los de corazón puro porque verán a Dios" ¿quiénes tiene corazón puro? Aquellos que se purifican en el agua del Bautismo, aquellos que se purifican con la Gracia de la Reconciliación, aquellos que siguen creciendo en el espíritu de niños, pues "los que se hacen como niños entrarán en el Reino de los Cielos". Aunque en la vida de los niños hay un tiempo de "por qué" no hay que preocuparse, porque los "por qué" nos llevan a buscar respuestas, y si aceptamos las respuestas y, como María, las conservamos en el corazón para meditarlas, seguro que fortaleceremos nuestra fe, afianzaremos nuestra esperanza y creceremos en el amor.
Por eso no le tengamos miedo a las dudas de fe, sino tengámosle miedo a no querer creer por las dudas de fe, pues las dudas nos ayudan a crecer y a madurar en nuestra fe, para que cada día seamos más hijos, pues en las dudas seguimos confiando en la Palabra del Padre.

martes, 15 de diciembre de 2015

¿Arrepentido de ser cristiano?

En el evangelio de hoy Jesús nos plantea, tantos a los ancianos y sumos sacerdotes como a nosotros, ¿quién hizo la Voluntad de Dios? Pero también vemos en esa parábola el sentido del arrepentirse de lo que uno ha dicho o ha hecho.
El arrepentirse se puede usar, como leemos, de dos maneras: para el bien o para el mal, porque me puedo arrepentir de algo que he hecho mal o de algo que he hecho bien.
Hoy la sociedad nos plantea, muchas veces, si el actuar bien y según nuestras costumbres cristianas es lo que debemos hacer, o simplemente dejarnos llevar por el actuar del mundo. A los adolescentes y jóvenes, y también a los adultos, se nos plantea el tema de si hemos sido (perdonen la expresión) "estúpidos" por haber vivido tanto tiempo cristianamente, porque parece que hoy la sociedad ve como algo maligno y estúpido el cristianismo. Por eso muchos no aceptan ser cristianos, o, en todo caso, dejan el cristianismo para cuando están con su reducido círculo parroquial o de su propio movimiento.
Pero también los hay aquellos que, descubriendo el valor del cristianismo, se arrepienten de su vida anterior y comienzan un camino en búsqueda de un horizonte de santidad.
Por eso, para nosotros, hoy, Jesús nos hace la misma pregunta ¿estás haciendo la Voluntad de Dios? ¿Te arrepientes de ser discípulo mío?
Y, ante la pregunta no podemos responder con que "me obligaron a arrepentirme de ser cristiano", no porque, cada uno tiene libertad, y nadie puede obligarme a dejar de vivir lo que quiero vivir y lo que sé que es lo mejor para mí. Si la opinión de los demás modifica o cambiar mi forma de vivir es porque he visto como bueno lo que me decían o a lo que me invitaban, pero no por que me han obligado a hacerlo.
Para ello tenemos el testimonio de tantos cristianos que se dejan matar antes de renunciar a su fe, a su Dios, a la Vida que Jesús les dio. Confían en aquellas palabras del mismo Jesús: no le temáis a aquellos que sólo pueden matar el cuerpo, temedle a aquél que puede mandar el alma a la gehena.
Pero no sólo por miedo a Dios defendemos nuestra fe, sino por Amor a Aquél que nos ha dado la Vida, por que es la Fidelidad a la Vida lo que nos da Vida y nos asegura la Vida eterna.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Morir para ser Amado

En el oficio de lecturas de hoy hay un pasaje del Cántico espiritual de San Juan de la Cruz, de ahí rescato éste:
"Que por eso san Pablo amonestaba a los de Éfeso que no desfalleciesen en las tribulaciones, que estuviesen bien fuertes y arraigados en la caridad, para que pudiesen comprender con todos los santos qué cosa sea la anchura y la longura y la altura y la profundidad, y para saber también la supereminente caridad de la ciencia de Cristo, para ser llenos de todo henchimiento de Dios. Porque para entrar en estas riquezas de su sabiduría, la puerta es la cruz, que es angosta. Y desear entrar por ella es de pocos; mas desear los deleites a que se viene por ella es de muchos".
Cuando vamos creciendo en santidad (o por lo menos intentamos) nuestra alma se va uniendo cada día a Cristo, y Jesús nos va transmitiendo sus dones, el conocimiento de sus misterios, pero, al mismo tiempo, nos va dando, también, ciertos sufrimientos, ya sea del alma, ya sea del cuerpo.
Lo cierto es que cada vez que nos unimos más a Jesús, más unidos queremos estar, cuanto más conocemos de Él más queremos conocer, porque así es el Amor, que te atrae y no te permite alejarte, porque sin Él hay vacío, aunque para estar cerca del Amor siempre haya que ir dejando atrás el yo.
Los grandes místicos fueron comprendiendo poco a poco que para poder amar al Amado y ser, cada día, más amados por Él habían de ir muriendo poco a su propio yo, por eso amaban tanto la Cruz y por ella ofrecían al Señor ayunos y penitencias para poder presentarse con un corazón puro y vacío para poder ser colmado por Su Amor.
Así San Juan de la Cruz dice al final de este párrafo que cuando saboreamos el deleite de su Amor queremos recibir más, pero, muchas veces, no estamos dispuestos a entregar o despojarnos de nuestro yo para recibir sus Gracias y Dones. Así, almas que pudiesen ser perfectas se quedan a mitad de camino porque no están dispuestas a renunciar a sus propios argumentos, planes y proyectos, y anhelando el Gozo pleno del Amor, se quedan con los placer de amores terrenos que no terminan nunca de llenar el vacío del corazón.

domingo, 13 de diciembre de 2015

¿Entones, qué hacemos?

