jueves, 11 de abril de 2019

La locura de no comprender

"Los judíos le dijeron:
«Ahora vemos claro que estás endemoniado; Abrahán murió, los profetas también, ¿y tú dices: "Quien guarde mi palabra no gustará la muerte para siempre"? ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán, que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?».
Aún nos pasa que cuando no entendemos lo que nos dicen, o no comprendemos qué nos quieren decir, decimos que el otro está loco o que no sabe lo que está diciendo. Y, si nos ponemos en la piel de los judíios cercanos a Jesús, también pensaríamos lo mismo, porque no era posible pensar en esa realidad de que el que estaba delante de uno era el mismo Dios, si lo habían visto crecer y correr por sus calles ¿como me dices eso? ¿estás loco? ¿cómo quieres que entienda lo que me dices?
Por eso necesitamos el Don de la Fe, y necesitamos alimentarlo y madurarlo, aunque no siempre vamos a entender todo, y, por eso mismo, la Fe seguirá siendo Fe, porque es creer en lo que no vemos. Pero será ese Don que nos ayude a iluminar muchos aspectos de nuestras vidas que todavía nos siguen costando vivir, aceptar o madurar. Siempre habrá en nuestro camiinar situaciones de incomprensión, de no saber el por qué, o el para qué, pero cuando vamos madurando en la Fe aceptamos, y no con resignación, sino con esperanza porque sabemos que el Señor nos dará su fortaleza para poder asumir desde la incomprensión.
Desde esa incomprensión muchas veces dejamos de lado la Palabra de Dios, dejamos de lado los mandamientos, dejamos de lado los consejos del Evangelio y nos vamos, "pasito a pasito" apartando del camino del Señor. Vamos, como le decía Jesús a sus contemporáneos aceptando lo que dice el mundo, lo que dice la sociedad porque hemos dejado de madurar en la Fe, hemos dejado de encontrarnos con el Señor porque creemos que nunca nos da las respuestas que necesitamos, porque nunca nos ayuda a entender lo que nos pasa y buscamos respuestas en otros "dioses" que nos autocompadecen, que nos llevan a gustar otros alimentos que nos dicen que nos darán la felicidad.
"Jesús contestó:
«Si yo me glorificara a mí mismo, mi gloria no valdría nada. El que me glorifica es mi Padre, de quien vosotros decís: "Es nuestro Dios", aunque no lo conocéis. Yo sí lo conozco, y si dijera: "No lo conozco" sería, como vosotros, un embustero; pero yo lo conozco y guardo su palabra. Abrahán, vuestro padre, saltaba de gozo pensando ver mi día; lo vio, y se llenó de alegría».
Cuando lo conocemos o cuando volvemos a su lado, a pesar de nuestras oscuridades e inseguridades, quizás sigamos sin comprender ni entender, pero seguramente Él nos iluminará y nos llenará de alegría porque fortalecerá nuestra Fe, y la Esperanza nos ayudará a esperar, sabiendo que nunca deja solos a los que confían en su misericordia, a los que saben que en el tiempo apropiado nos dará todas las respuestas que necesita nuestro corazón; pero, mientras tanto, la fe madurará en la oscuridad y solo la Luz del Espíritu confortará nuestro corazón para seguir avanzando por el Camino del Señor.

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