viernes, 24 de julio de 2015

Presumimos de ser cristianos

Hoy me ha gustado algo de San Pablo en la segunda carta a los Corintios:
"Conscientes, pues, del temor debido al Señor, tratamos de sincerarnos con los hombres, que Dios nos ve como somos; y espero que vosotros en vuestra conciencia nos veáis también como somos. No estamos otra vez haciéndonos la propaganda, queremos nada más daros motivos para presumir de nosotros, así tendréis algo que responder a los que presumen de apariencias y no de lo que hay dentro".
Si hay algo de lo que podemos presumir es de lo que llevamos dentro nuestro, de nuestro espíritu, de lo que día a día vamos conquistando en este camino de santidad, pues es eso lo que estamos viviendo: un camino de santidad, y nos los tenemos que creer, pues el Padre quiere que seamos santos porque Él es santo.
Pues de eso tenemos que presumir: de que lo estamos intentando y de que ningún día tenemos que flaquear, pues tenemos Quien nos ayuda y acompaña día a día para que logremos alcanzar la meta, Aquél que por mí, y por tí y por todos entregó su vida en la Cruz para que nosotros alcancemos la Vida en Él.
Por eso, cada día, abrimos nuestro corazón a la Gracia del Espíritu Santo para que sea Él quien nos prepare la tierra para que la Palabra que viene a nosotros se haga vida en nuestro espíritu y nos lleve a ser Fieles a la Vida que Jesús nos dio.
No somos tierra fértil porque el pecado no ha endurecido y nos lleva, día a día, a querer aquello que no debemos, pero sabemos y queremos vivir en fidelidad, por eso, día a día, imploramos al Espíritu para que rompa los duros terrones del pecado y haga que nuestro corazón de piedra se convierta en tierra fértil en donde hunda sus raíces al Palabra:
«Vosotros oíd lo que significa la parábola del sembrador:
Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del camino.
Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe.
Lo sembrado entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.»
De esto tenemos que presumir que somos quienes somos pero que anhelamos y buscamos ardientemente ser de Cristo, vivir en Cristo, por Cristo y para Cristo, y estamos orgullosos de serlo, pues creemos que Él nos "eligió desde antes de la creación del mundo para ser santos e irreprochables ante Él por el amor", por eso no nos desanimamos sino que "nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos".

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