"En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: - «¿Entonces, qué hacemos?»
Juan Bautista había anunciado la llegada del Mesías y predicaba un bautismo de penitencia y conversión para "allanar los caminos". Al escucharlo muchos iban a su encuentro para ser bautizados con agua, pero no se quedaban sólo en ese hecho sino que les surgía la pregunta: "entonces ¿qué hacemos?"
Sí, hemos recibido tu bautismo de penitencia y conversión, pero ¿cómo sigue ahora la vida? Un inquietud muy positiva frente a un hecho maravilloso en la vida: la conversión, la búsqueda de nuevos caminos y nueva forma de vivir.
Juan Bautista no era el Mesías, por eso no podía darle a la gente un detallado programa de una vida nueva, eso era la predicación que traería el Mesías, pero no podía dejar ir a la gente sin darle algo para vivir, por eso respondió:
- a la gente sencilla: «El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo.» El compartir, abrir el corazón y los ojos para ver la necesidad de nuestros hermanos y compartir con ellos los dones que Dios nos da, ya sean materiales o espirituales. La compasión nos lleva a comenzar a vivir a un amor fraterno que no se quede sólo en palabras sino que se concrete en hechos.
- a los publicanos (recaudadores de impuestos): «No exijáis más de lo establecido.» Vivir la justicia, no exigir a los demás más de lo que pueden dar, pero no sólo en el orden material sino también en el orden de la fe, del amor, de la entrega: "no atéis pesadas cargas a los hombres de los demás", nos va  aclarar Jesús.
- a los militares: "No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga.» Una advertencia sobre el apetito de poder, cuando tenemos poder (o creemos tenerlo) nos surge la tentación de oprimir al otro, de hacerle sentir el poder que tenemos, ya sea en la pareja, la familia, el trabajo o cualquier otra situación. El apetito de poder nos hace creer superiores a los demás y por eso creemos que podemos aprovecharnos de las situaciones que nos han dado para que sirvamos a la comunidad, y no para que la comunidad nos sirva a nosotros.
Claro que si bien son tres grupos diferentes de gente, las tres advertencias nos vienen bien a todos, porque son principios básicos que nos ayudan a poder, luego, saltar a las virtudes sobrenaturales que nos predicará Jesús con su Vida.

sábado, 12 de diciembre de 2015

Si quieres entenderás

A los apóstoles, como a nosotros, les resultaba complicado comprender las palabras de Jesus al momento que las decía; tenían que ir "atando" frases y explicaciones y ahí sí poder comprender que era lo que les quería decir. Pero también vemos que no se animaban a preguntarle demasiado, en algunos momentos los evangelistas nos dicen que preguntaba cuando llegaban a casa, pero también que podían ellos mismos entender, si realmente querían entender.
Por eso es que hay que estar atentos a lo que Dios nos va diciendo en cada momento, porque su Palabra es constante y sus signos están siempre delante nuestro, pero si vamos enceguecidos por nuestras preocupaciones o por nuestro yo, o andamos demasiado acelerados que, a veces, ni siquiera escuchamos lo que nos están diciendo, ¡como vamos a comprender la Voluntad de Dios para nuestras vidas!?
Generalmente Dios no nos va a decir las cosas directamente (por no decir nunca) porque no tiene ni Facebook, ni twitter, ni whatsapp, ni nadie tan directo que nos mande una carta escrita. No, nos vamos a tener que acostumbrar a escucharlo, primero para saber cómo habla, cuáles son sus palabras preferidas, y, mas que nada, saber qué cosas Él no nos va a decir nunca.
Cuando leemos la Palabra de Dios, la Biblia, no sólo estamos leyendo algo, sino que estamos escuchando a Alguien, pues "es Palabra de Dios", es lo que Dios Padre quiso que quedara escrito para que conociéramos su modo de actuar, su modo de hablar. Claro que esto lo aceptamos desde la fe, porque sabemos que la Biblia la han escrito hombres, pero gracias a que decimos que tenemos Fe y que creemos en Dios, entonces aceptamos que esa palabra escrita por hombres ha sido inspirada por Dios, y por eso decimos que "es Palabra de Dios".
Es así que cuando la leemos comenzamos un diálogo con Dios, un diálogo en el que no sólo hablamos, sino que nos conocemos (aunque Él me conoce desde el vientre de mi madre) y cuanto más dialogamos más podemos entendernos y aceptarnos, porque llegamos a amarnos. Así podremos, como los apóstoles, saber esperar a que las explicaciones puedan llegar, que cuando no entendemos algo podemos preguntar y, en la intimidad de la casa, seguramente Él nos lo explicará.
Claro que hay, en todo esto, algo muy fundamente y primordial: saber escuchar y aceptar. Por supuesto que si no he aprendido a escuchar, es decir a hacer silencio para que el otro hable, o que cuando el otro está hablando yo le esté prestando atención para saber qué me dice; porque hay veces en que no escucho lo que me están diciendo porque "como se lo que me van a decir..." entonces pongo cara de escuchar y mi cabeza está en otro sitio.
Y, lo más importante, es saber si al escuchar y comprender voy a aceptar lo que me están diciendo, porque Dios no habla si sabe que no lo vamos a aceptar, quizás hable si sabe que no lo escuchamos porque sabe que en el fondo las palabras quedan; pero si no vamos a aceptar lo que nos quiera decir ¿para qué nos va a hablar? Como se dice vulgarmente "no gasta pólvora en chimangos".

