domingo, 12 de mayo de 2019

Cordero y Pastor

El cuarto Domingo de Pascua es el Domingo del Buen Pastor, un domingo en que se nos invita a rezar por las vocaciones sacerdotales de todo el mundo, y, también, a rezar por nosotros, los pastores, para que podamos alcanzar a ser una imagen creíble del Buen Pastor.
Anoche cuando predicaba sobre esto pensaba en algo que, por lo menos a mí me gustó: que el Buen Pastor, que es Jesús, primero aprendió a ser Buen Cordero, el Cordero de Dios, y esa es la parte que, muchas veces, no nos gusta mirar, ni a los pastores ni a los corderos.
El pecado original que sigue su marcha en nuestros corazones, nos lleva, en algunos casos a creernos Pastores sin haber sido corderos. Nos gusta el "apetito de poder" y nos centramos en el poder de mando que tiene el pastor, pero antes, no hemos "aprendido por el sufrimiento a obedecer".
Y si no hemos aprendido a obedecer al Pastor Eterno, que es nuestro Padre Dios, ¿cómo podemos mostrar el Camino? Si el mismo Cordero de Dios nos enseñó que "no he venido a hacer mi voluntad sino la del que me envió", "mi alimento es hacer la Voluntad de mi Padre", y así, el escritor de los Hebreos nos dice: "siendo hijo aprendió por el sufrimiento a obedecer".
La obediencia, aunque no nos guste el vocablo ni lo que significa, es algo esencial que tenemos que aprender, aunque nos cueste lágrimas de sangre, pero es parte esencial en nuestra vida de cristianos, corderos y pastores. Y ¿qué es obedecer? Primero es saber escuchar. Saber escuchar para poder discernir, y sobre todo, poder discernir qué voces estoy escuchando para saber a quién obedecer.
En los hechos de los apóstoles veíamos cómo la gente escuchaba a Pablo y se unía a la Gracia de Dios, pero a otros les produjo envidia lo que veían y entonces comenzaron a sembrar cizaña en contra de Pablo y los apóstoles, y así comenzó una nueva persecución y los expulsaron de sus tierras. Pero los que aceptaron la Palabra de los apóstoles se quedaron llenos de alegría y Espíritu Santo.
Cuando aprendemos a escuchar, también aprendemos a reconocer la Voz y la Palabra de nuestro Buen Pastor, y así, si estamos dispuestos, podremos seguir su Voz, podremos ser obedientes a su Voz, a su Voluntad. Claro que para ser obedientes primero, debemos estar dispuestos a hacerlo, pues contamos de antemano que el Señor nos dará su Gracia para poder ser Fiel a Su Palabra, pero no nos dará su Gracia si no queremos obedecer.
Y el Cordero de Dios nos enseña con su vida que para ser Buen Pastor hay que vivir la obediencia al Padre, hasta la muerte y muerte en Cruz, dando la vida por Amor a la Voluntad del Padre. Así pastores y corderos tenemos el mismo y único camino de Salvación: ser fieles y obedientes como lo fue Jesús, quien es nuestro Camiino y Vida.

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