jueves, 30 de julio de 2015

Entender y aceptar el Reino de los Cielos

"Él les dijo:
-«Ya veis, un escriba que entiende el reino de los cielos es como un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo.»
¿Entendemos el reino de los cielos? Jesús nos lo cuenta en muchas parábolas, pero no siempre llegamos a comprender lo que es el Reino de los Cielos. Aunque el Reino de los Cielos no solamente es el Cielo, sino que es también nuestro mundo. Sí, por eso cada día decimos: "venga a nosotros tu Reino" (en el padrenuestro por si no lo habían notado)
Y ¿qué es el Reino de los Cielos en la tierra?
Claro que primero tenemos que aceptar que hay un Cielo, un Mundo nuevo que espera desde donde venimos y al cual vamos, y que ese Reino es de Dios, nuestro Padre, quien nos ha dado la Vida y que, día a día, nos renueva y fortalece para la Vida.
Y en este Caminar hacia el Reino nos hemos encontrado con Cristo, y hemos aceptado su Camino, porque no podemos ser cristianos sin aceptar el Camino de Cristo, pues Él mismo nos dijo: "Yo soy el Camino". Y ¿cuál es el Camino? Sólo Cristo, su Vida es el Camino, su Vida con todas sus consecuencias, por eso mismo también Él nos lo advirtió: "quien quiera venir detrás de Mí niéguese a sí mismo, cargue su Cruz de cada día y sígame".
Ese "sígame" es Caminar con Él, junto a Él, en Él. Y ese Caminar con Cristo es un vivir su Vida que es nuestra Vida, y es una Vida en obediencia en el Amor, porque es el Padre quien nos da a conocer Su Voluntad para llevarnos a la Vida. Por que Su Hijo nos demostró que la obediencia es el único Camino a la Vida del Reino de los Cielos.
Por eso el escritor de Hebreos dice: "por el sufrimiento aprendió lo que significa obedecer". Claro, pero ¿a quién obedezco? Si las únicas voces que escucho son mis voces, mis gustos, mis ganas y mis deseos, pues no escucho la Voz de Dios, no entiendo su Palabra. Cuando nada escucho es porque aún no me he abierto a la Vida Nueva, aún sigo queriendo mi voluntad y no la del Padre. Y ahí es cuando lo miro a Jesús en Getsemaní. Sí, siempre en nuestras vidas llega ese momento en que en la soledad de mi alma imploraré al Padre que pase de mí ese Cáliz. Lloraré como Jesús lágrimas de sangre, pero si he descubierto la Vida en Dios, como Jesús rogaré "que no se haga mi voluntad sino la Tuya".
Por eso cuando hemos aceptado el Camino de la Vida que nos mostró Jesús y al cual Él nos invitó, soy como "un padre de familia que va sacando del arca lo nuevo y lo antiguo» por que en mi corazón y en mi mente tengo muchas cosas a las que no quiero renunciar, tengo mucho YO del que no quiero desprenderme.
Sí, muchas veces parece que Dios es un ingrato y un injusto, porque como un padre con su hijo adolescente nos pone límites y nos exige más de lo que creemos que podemos dar, pero los frutos sólo los veré y disfrutaré cuando tire todo lo viejo que hay en mi corazón.
Así, a medida que vaya tirando todo lo viejo y me deje renovar por la Gracia y el Amor, cada paso que de en este "valle de lágrimas" será un ladrillo más en la construcción del Reino de los Cielos aquí en la Tierra, porque el Reino lo construyo con mi fidelidad a la Voluntad de Dios en el Amor a Él y a los hermanos.

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