viernes, 11 de diciembre de 2015

Radicales para vivir

La inconformidad forma parte de nuestra vida, nos demos cuenta o no, siempre tenemos ese deje de si me ofrecen blanco quiero negro, y si me ofrecen negro quería blanco. Ya nos sucedía desde pequeños cuando recibíamos regalos el día de nuestros cumpleaños, veíamos si eran juguetes y si eran de los que nos gustaban a nosotros, si era ropa no nos gustaba tanto, pero si no nos traían regalos nos poníamos tristes.
De grandes nos pasa algo parecido y, sobre todo, en el orden espiritual, como nos dice Jesús, nunca estamos conformes con lo que Dios nos va pidiendo o permitiendo vivir. No es para que nos rasguemos las vestiduras, pero tampoco para que hagamos una fiesta, sino es para que lo tengamos en cuenta y podamos evitar el dejar pasar las oportunidades en las cuales Dios nos quiere mostrar o dar su Gracia.
No suele ocurrir esta inconformidad a la hora de tener que hacer nuestra oración, o reflexión de la Palabra, o de ir a confesarnos, o de ir a Misa. Que si esta hora es muy temprano, o que es muy tarde; o que ahora estoy muy ocupado, o que estoy muy aburrido; o qué le voy a decir al confesor, siempre lo mismo, pero ahora el día está lindo y quiero ir a pasear, y ahora que está feo me quiero quedar en mi casa.... y así mostramos nuestra inconformidad, poniendo argumentos para no hacer lo que debemos, o para no hacer lo que Dios nos pide.
Claro que, llegado el momento, nos vamos a quejar porque no tenemos fuerza espiritual para tal cosa, o que nos falta fe para tal otra, o que no puedo perdonar, o... Nuestras fuerzas espirituales se resienten si no las alimentamos como corresponde, tenemos que hacer un serio esfuerzo para mantenernos fuertes en el espíritu, sobre todo en estos tiempos en los que las exigencias de fe son muchas, en donde todos nos están juzgando por lo que decimos que somos: cristianos.
No estamos en tiempos de poner excusas para ir a Dios. No estamos en tiempos de hacernos los adolescentes inconformes porque la vida nos exige respuestas claras y concretas de lo que creemos y de lo que queremos vivir. No estamos en tiempos de hacernos los que no necesitamos de Dios para vivir como cristianos, porque constantemente se me está pidiendo respuesta de lo que soy.
Hoy, más que nunca, que nuestro ¡Sí! sea ¡SÍ! y que nuestro No, sea No, porque como dice el Señor: "a los tibios los vomitaré de mi boca".

jueves, 10 de diciembre de 2015

Los hermanos sean unidos

"Los hermanos sean unidos,
por que esa es la ley primera.
Tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea,
por que si entre ellos pelean, los devoran los de afuera".
José Hernández (militar, poeta, periodista y político argentino)

¿Por qué comienzo con este poema del Martín Fierro? Por que me están dando miedo las peleas entre hermanos que se están produciendo no sólo en argentina, por el cambio de gobierno, sino que se están dando en España y en cuanto país está por elegir sus gobernantes.
Hoy me levanté con una ingrata sensación de tristeza y dolor por todo lo que está sucediendo entre los hermanos de un mismo país, y sobre todo, por el odio que se va mezclando con los colores políticos. Y me he dado cuenta que ese odio no nace así por que sí, sino que nace desde pequeños (o grandes) gestos de la misma clase política.
Muchos son los que dice: "la política es mala" y eso es mentira, los que son malos son (muchos o algunos) de los que ejercen la política, en cargos de gobiernos (o que aspiran a ellos) Porque todos, absolutamente todos, tú que lees esto, yo que lo escribo, y el que está aún durmiendo y se va a ir a trabajar, todos hacemos política, porque todos vivimos en una ciudad, en un estado, y somos parte del ritmo político de nuestro país.
Lo que pasa es que los que ejercen el poder político en gobiernos democráticos son quienes van guiando nuestros pasos, los que van marcando (o deberían) el ritmo de vida de un país. Haciendo uso de las metáforas: son los padres que guían a sus hijos en la vida. Pero cuando los padres viven peleándose y queriendo sacarse los ojos para ver quién es el más fuerte, o, como dice el poeta: "quién es el que la tiene más grande", los hijos adoptan la postura de ellos y se ponen de un lado o del otro, haciendo lo mismo que ven hacer a sus padres.
Y así vemos cómo los padres han nacido de familias que han ido, a lo largo de los años, dejando entrar en sus corazones aquello que siempre tratamos de evitar: el egoísmo, la vanidad, la soberbia, el apetito de poder desenfrenado, y ¡tantas otras cosas! que nos llevan al odio y al enfrentarnos unos con otros.
Si escuchamos (aquí o allá) los discursos electorales en muchos no vemos un proyecto de país mejor o un camino hacia la paz y la unidad, sino un proyecto para insultar, derribar al gobierno de turno, una serie de palabras que cada día resultan más hirientes y sólo buscan enemistar a unos con otros.
Y, si nos ponemos a pensar la democracia (según lo que me enseñaron en el colegio) "es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo" y no el gobierno de luchar unos contra otros, de que el que está es malo y el que viene es bueno, de que juntos podremos hacer algo mejor, de que somos hermanos y queremos no sólo mejor para nosotros, sino que buscamos lo mejor para nosotros y para los que vendrán. Porque también, tú y yo, vamos dejando una huella en la historia y esa huella la seguirán los que vienen detrás nuestro.
Y ¿cuál es la huella que estamos dejando? ¿Cuál es el ejemplo que estamos dando? Ya somos hijos adultos que han vivido muchos años en democracia, pero aún no hemos aprendido a valorar nuestras obligaciones democráticas, sino que sólo hemos sabido defender nuestros derechos. Y una obligación es el respeto de unos a otros, como también es un derecho que me respeten.
No dejemos que el color de un partido dañe al fraternidad, la libertad y la verdad, sino que los colores de todos los partidos políticos formen un hermoso arco iris que ilumine la vida en paz de un pueblo que busca crecer y dejar una hermosa huella en la historia de la humanidad.

