"Mi alma canta la grandeza del Señor,
y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador.
Porque el miró con bondad la pequeñez de su servidora.
En adelante todas las generaciones me llamarán feliz,
porque el Todopoderoso ha hecho en mí grandes cosas:
¡su Nombre es santo!"
No sólo es hermoso comenzar un día con una celebración mariana, con un día dedica a María, Nuestra Madre, sino, sobre todo, comenzarlo con sus mismas palabras de alabanza, de gozo, de gratitud a Dios. Por que sus palabras han sido dejadas en el papel, por los siglos de los siglos, para que sus hijos pueden volver a repetirlas, sintiendo en nuestros corazones el gran gozo de María al recibir la hermosa noticia, al saberse la elegida del Señor para tal misión.
Lo podemos llegar a imaginar, pero no se si podremos llegar a experimentar esa sensación que tuvo María ante el anuncio del Ángel, porque tal ha sido su gozo que puede decir: mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi Salvador. Una expresión tan llena de asombro como de amor verdadero, que nos lleva a dirigir nuestra mirada a ese día perfecto y lleno de Luz de la Anunciación. Un día en el que una adolescente es invadida por el Amor de Dios por todos los hombres de todos los tiempos, y ese Amor, gracias a su Sí se hace Hombre-Dios Dios-Hombre para venir a salvarnos.
Y María nos deja una ayuda más, necesaria en nuestra vida, saber que, a pesar de nuestra pequeñez, si lo dejamos actuar es el Señor quien hace maravillas. Es verdad que nosotros no podemos hacer, por nosotros mismos grandes cosas; es verdad que nos parece que el Señor nos pide demasiado; es verdad que, más de una vez la vida nos pilla por sorpresa y nos hace caer en un bajón por que no nos sentimos capaces de asumir tal o cual cosa o realidad, por eso María nos hace repetir: "por que Él miró con bondad la pequeñez de su servidora".
Es Dios quien nos permite o quiere que vivamos esas situaciones, pero es también Él quien nos da la Gracia para poder vivirlas, la Fortaleza para poder superarlas, el Amor para poder transformarlas en raíces de sabiduría y ofrecimiento, y nos tiende Su Mano Paternal y Protectora para que en ningún momento me caigo o para que me levante y ponga en pié.
"Por que el Todopoderosos ha hecho en mí grande cosas... me llamarán Bienaventurada todas las generaciones...."
Día a Día, hora a hora, si miramos nuestra vida con el corazón de niño pequeño, confiado y disponible al Amor del Padre, como María, podremos ver, más allá de las cruces y oscuridades, ¡cuánto ha hecho el Padre por nosotros! y podremos sentirnos, como María, bienaventurados por que Él ha hecho por nosotros, en nosotros y para nosotros grande cosas.
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