"Jesús le replica:
«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe?"
No es el tiempo que pasamos con una persona lo que nos hace conocerla, sino el tiempo que compartimos nuestra vida, nuestras cosas, nuestras alegría y penas, nuestras tristezas y gozos, lo que nos permite conocer verdaderamente a alguien. A veces creemos que porque hace muchos años que vamos a misa o que somos bautizados, entonces somos buenos cristianos, quizás... Pero no siempre es así, porque no nos hemos detenido a dialogar con Jesús, por eso, en los momentos de mayores tormentas nos alejamos de Él o renegamos de Él porque ¿por qué me hace esto a mí?
Tampoco podemos decir que por mucho estudiar teología o las Sagradas Escrituras llegaremos a conocer a Jesús y al Padre, porque los Sumos Sacerdotes, los Escribas y Fariseos las conocían a la perfección y tampoco lo reconocieron, o reconociéndolo lo quisieron silenciar para no oír su Voz...
Era lógico que Felipe le pidera eso a Jesús: "muéstranos al Padre y eso nos basta", porque aún no tenían el Don del Espíritu para poder entender los misterios de la Trinidad, y tantas cosas que hemos podido aprender cuando nos "metemos" dentro de la vida de la fe. Pero tampoco podemos decir que por aprender mucho hemos llegado a conocerlo realmente al Señor.
Y vuelvo a lo mismo: sólo el diálogo personal con una persona, el diálogo de corazón a corazón, me permite conocerla y así poderla amarla verdaderamente, que es de lo que se trata nuestra vida de cristianos: amar a Dios sobre todas las cosas, para poder escucharlo y obedecer a Su Palabra.
"¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace las obras, Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras".
Porque, en realidad, creer no es tener todo claro y saberlo todo, sino aceptar una realidad que no vemos desde el amor que tenemos a quien nos lo dice, y, sobre todo, la confianza en que Él me está diciendo la Verdad. Y sabemos que Jesús es la Verdad, que nos muestra (porque lo vivió) el Camino que nos conduce a la Vida, una Vida Nueva que se demuestra en las obras que, día a día, realizamos en Su Nombre y por Amor al Padre.
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