miércoles, 9 de diciembre de 2015

Confianza en nuestra misión

«Venid a mi todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera.»
Palabras similares usó la Virgen en el Tepeyac para hablar con Juan Diego en la primera aparición en suelo americano, naciendo así gracias a la confianza que Juan Diego depositó en María, la hermosa advocación de María de Guadalupe.
Ante el desafío de una gran misión siempre el Señor, o su Madre, nos invitan a la confianza, al dejarnos conducir por la Mano del Padre, porque ambos, Jesús y María, saben que Dios no nos deja solos, aún en los momentos más duros y oscuros El Padre siempre sostiene con su Espíritu.
Muchas veces nos revelamos contra la Voluntad de Dios, contra lo que el Señor nos pide vivir o contra lo que el Señor nos permite vivir, por que siempre pensamos en nuestras débiles fuerzas humanas, y no en el poder fortalecedor de nuestro Padre Dios, de su Espíritu que llena nuestros corazones para que podamos ser Fieles a su Voluntad.
Es cierto que muchas veces nos sentimos agobiados, afligidos, cansados, cargando el yugo de muchos años, de muchas cruces, de muchos dolores. Por eso Jesús nos dice "cargad con mi yugo", su yugo es su Cruz, su yugo es la obediencia al Padre, su yugo es la Fidelidad a la Voluntad de Dios, y su yugo es el Amor por cada uno de nosotros, porque por Amor al Padre y por Amor a nosotros soportó el peso de nuestros pecados y en su Cruz, su humanidad murió junto a nuestros pecados, para que al Resucitar también resucitáramos a una Nueva Vida.
Una Vida Nueva que no está libre de la Cruz, sino que está unida al Crucificado, para que, junto con Él, ayudados por Él, fortalecidos por Él, podamos llegar al final del camino sin perder la Fe, colmados con la Gracia que santifica y redime. Al unirnos a Jesús, no nos unimos solamente a su Vida Resucitada, sino que nos unimos a toda su vida, para, junto a Él, unidos a Él, "podamos completar en nuestra carne lo que falta a sus padecimientos".
No debemos cargar solos nuestros yugos. No debemos sentirnos cansados sin recurrir al Señor. No debemos padecer el agobio de los días y de los años, pues Él quiere cargar sobre sus hombres todas nuestras debilidades para hacer de ellas fortalezas que nos santifican y rediman, que santifiquen y rediman a aquellos que necesitan de Su Gracia.
San Juan Diego se dejó conducir por María y no sólo encontró la paz y la salud para quién tanto quería, sino que nos entregó en su pobre Tilma la imagen maternal de María que, como el Hijo, venía a sostener la Fe de un pueblo que estaba naciendo, a sostener la vida que estaba brotando. Y desde que Jesús nos la dio como Madre al pie de la Cruz, Ella se hace sostén y fortaleza en nuestro caminar, para que, confiados como Ella, podamos mantenernos de pie frente a la Cruz y gozosos para salir al Encuentro del Señor que nos llama a recorrer el Camino de la Vida en Santidad.

