sábado, 18 de julio de 2015

Sin protestar ni discutir: Sed Santos

En la lectura breve del Oficio leemos a San Pablo que le escribe a los Filipenses:
"Cualquier cosa que hagáis, sea sin protestas ni discusiones: así seréis irreprochables y límpidos, hijos de Dios sin tacha, en medio de una gente torcida y depravada, entre la cual brilláis como lumbreras del mundo".
"Sea sin protestas ni discusiones", ¡cuánto nos falta para llegar a este primer escalón de nuestra vida de fe! Sí, seguro que muchas cosas las hacemos sin protestar ni discutir, pero son las cosas que más nos gustan, o aquellas que no nos exigen renunciar a nada porque van en la línea de nuestro gusto o querer. Pero cuando Dios nos pide hacer algo que no está dentro de lo que queremos... ¡ahí sí que protestamos, discutimos, nos enfadamos, y muchas veces, como niños pequeños pedimos ¿por qué no lo hace mi hermano, siempre yo?!
Muchas veces pensamos que lo que nos pide Dios es muy difícil ¡y claro que lo es! porque Dios quiere, como Padre que es de nosotros, lo mejor, y de lo mejor lo más alto. Por eso nos dio el valor humano de la magnanimidad: la aspiración no sólo por lo alto, sino por lo más alto. Claro que este valor humano si lo usamos solamente desde lo humano sucede lo que sucede en el mundo: cada uno busca la manera de cómo estar más arriba que el de al lado, aunque sea pisándole la cabeza. La búsqueda de tener más, una despiadada carrera por acaparar y tener para aparentar ser que nos lleva a una pelea despiadada con nuestros hermanos.
En cambio en el orden de lo sobre natural, en el orden de lo cristiano, ese buscar no sólo lo alto sino lo más alto, nos lo dice Jesús: "Sed perfectos porque vuestro Padre Celestial es perfecto, sed santos porque vuestro Padre Celestial es santo", y san Pablo nos recuerda: "nos eligió en la persona de Cristo, antes de la fundación del mundo, para que seamos santos e irreprochables por el amor".
Sí, para nosotros, hombres pequeños, imperfectos y pecadores, alcanzar esa altura del espíritu es un camino difícil, pero como le dijo el Ángel a María: "lo que es imposible para el hombre no lo es para Dios". Por eso, cuando aceptamos este camino del cristianismo aceptamos alcanzar el Ideal de vida: ser santos e irreprochables ante Él por el amor. No hay otro Ideal en nuestra vida que el que nos pide Jesús vivir, porque Él sabe que caminar hacia esa meta es vivir en Dios, es caminar en compañía constante del Padre, del Hijo y del Espíritu que son quienes se comprometen con nosotros para que lleguemos a la meta.
Es así que, cuando no sólo aceptamos el desafío de ir hacia esa meta, sino cuando nos decidimos a caminar "sin protestar sin discutir" recibimos Gracia sobre Gracia, para que podamos alcanzar la meta final "sin perder la fe".
Abandonemos ya esa conducta adolescente de protestar y discutir por todo, para no vivir nada de lo que Dios nos propone, aceptemos el Camino y descubramos que al caminar se va haciendo la Luz sobre la oscuridad de nuestras dudas, y se va fortaleciendo nuestra debilidad para llegar a la meta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.