"Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios".
Al llamarnos a la vida Dios nos dio el don de la libertad y puso "delante nuestro el camino del bien y del mal, de la vida y de la muerte" y somos nosotros, cada uno, quienes juzgamos qué hacer y cómo caminar. No es nuestro Dios quien nos juzga, sino que nosotros mismos juzgamos cómo vivir y tenemos plena libertad para elegir.
Al tener plena libertad para elegir no podemos hacer responsable a nadie, de afuera de nosotros mismos, por lo bien o lo mal que nos va, porque el camino lo hemos elegido cada uno.
Claro está que, la maldad, siempre salpica a los demás, por que el mal que uno haga siempre afecta a los demás, porque somos comunidad, aunque no estemos unidos por un ideal común. Así es que lo que los demás eligen para sí afecta para bien o mal a los demás.
En cristiano decimos que por la comunión de los santos el bien que hacemos o el mal que hacemos afecta a todo el Cuerpo Místico de Cristo, por eso la aceptación de la Cruz del Señor y su Resurrección, nos afectó a todos y nos dio la posibilidad de llegar a ser hijos de Dios los que antes estábamos esclavos del pecado original.
"Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios".
Si miramos la vida de los santos (lo he repetido muchas veces) vamos a descubrir que cuanto más cerca estaban de Dios, más pecadores se veían, porque la brillante Luz del Amor ilumina más que la luz del sol, y llega a las profundidades del corazón. Pero es esa misma Luz la que no sólo nos hace descubrir pecadores, sino que nos anima y nos fortalece pare el camino de la Conversión, para el Camino de la Santidad.
Por eso no debemos temer de caminar más cerca de la Luz porque nuestras obras, cada día, tienen que ser mejores cuanto mayor es nuestra relación con el Padre Dios, cuanto mayor es nuestra fidelidad a la Voluntad de Dios. Seguramente veremos y nos notaremos más pecadores que antes, pero siempre que caminamos hacia la Luz veremos más errores que antes, pero será esa Luz la que nos siga iluminando y guiando hacia la meta final. Todo depende de las elecciones que hagamos cada día, y en cada momento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.