martes, 8 de diciembre de 2015

Como María, disponibles para Dios

El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»
Un hermoso saludo de parte de Dios, por el Ángel Gabriel, a María. Un saludo que María no guardó para sí, sino que lo hizo extensivo a todos, porque la Gracia que la colmó es la Gracia que nos regaló en su Hijo Único.
Hoy no sólo recordamos a María como la Inmaculada, sino que recordamos llenos de alegría, la Inmaculada Concepción de María, por que en al pureza virginal de María, gracias a su respuesta pronta y obediente al Padre, el Hijo Único de Dios pudo hacer Hombre en su seno, la Palabra se hizo carne en el seno de María, al decir Ella que Sí a la Voluntad de Dios.
Y por eso María nos abre una nueva puerta en la vida de la humanidad, la puerta de la salvación, de la Gracia, de la Vida Nueva en Dios, porque el Sí de María y su Inmaculada Concepción, nos abrieron a la posibilidad de volver a unirnos al Padre por la obediencia del Hijo hasta la muerte y muerte de Cruz.
Así, si miramos y escuchamos bien, también nosotros, como María, podemos ser llenos de Gracia, porque Ella como nosotros, en palabras de San Pablo, "fuimos elegidos antes de la creación del mundo", cada uno con su propia misión, pero cada uno, con la Gracia suficiente para alcanzar la Fidelidad a la Vida que el Señor nos llama a vivir.
La alegría que desborda a María es la alegría que puede desbordar nuestro corazón si, como María, nos abrimos íntegramente a la Voluntad de Dios, pues en el momento en que decimos que ¡Sí, Hágase tu Voluntad! la Gracia de Dios nos inunda y nos llena del Gozo y la Alegría para descubrir que "todo lo puedo en Aquél que me conforta".
Hoy la alegría se hace más grande al permitirnos, el Señor, comenzar un Año Santo Jubilar, el Año de la Misericordia en el que se vuelve a abrir una Nueva Puerta Jubilar no sólo para que la pasemos, una y otra vez, sino para que podamos dejar atrás aquello que nos ata al pecado, al dolor, a la discordia, y a todo lo que nos impide gozar de la Paz y el Amor, con Dios y con los hermanos.
El Año de la misericordia es un año especial para que, recordando la disponibilidad de María a la Voluntad de Dios, podamos disponernos de corazón para que, por nuestro medio, la Misericordia, el Amor de Dios, llegue a los corazones de nuestros hermanos. Abrimos y pasamos la Puerta de la Misericordia para poder, como nuestro Padre Celestial, ser misericordiosos y, como María, poder dejarnos transformar por la Fuerza del Espíritu Santo en Mensajeros de Paz, en Servidores de la Palabra, en Fuentes de Vida para llevar a todos los rincones del mundo la alegría y el gozo de sabernos Amados y Salvados por un Dios Padre Misericordioso.

domingo, 6 de diciembre de 2015

La alegría de la Fidelidad

Le dice San Pablo a los Filipenses:
"Hermanos:
Siempre que rezo por todos vosotros, lo hago con gran alegría".
Me parece algo muy lindo de poder decir y de poder hacerlo todos los días, porque es lindo poder saber que alguien se está acordando de tí, que alguien se acuerda de tí y lo hace con alegría, porque significas algo para esa persona. Y, si esa persona sabe que rezar por él lo hacemos con alegría, eso produce alegría el él y en mi, porque la alegría es lo más contagioso que hay, y lo que más vida y fuerza nos da.
La alegría es el más hermoso de los dones que nos han regalado y el que más necesitamos, pero no la alegría fácil de aquellos que se ríen a la fuerza en un programa de TV, sino la alegría que nace del corazón amado y amante, la alegría que nace del corazón que está en paz y camino de plenitud. Para nosotros es, también, la alegría que nace de la búsqueda y vivencia de la Voluntad de Dios, porque es Su Gracia la que nos llena el corazón de Luz, y la Luz de Dios se hace alegría en nuestra alma.
Por eso la liturgia de hoy nos da el puntapié para iniciar el camino hacia el Domingo de la alegría del gozo (que será el próximo domingo) adelantándonos a la Alegría del cielo y de la Tierra al Nacer el Salvador. Y ¿cuál es ese puntapié? La exhortación de Juan Bautista:
«Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios.»
¡Allanad sus senderos! Que allanemos el corazón para encontrarnos con el Señor que nace, con el Señor que viene, con el Señor que nace hombre para venir a amarnos. Y ¿cómo allanamos el corazón? Dejándonos iluminar por la Gracia del Señor, por la Luz del Espíritu Santo y descubriendo cuántas cosas aún quedan que no nos permiten encontrarnos con Él.
Hoy hay tantas cosas, tantas preocupaciones, tantos ir y venir, vamos tan apurados por la vida, que no tenemos tiempo de sentarnos para reconocer lo que nos falta, para reconocer lo que hemos perdido, lo que no hemos realizado, lo que hemos faltado, lo que no hemos perdonado, las veces que no hemos pedido perdón... Por que todo eso se va acumulando en el corazón y va oscureciendo la Luz de la Gracia, la Luz del Gozo, la Luz de la Alegría.
Estamos a punto de iniciar el Año Santo de la Misericordia y lo tenemos que saber aprovechar. Aprovechar porque es un Año de muchas Gracias de parte de Dios para nosotros, pero Gracias que sólo recibiremos si somos Fieles a esta Vida que el Señor nos pide vivir. Gracias que conseguiremos si nos acercamos al Padre de la Misericordia para alcanzar misericordia, para poder ser también, como Él, misericordiosos. Y, para comenzar, buscamos el Perdón.
Sí, el Perdón de tantas cosas que han quedado ocultas por los pliegues del corazón, por los pliegues de la vida que nos lleva de las narices y no nos deja ser Fieles a lo que de verdad nos hace plenos. Son esos pliegues los que ocultan aquellos que aún no hemos podido perdonar, ocultan aquello que aún nos sigue doliendo pero no tenemos la fuerza de pedir perdón. Ocultan aquello que me da miedo reconocer, y no me deja alcanzar la verdadera Paz. Por eso, sin temores y llenos de confianza en el Padre Misericordioso vamos a su Encuentro para liberarnos de todo lo que hay guardado, para liberarnos de todo lo escabroso que nos impide crecer, para "allanar los senderos, elevar los valles, aplanar los montes y colinas, enderezar lo torcido, igualar lo escabroso" y, así, libre de todo, poder disponer el corazón como un Belén para que el Señor de la Paz, del Amor y la Alegría pueda nacer.

