Los Hechos de los apóstoles nos siguen narrando la misión que llevó a cabo Pablo y Bernabé; una misión que para ellos supuso, así como lo había anunciado el Señor a Ananías, cuando la conversión de Pablo: "éste me es un instrumento elegido para llevar mi nombre ante los gentiles, los reyes y los hijos de Israel. Yo le mostraré cuánto tendrá que padeer por mi nombre". Y así se lo fue mostrando el Señor, pues en cada comunidad, o en casi todas, tuvo que sufrir por el nombre del Señor, pero así y todo no dudó en seguir predicando en su nombre. Por eso, al constituir una comunidad nueva, dice el escirtor que siempre estaba "animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios".
Así como lo hizo Jesús, Pablo no se cansó de animar a la conversión, pero a la vez anunicar lo que cuesta perseverar en la fe, lo que cuesta ser Fiel a la Voluntad de Dios, porque así como lo vivió Jesús, también los que aceptamos seguirlo tenemos que encontrar la fortaleza en el Espíritu para ser Fieles y perseverar hasta el final. Como el mismo Pablo dice de su vida: "he combatido el buen combate de la fe, he alcanzado la meta, conservé la fe".
Ni en los tiempos de las primeras comunidades, ni en estos tiempos se hace fácil conservar la fe, pero tampoco es fácil aceptar los padecimientos para vivir la fe. Nos encontramos muchas que somos nosotros mismos quienes hacemos marcha atrás cuando el Señor nos presenta la Cruz para llevar en nuestras vidas, aunque sea la cruz de la negación a nosotros mismos, ya estamos diciendo que eso no es para nostros, quizás no de modo evidente, pero tampoco acogemos Su Voluntad con gozo en el corazón, sino que siempre estamos buscando caminos alternativos para no padecer por el nombre de Jesús.
Y aquí vuelvo al principio del llamado de Jesús: "quien quiera venir detrás de mí, niéguese a sí mismo, cargue con su cruz de cada día y sígame". Y ahí está el primer padecer por el nombre de Jesús, el primer padecer para perseverar en la fe: la negación a nosotros mismos. Una negación que en los días que corren no está en el menú de todos los días de nuestras oraciones, porque nos parece que negándonos a nosotros mismos, Dios nos impide ser felices, alcanzar lo que queremos, vivir lo que todos viven.
Pero estamos equivocados, Dios no quiere privarnos de nuestros deseos, si quieres vivir según tus deseos vive tu propio camino, pero no quieras seguir a Cristo y vivir tu propio camino: "o estás conmigo o contra de mí", dice el Señor, porque "no se puede servir a dos señores". Hoy que Jesús me presenta algo lindo, bonito y barato lo sigo y mañana no?
"Que tu sí sea sí, y que tu no sea no; se frio o caliente, porque a los tibios los vomitaré de mi boca", dice el Señor. Y esa tiene que ser nuestra respusta a la llamada de Jesús: lo sigo o no sigo, pero si lo sigo tengo que saber que será Él quien me anime con su Espíritu a seguir, y en los momentos de tribulación si acepto continuar, también tendré la fuerza del Espíritu para continuar, pero seré yo quien tenga que vovler a decir ¡Sí!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.