"El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común.
Los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con mucho valor. Y se los miraba a todos con mucho agrado".
"El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma", que hermosa frase para hacerla realidad en nuestras comunidades cristianas, porque ese es el Ideal que tenemos que alcanzar: ser un sólo corazón y una sola alma. Sí, es lo que se dice de los matrimonios cuando se casan: sean un sólo corazón y una sola alma, y, sin embargo, Dios lo ha dejado escrito porque era lo que vivían los primeros cristianos, y es lo que Jesús quiso que quede como Ideal de vida para nosotros: "sed Uno, como el Padre y yo somos uno, para que el mundo crea".
Pero ¿cómo poder alcanzar tal unidad entre personas tan diferentes y con tantos pecados y errores? Jesús mismo nos lo dice cuando se lo dice a Nicodemo:
«Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu».
Nacer de lo alto, hacer un cambio radical en nuestras vidas al sabernos hijos de Dios. Necesitamos cambiar nuestra manera de pensar y de vivir porque ya no somos sólo hombres, varones y mujeres, sino que somos hijos de Dios en los que no hay distinción de colores, razas o lenguas, sino que todos hemos sido redimidos y configurados, por el bautismo, como hijos de Dios.
Cuando descubrimos esa realidad de que todos somos Uno en el Señor, ya tendríamos que dejar de pensar que uno es más que otro, o que este o aquél tienen que ser así o asá, o... porque las diferencias y los recelos entre nosotros los provoca el espíritu de este mundo, y el Príncipe de este mundo que es Satanás, y cuando dejamos que las divisiones y la mentira entren en nuestros corazones y en nuestras comunidades, entonces ya no somos un solo corazón y una sola alma, sino que somos un conjunto de personas que no saben qué es lo que tienen que vivir.
«¿Tú eres maestro en Israel, y no lo entiendes? En verdad, en verdad re digo; hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio. Si os hablo de las cosas terrenas y no me creéis, ¿cómo creeréis si os hable de las coas celestiales? Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre".
A veces nos creemos los más sabios e inteligentes porque hemos aprendido y sabemos muchas cosas, pero lo más importante que tenemos que vivir no sabemos cómo: amarnos unos a otros como Jesús nos ha amado. Esa parte del evangelio se nos pasa de largo y se nos olvida muy frecuentemente, por eso nunca llegamos al Ideal de las primeras comunidades cristianas. Será cuestión no de aprender tantas cosas, sino de comenzar a vivir lo que el Señor nos dejó por escrito...
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