sábado, 5 de diciembre de 2015

Apóstoles de la Vida Nueva

"Id y proclamad que el reino de los cielos está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, echad demonios.
Lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis.»
El envío, la misión y el por qué de ser apóstol, que no es sólo para los Doce apóstoles, ni sólo para los curas, sino para todos los que pertenecemos a la Iglesia, para todos los que formamos parte de la Gran Familia de Dios, pues todos hemos sido elegidos, llamados y enviados, y a todos se nos ha dado gratis la Gracia de la fe, la Gracia de ser Hijos de Dios.
Y fijaos que dice "Id", no es un consejo sino una misión, una exigencia de haber respondido al llamado. No quiere el Señor que nos quedemos sentados en nuestro sofá calentitos, y, encerrados, como los discípulos antes de Pentecostés, sino que nos quiere activos llevando a cabo una Gran Misión: evangelizar, llevar al mundo el aire puro de la Nueva Noticia del Evangelio.
Claro que el apostolado no será para todos iguales porque no todos tendrán el mismo carisma, la misma llamada, pero sí todos tenemos que "dar gratis lo que hemos recibido gratis", tendremos que "dar la Gracia que hemos recibido". Es decir, el gozo de la Bienaventuranza que hemos recibido la tenemos que llevar al mundo, la tenemos que ofrecer, la tenemos que entregar para que también otros puedan recibirla.
Será el testimonio de nuestra vida, nuestras palabras, nuestro actuar los que le permitan a Dios llegar a los corazones de los demás. Seremos así instrumentos fieles en las manos del Señor para que Él haga llegar su Gracia a los corazones enfermos para que puedan encontrar la salud en Su Palabra. Será por medio nuestro que Él haga llegar la Pureza de su Agua Salvadora para limpiar las almas que estén ennegrecidas por el pecado y puedan así gozar de la pureza de la vida nueva en Dios.
Será el Padre quien con su Gracia y por medio de nuestra voz pueda expulsar los demonios de la desesperanza, del sinsentido, de la depresión, de la soledad, de la tristeza de la vida de nuestros hermanos. Seremos nosotros, o mejor dicho, tenemos que ser nosotros, como los apóstoles, los portadores de la Buena Noticia que permita a todos encontrar el Camino que los lleve a la Vida, por eso nuestra vida es un apostolado continuo porque llevamos la Luz de Cristo en nuestro corazón y esa Luz tiene que brillar para que los hombres la vean, tiene que iluminar para que vean el Camino, tiene que ser constante para que no se vuelvan a perder.
Sí, desde nuestro bautismo somos apóstoles que llevamos "un tesoro en vasijas de barro", porque nuestra vida también es barro, nuestra vida no es perfecta, no es inmaculada, pero no nos desesperamos porque confiamos en la Misericordia del Padre por que ha sido Él quien nos ha llamado y elegido, y es Él quien nos llena de Su Amor y Purifica nuestra Vida con la Reconciliación, nos nutre con Su Palabra y Su Vida, y nos alienta, cada día, para seguir anunciando con Gozo el Misterio de la Vida Nueva que nos ha dado en su Hijo Jesucristo.

viernes, 4 de diciembre de 2015

Comunicar el gozo de ser cristianos

Cada vez, o la mayoría de las veces, que Jesús hacía un milagro le pedía a la gente que no lo contara a nadie, pero nunca le hacían caso, siempre comenzaban a desparramar la noticia por dónde iban. Es que cuando nos sucede algo que supera nuestras expectativas siempre queremos contarlo, no podemos ocultar la alegría de algo hermoso que nos ha pasado. Claro que cuando algo no es lo que esperaba, cuando no llena mi corazón y pasa por mi vida inadvertido, no tengo para qué contarlo.
Y me parece que esa puede ser la razón por la cual no contamos o transmitimos nuestra fe. Sí, somos cristianos, pero no nos alegramos de serlo, no es para nosotros una alegría, un gozo, algo que llene nuestro corazón y colme nuestra alma. Somos cristianos como podríamos no serlo. Si en un momento dejase de creer ¿sería para mí lo mismo? ¿Los demás se darían cuenta si dejo de creer en Cristo y en Su Palabra? ¿Qué es lo que me diferencia de los que no creen, de los que son de otra religión, de los que rechazan a Dios?
Pero ¿qué estás diciendo cura? ¿Cómo se te ocurre que pueda dejar de creer? ¡Claro que se va a notar! ¡No puedo vivir sin Cristo! Seguro que me dirás eso, pero es que yo no necesito que me lo digas a mí, sino como dicen por ahí: "dile a tu cara que estás contento de ser cristiano" (en realidad dice: dile a tu cara que estás bien) Por que no siempre hablamos de lo que significa para nuestra vida Cristo, es como que tenemos miedo de hablar de Dios con nuestros amigos, con la gente; tenemos miedo de salir a misionar, de golpear en una casa y hablarles de Dios.
Lo decía ayer en una misa: si miramos a nuestro alrededor vamos a ver que hasta los terroristas misionan y convencen a otros de salir a matar gente, de salir a convertir a todos y si no se convierten mueren. Y hasta aceptan dejarse matar por esa verdad.
Nosotros que buscamos un Camino de Paz, de Justicia, de Verdad. Nosotros que tenemos un Dios que ha dado la Vida para que tengamos vida en abundancia, que se ha quedado en la Eucaristía para alimentar nuestra vida y fortalecer nuestras debilidades. Nosotros que nos parece horroroso que quieran cerrar las Iglesias, que quieran destruir el cristianismo, y ¡tantas otras cosas! ¿Seremos capaces de defender con nuestra vida nuestra fe?
Comencemos a mostrarnos gozosos de ser lo que somos, orgullos de la fe que profesamos, seamos valientes a la hora de dar a conocer las maravillas de nuestro Dios y Señor a toda la tierra, para que llegue a todos el pregón de la Nueva Vida que nos ha traído el Señor. No dejemos que las tinieblas y la oscuridad oculten nuestra alegría y nuestro gozo de creer, de ser Fieles, de sabernos hijos de un Padre Todopoderoso y hermanos del Señor de la Historia.
Como los ciegos del evangelio que al recuperar la vista salieron a dar la Buena Noticia, salgamos nosotros con prontitud a mostrar el gozo del evangelio, la alegría de la salvación que ha llegado a nuestra vida.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Construyamos sobre seguro

