Hoy, en nuestra Comunidad de Riópar, recordamos el martirio del Beato Bartolomé Rodríguez Soria, sacerdote, nacido en esta ciudad y martirizado en Munera en el año 1936.
Como Santa Marta, Don Bartolomé se dedicó a servir al Señor en la persona de sus hermanos, de los hijos más pequeños que son todos los bautizados. Su vida fue una entrega constante en la Fidelidad a la Vida que el Señor le había regalado y por eso, pasaba muchas oras junto a Jesús en la oración, e intentaba llevar al rebaño puesto bajo su amparo a vivir unidos a Cristo en la oración, la Palabra y la Eucaristía.
Sólo tenía 42 años cuando comenzaron aquellos tremendo días en estas tierras. Ya sus familiares suponían que irían a por él y por eso, desde Riópar fueron a Munera para traerlo, para esconderlo de las garras de la muerte. Pero Bartolomé Fiel al mandato del Señor sólo respondió: "el pastor debe permanecer junto a sus ovejas". Y así fue, permaneció junto al rebaño que le habían pedido velar.
Hoy hace 79 años que "como oveja llevada al matadero" aceptó con un gran corazón y amor a Dios y a su pueblo, un tremendo martirio. Pero no fue sólo el dolor del martirio lo que nos habla de su santidad, sino el haber llevado a su corazón el Amor de Dios, un Amor tan grande que sus últimas palabras fueron para aquellos que lo estaban matando, y, como Jesús en la Cruz, extendió su mano, pidió perdón a los que lo mataban y, amándolos hasta el extremo, Bartolomé perdonó a quienes le quitaban la vida pero le daban la Vida en Dios.
Su vida quizás no tuvo momentos extraordinarios, no fue un gran escritor, ni tuvo revelaciones místicas, ni hizo milagros extraordinarios, pero en su vida se reflejó extraordinariamente el Amor de Dios a sus hijos, en su vida se reflejó la Luz del Espíritu que iluminaba la vida de los pueblos que le fueron encomendados, en su vida se reflejó la misericordia del Señor y la grandeza de su perdón.
Don Bartolomé, como tantos mártires de aquellos días, y como tantos mártires de nuestros días, nos ayudan a confiar, a saber que la Vida que el Señor nos ha regalado no se pierde con la muerte, sino que se gana, que si la entrega fue verdadera fidelidad al Amor a Dios y a los hermanos, esa vida se transforma en Luz para todos los hombres que creen y que confían en el Señor y en Su Palabra.
Hoy, como ayer quieren quitar a Dios de nuestra historia, de nuestras vidas, y, con Dios quieren que dejemos de creer y de vivir en Él. Aquellos mártires y los mártires de hoy nos invitan a no dejarnos cautivar por la mediocridad del mundo, sino que nos invitan a una fidelidad radical al Evangelio, a comprender que sólo la Vida produce Vida, que sólo en Dios encontramos nuestra fortaleza y el sentido para vivir.
Hoy la vida de los mártires nos invita a ser Fieles, Fieles a la Vida que el Señor nos pide vivir, Fieles a la Vida que el Señor nos regaló, Fieles a la Vida que sólo nos da el Señor con Su Vida entregada por Amor a nosotros, para que nosotros viviendo Su Vida podamos dar Vida a los que no tienen un sentido para vivirla.
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