"Confiad siempre en el Señor, porque el Señor es la Roca perpetua", dice el profeta Isaías.
¿Cuándo podemos confiar en alguien? Cuando lo conocemos, cuando sabemos quién es, cuando, sobre todo, necesitamos seguridad, fortaleza. Pero vayamos paso a paso.
Podríamos decir con seguridad que sólo confiamos en quién conocemos, pero, en el realidad, esa premisa, algunas veces, no se cumple, por que más de uno confía más en quién no conoce que en quién conoce. Nos pasa en nuestra adolescencia-juventud, que confiamos más en otras personas que en nuestros padres. Claro que también confiamos mucho en nuestros amigos, pero no en todos...
Entonces ¿va unida la confianza al conocimiento? Un poco sí, pero viendo nuestra realidad, creo que confiamos más en quién nos dice lo que queremos escuchar, que en quien nos dice lo que debemos escuchar. Por eso me parece que hemos unido la confianza a la necesidad y no al conocimiento y a la verdad.
¿Para qué tenemos que confiar en alguien si nos bastamos a nosotros mismos? Si no necesitamos de nadie para nada, quizás en algún caso pueda necesitar de alguien, pero igualmente me arreglaría solo como pudiera.
La vanidad, la soberbia y la autosuficiencia son también los elementos que me impiden confiar, porque al no necesitar o al creer que ya me sé todas las respuestas, para qué consultar, para qué refugiarme en alguien, para qué buscar sostén en quienes son inferiores que yo y que no saben lo que quiero, y menos pueden darme respuesta a lo que necesito.
Y Jesús hoy, nos invita a analizar cómo hemos construido nuestra casa, el edificio de nuestra persona, si lo hemos hecho sobre cimiento de roca o sobre arena. Una personalidad que, en nuestro caso, es una persona cristiana, con un estilo de vida propia y un llamado especial, de parte de Dios.
El cimiento de nuestra vida cristiana es el Señor, Él es nuestra Roca, nuestra fortaleza, pero para ello tenemos que confiar en Él, en Su Palabra, y saber que Su Palabra es Verdad para mi vida. Será Él la Roca firme donde construyo mi vida quién me guíe, me sostenga, me de los dones para llegar a construir un edificio sólido al que no puedan derribarlo los vientos de los tiempos.
Pero, muchas veces no elijo Su Palabra como Roca firma, sino que elijo la palabra del mundo, cambio la fortaleza de la eternidad de Su Palabra por la finitud y pobreza de la palabra del mundo, y así, cada día, voy modificando la estructura de mi edificio según varían los vientos, sin poder en los momentos de mayores tormentas sostenerme en pie, pues no tengo cimientos firmes, ni siquiera la estructura de mi persona es firme, pues fue variando de acuerdo a cómo variaban los tiempos.
En este Adviento usemos el silencio para encontrarnos con Jesús, con Su Palabra, para poder llegar a conocerlo y poder reconciliarnos con Él y así derribando los muros que no sirven en el edificio de mi vida, poder volver a cimentarlos y construirlos sobre la Verdad y la Eternidad, que unidas al Amor del Padre generan una Nueva Vida, y Vida en abundancia.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Vivir la Promesa

Para quien tiene sed una gota de agua es una maravilla, pero para quien no tiene sed una gota de agua sólo sirve para tirarla o dejarla correr.
Para quien está necesitado de milagros cualquier señal de milagro es milagro y hacia él va, pero para quien está satisfecho de todo un milagro es sólo algo para discutir o investigar.
Y así es nuestra fe, es la Fe. Quien necesita ser sostenido, protegido, amado, consolado, encontrar caminos de esperanzas, encontrar un sentido más alto, lo puede encontrar en la Palabra de Dios, en el Misterio de la Fe, en la invocación a los Santos, en la Gracia de los Sacramentos. Pero quien sólo se engríe de su propia inteligencia analiza cada palabra de la Biblia para encontrar el error, la explicación lógica; no puede asombrarse por el Misterio de la Fe celebrado cada día; no encuentra razonable hablar con "los muertos" porque no hay un cielo donde pasar la eternidad; y los sacramentos son inventos de hombres que quieren tener a la gente (como creen muchos) sometida por la fe.
Por eso Jesús con mucha alegría clamaba al Padre por "haber ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y haberlas revelado a los de corazón sencillo" y necesitado. Y así lo vemos hoy en el Evangelio rodeado de gente sencilla y necesitada, los sabios y prudentes se quedaban afuera del círculo de los necesitados porque no creían y no necesitaban del Salvador.
Y yo me pregunto: cuando los apóstoles repartieron los Panes y los Peces que Jesús multiplicó ¿no habrán comido ellos también de esos panes y peces? ¿no habrán tenido hambre como todos los demás y estiraron sus manos para tomar un trozo de pan y de pescado? Seguro que sí, porque como dice el refrán "cuando hay hambre no hay pan duro", y aunque no creyeran en el Mesías, seguramente se alimentaron de Él, pero escondiendo su rostro, sus manos y sus necesidades.
Son muchos los que leen la Palabra de Dios y comienzan a analizar palabra por palabra para ver qué es lo que quiso decir, que es lo que no quiso decir, qué es lo que en realidad pasó, desmenuzando un diálogo, un relato, un hecho. Para algunos la Palabra es un libro de cuento que alguien se puso a escribir. Pero para los que sabemos que es nuestro Padre quien nos ha querido dejar lo mejor de Sí para nuestra vida, sabemos que es nuestro mejor tesoro, porque una carta de amor no se puede nunca dejar de atesorar, y necesitamos tener siempre la esperanza viva para seguir creyendo y avanzando hacia ese futuro en el que el Amor se haga Vida, y la Vida se haga eternidad.
La Promesa de Dios se ha cumplido en Jesucristo que vino a nuestras vidas para darnos vida, aunque el llamado que él nos hizo a seguirlo nos parezca difícil, es el llamado a vivir la Promesa. La Promesa de un mundo nuevo que se hace nuevo con nuestra vida nueva, y nuestra vida se hace Vida cuando nos acercamos a la Mesa del Banquete Celestial en donde Jesús multiplica el Pan de la Vida para darnos de comer, para alimentar nuestra Fe, nuestra Esperanza y nuestro Amor, para que cada día nuestra vida sea un signo de esperanza para aquellos que siguen sin encontrar respuestas ni sentido.

martes, 1 de diciembre de 2015

Confiar para creer y dar vida

Hoy las dos lecturas me gustan mucho por que las dos hablan de esperanza, de confianza, de aquello de lo que disfrutan los que no se creen los más inteligentes y sabios del mundo, sino aquellos que han podido abrirse al asombro de la fe, y, con corazón de niños creen lo increíble, esperan lo prometido y sueñan lo que anhelan.
A través de Isaías Dios le habla al pueblo de Israel y les muestra el futuro, un futuro que el Pueblo anhelaba, que nosotros anhelamos, y que no está lejos de nosotros, sino que están EN nosotros, porque la Promesa de Dios ya se cumplió, y el Aquél que tenía que venir ya ha venido y vive entre nosotros, y es más, Vive EN nosotros.
"Aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz florecerá un vástago.
Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de prudencia y sabiduría, espíritu de consejo y valentía, espíritu de ciencia y temor del Señor. Le inspirará el temor del Señor".
Ese renuevo, ese vástago es Jesús que nace para Su Pueblo, es Jesús que nace para nosotros, pero también es Jesús que ha nacido EN nosotros, y nosotros somos, también, el renuevo del tronco de Jesé, porque la Iglesia, los bautizados, somos, como Jesús, ese renuevo del tronco de Jesé. Por eso, también, nos llamamos cristianos, por que como miembros del Cuerpo de Cristo hemos sido llamados a hacer realidad la Promesa de Dios, porque Él nos ha dado su Espíritu Santo con todos sus dones para vivir no sólo CON Cristo, sino EN Cristo y POR Cristo.
Pero esta verdad no la aceptan todos, porque no es una verdad para poder entenderla sino para poder aceptarla con Amor en el Corazón. Por eso Jesús dice, en alta voz, para que lo escuchemos bien:
"Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla".
Por que para poder entender, primero tengo que aceptar, y para aceptar tengo que confiar en aquél que me está hablando, o, por lo menos, darle la posibilidad de que me diga todo lo que quiere y, luego, en el silencio ponerme a reflexionar aquello que me dijo. No hace como hacen algunos que mientras les estás diciendo algo te van contra-atacando, como si fuera un combate en el que alguien tiene que ganar, para finalmente no saber de lo que se está hablando, perdiendo así una posibilidad de recibir luz sobre algo que necesita.
Un corazón sencillo y necesitado. Un corazón esperanzado y confiado. Un corazón pobre y abierto a recibir. Un corazón que sabe amar y ser amado. Un corazón, como el de María, "abierto al infinito para ser colmado por la Voluntad de Dios".
Como María, con un corazón abierto a Dios, para poder recibir la Gracia del Espíritu que nos permita dar Vida en nuestra vida a Su Palabra, para que sea Su Palabra la que ilumine, fortalezca y encienda nuestros deseos de portadores de la Vida de Dios, en abundancia, porque Dios ha nacido en nuestro corazón.